Kylian Mbappé lo es todo. Solo Messi le privó de ganar su segundo Mundial con 23 años, y arrastra un aura que solo los mejores tienen. Aunque sea pronto para decirlo, si todo va como debe, puede colarse entre los GOAT. Pese a ello, es inevitable pensar en sus estatus tras la conclusión de las recientes semifinales de Champions. Mientras que su PSG caía, su nuevo equipo vivió otra supernova europea que terminó con una nueva ‘Orejona‘ en su palmarés. Y ahí reside el problema que se avecina para el grandísimo futbolista galo: lo que para él hubiese sido un día irrepetible, para el Real Madrid es una noche más. Mbappé aterriza en el vestuario del club de las 15ª Copa de Europa. Por mucho que sea un gigante, es el más pequeño en la Castellana.
En busca de la bufanda de Kylian Mbappé en los aledaños del Santiago Bernabéu
😯 Mbappé, uno más en el Real Madrid
Con más o menos buena intención, era inevitable que el debate de la gloria y el dinero volviese a salir. Jude Bellingham, en su primer año de blanco, ha ganado la Champions League. Dicha estancia es el techo de Mbappé en la competición de clubes más importante a nivel europeo. La cosa va a peor cuando se mira el palmarés de los que serán sus compañeros. Compartirá vestuario con al menos dos futbolistas con seis Copas de Europa. Es más: todos saben lo que es levantar la ‘Orejona‘ menos el francés. Ganar un Mundial está perfecto, pero no es suficiente para conseguir el respeto de un grupo que vive y muere por la Champions League.
Al contrario de lo que hubiese sido en cualquier otra temporada del ‘caso Mbappé’, Kylian llega como uno más. A ojos del madridismo, no será la primera espada. Vinícius o Bellingham estarán por delante desde el primer día. Cuando el balón queme en un escenario como el de ayer, no va a ejecutar el tiro decisivo del partido. Figurará, evidentemente, pero las miradas estarán sobre otro. Por lo menos, tendrá una parte buena: no va a estar en el ojo del huracán si el balón no entra. A diferencia de sus años en París y el clima asfixiante que rodea al club, no cargará con la responsabilidad de la derrota. Y, además, tendrá la suerte de estar en un club cuya forma de gobierno se mide en grandeza. Si demuestra ser poseedor de ese algo en los días importantes, podrá protagonizar la jugada decisiva. El Real Madrid no se lo va a privar en el futuro, pero la jerarquía, en el presente, le va a alejar del foco.
💭 Historia que tú hiciste, ¿historia por deshacer?
A su vez, este rol secundario de un futbolista tan inmenso como Mbappé puede causar un terremoto. Si bien puede ganarse el respeto de los jerarcas que viven entre Copas de Europa, su llegada puede incendiarlo todo. El enorme talento del francés siempre ha estado acompañado de la etiqueta peyorativa sobre su carácter. Las malas lenguas dicen que no hay gallo más gallo que Mbappé. Se dice que es un líder autoritario, de los que quieren un control absoluto del vestuario. Esto, irremediablemente, choca con la filosofía del Real Madrid y el ambiente de convivencia que se respira en su actual plantilla. Posiblemente, sea el vestuario más sano y con mejor gestión de los egos en la historia del club. Si la leyenda es cierta, el francés llegaría para destruirlo todo. Sería el principio del final de una época dorada de los de Concha Espina.
Entre dos aguas está Mbappé. Puede ser el héroe que agacha la cabeza o el villano que muere matando, y le van a obligar a decidir como a cualquier otro. Así es la infinita grandeza del Real Madrid: han reducido al mínimo a uno de los mayores talentos jamás vistos en este deporte. Precisamente, desde aquí pierde fuerza la hipótesis de la destrucción del legado blanco con el galo como verdugo. Podría hacerles daño, pero nunca podría hundirles por la resiliencia que define su ADN. Ya sea con un doblete de Joselu o una tanda de penaltis, algo se inventarán para salir del embrollo. Así han ganado seis Copas de Europa en 10 años, y por ello piensan desde ya en la siguiente. Solo depende de Mbappé ser parte o no de la institución a la que pertenece (y pertenecerá) el trono del fútbol europeo.