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✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: el Real Madrid no celebró el Día de la Madre

El primer domingo de mayo tiene lugar el Día de la Madre. Es la fecha del calendario en la que las progenitoras dejan de estar en la sombra y son las protagonistas. Por caprichos del destino, la festividad de este año surgía como la excusa perfecta para que el Real Madrid fuese a ver a su madre: la Cibeles. Aunque acabasen de ganar la liga y no les viniese mal un empujón moral antes del miércoles, los de Ancelotti se quedaron trabajando. Su decisión no le gustó a casi nadie, lo que me hace plantearme si realmente conocen al club blanco.

La no visita a Cibeles se merecía un ‘Dieguenazo’.

🔜​ Cibeles, el Real Madrid y un trabajo inacabado

Ganar la 36ª liga de la historia blanca era solamente una posibilidad para el sábado. Sí, podía pasar, pero también se podía posponer. Tras ganar al Cádiz en el Bernabéu, todo dependía de que el Girona ganase al Barça en Montilivi. A sabiendas de que los culés se jugaban buena parte de su billete para la Supercopa, lo lógico era que el Real Madrid esperase una semana más. Es más: casi que era mejor aplazarlo una semana. Como si los de Xavi supieran lo que estaba por venir, cayeron ante los de Míchel. Por mucho que la Cibeles sea la madre del madridismo y el título llegase en la víspera del primer domingo de mayo, el Bayern espera. Había trabajo por hacer.

La decisión del Real Madrid sorprendió al mundo. Se lo tomaron como la última muestra de chulería de un club con las vitrinas llenas. ¿Cómo no iban a celebrar la liga? Salieron los moralismos a la luz. «Qué tristes son aquellos que solo tienen títulos» fue el argumento más repetido. Incluso hubo madridistas abanderados con el carpe diem que estaban rebotados y fueron a Cibeles. Entonces, en ese punto, yo me planteé si realmente conocemos al club. No celebrar un título liguero el sábado porque el miércoles hay Champions podría ser uno de los cimientos del Santiago Bernabéu; no hay nada más Real Madrid. Llamémoslo soberbia o exceso de confianza, pero sobre esto se ha edificado la cubierta retráctil que corona el estadio. Guste más o guste menos, ye lo que hay.

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He de confesaros que a mí tampoco me hizo gracia lo de no celebrar la liga. Eso sí, no fue por las mismas razones que al resto. No me gustó porque iba en contra de la mística previa a cada partido de Champions League. Hace dos años, antes de la vuelta de las semifinales ante el Manchester City, el Real Madrid sí estuvo en Cibeles para celebrar la liga. Fue una conjura, el paso previo a que Rodrygo obrase el mayor milagro que ha visto el Santiago Bernabéu. Tras el éxito cosechado en 2022, siento que se ha perdido una oportunidad. Para un equipo que cuenta sus grandes noches europeas desde los intangibles y lo paranormal, no formar semejante aquelarre blanco es un error. Estoy de acuerdo en posponer la celebración del Día de la Madre porque hay trabajo por hacer, pero se ha perdido una bala, y eso es imperdonable. Lo importante no era celebrar la liga ni ver a la diosa Cibeles, sino preparar el terreno.

No obstante, el Real Madrid cumplió con su palabra. Los de Ancelotti se acostaron pronto tras ganar la liga, ya que tocaba entrenar por la mañana. A excepción del lesionado Alaba, todos estuvieron presentes en el verde Valdebebas. No se puede decir que no avisaron. Y es que, aunque suene chulo y déspota, nunca les importó la liga. La competición doméstica siempre fue su vehículo para mantenerse en forma de cara a la Champions League. Por mucho que sea una alegría reinar en España, nunca se podrá comparar con el idilio que tienen en Europa. Lejos de su amor por ir a Cibeles, es el único sentimentalismo que cabe en su libreto. Es lo que ha movido siempre al club (y así seguirá), por lo que no tiene sentido tanta sorpresa y molestia generalizada. El Real Madrid siempre lo vio de manera distinta al resto, y quizás por eso siempre han acabado saliéndose con la suya.

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