Diez años sin un buen coche. Ese es el resumen de la carrera reciente de Fernando Alonso en la Fórmula 1. Una larguísima travesía por el desierto con monoplazas que han estado muy por debajo del nivel del piloto español.
Todo empezó a torcerse en 2014, con aquel Ferrari que subviraba y sobreviraba a la vez. Después se mudó a Reino Unido, a McLaren-Honda… y la cosa fue a peor. Ahí los podios eran una utopía. Hubo que sudar tinta para puntuar. Así, Alonso se fue de la F1 a recuperar las ganas y su amor por competir. Recordó la irrepetible sensación de la victoria, pues ganó mucho, y volvió al ‘Gran Circo’ con un único objetivo: el tercer Mundial.
En Alpine logró un podio en Catar 2021, el número 98. Pero, desde ese momento, fue en caída libre en el equipo galo: problemas de fiabilidad, confrontaciones con sus jefes, acciones cuestionables de su compañero de equipo, etc.
En verano cambió Alpine por Aston Martin. Cambiar el 4º equipo por el que en aquel momento era el 9º parecía un paso atrás. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que no. Fue un gran acierto. Me atrevería a decir que una de sus mejores decisiones de su carrera.
Durante el invierno creció la expectación por el potencial de Aston Martin. Los rumores apuntaban a buenos resultados en el túnel del viento. Desde el propio equipo alentaron a los fans, tras afirmar que habían encontrado lagunas en el reglamento o que habían modificado más del 95% del coche. Todo eso, aunado a los fichajes de Dan Fallows y Eric Blandin, el desarrollo de la fábrica y un largo etcétera, hacía presagiar que el salto podía ser importante.
En los tests se confirmó que la cosa iba bien. Muchos kilómetros, buen ritmo y sensaciones positivas. Pero solo era la pretemporada. Todos esconden algo. Siempre.
Alonso y Aston Martin ilusionan en Bahréin
El Gran Premio de Bahréin empezó por todo lo alto. Alonso quedó 2º, 1º y 1º en las tres sesiones de entrenamientos libres. Todos irradiaban felicidad. Parecía que, por fin, el español estaba de vuelta en la pelea.
La clasificación fue el golpe de realidad. Ferrari apareció y Mercedes se quitó esa careta que siempre se pone durante la pretemporada. Alonso acabó 5º por delante de los pupilos de Toto Wolff y de Lance Stroll, su compañero de equipo.
La carrera fue de menos a más. Comenzó de forma complicada para Fernando. Perdió la posición con Hamilton y después Stroll le tocó. El roce quedó en nada, pero podría haber provocado un pinchazo de Fernando. El único problema de ese accidente fue que permitió a Russell adelantar a Alonso.
Ya en 7º lugar, el asturiano comenzó a cuidar los neumáticos. Guardó goma hasta que se acercó el momento de la primera parada. Ahí el bicampeón decidió atacar y consiguió su objetivo: pasar a Russell.
Tras la parada, con el neumático medio, comenzó su ritmo infernal. Vuelta tras vuelta, recortó tiempo a Hamilton y Sainz, sus rivales por la P4, lo máximo a lo que aspiraba. Pero, como siempre, el destino se guardaba algo bajo la manga. En uno de esos cambios de planos de la FOM se visualizó a un Ferrari que se detenía sobre el circuito de Shakir. ¡Era el de Leclerc! Charles ocupaba la tercera posición y su abandono lo cambió todo.
La opción de podio era real. Sainz ocupaba ese tercer escalón y el asturiano llegaba fuerte. Sacaron Virtual Safety Car, permitiendo que se calmasen las aguas, pero fue solo una pequeña tregua en mitad de la batalla.
Ese abandono fue como un extra de combustible para Fernando Alonso… se fue el VSC y siguió volando. Rápidamente, se enzarzó con Hamilton y, tras una pelea titánica entre dos de los mejores pilotos, ‘Magic’ logró colocarse 4º.
El siguiente objetivo era Sainz y Alonso tenía el cuchillo entre los dientes. Llegó y pasó. Le costó algo menos que superar al británico. El siguiente objetivo era abrir hueco y así lo hizo, aprovechando la batalla entre el madrileño y Hamilton.
Desde ahí, la carrera acabó para Fernando. Conversó con el equipo, evitó los pianos y quiso saber en todo momento cómo iba la carrera por detrás. Es gracioso que, cuando se puso a hablar, todavía era el más rápido en la pista. Tuvo tiempo para decirle al equipo que era un placer conducir un monoplaza así.
El podio 99 ya es suyo. Lo más importante, con lo que hay que quedarse, es que este tercer puesto —a diferencia del anterior— fue por méritos propios. El ritmo estaba y Alonso lo peleó y lo ganó en la pista. Esa es la verdadera victoria y ojalá este año podamos ver más podios e incluso alguna victoria, con el permiso del todopoderoso Max Verstappen.
La próxima cita del calendario será dentro de 15 día en Jeddah, sede del Gran Premio de Arabia Saudí.