Real Madrid Champions League
Opinión

Lo paranormal es como el Real Madrid, pero fuera del fútbol

Hace tiempo que decidí que no iba a perder más tiempo en explicar lo que es el Real Madrid. No por agotamiento, sino por incomprensión. Muchos lo han intentado (y en ello siguen) mediante términos que no dicen nada: flor, escudo, mística… Yo prefiero seguir en la ignorancia, emocionándome con algo que sé cómo va a terminar. Pese a ello, lo del Real Madrid en Mánchester ha logrado perturbar mi postura zen. Sin su portero titular, con sus baluartes acalambrados y ante un equipo que fue superior, ganaron. Quizás, después de tanto tiempo, voy a querer que me expliquen la forma de competir de los blancos cuando suena el himno de la Champions.

🌟​ La eterna certeza del Real Madrid

Mi padre siempre me ha dicho que no, que no siempre fue tan fácil como en esta última década. Él se comió bastantes años sin ver ganar al Real Madrid en Europa. Las derrotas de la Quinta del Buitre edificaron un trauma que solo supo romper Mijatović en Ámsterdam. Mi generación es una que ha nacido entre algodones, cuyas heridas se cerraban al año siguiente. Lo noté en el bar en el que vi el partido. Todos estábamos tensos, pero todos sabíamos como iba a acabar. Algo haría Ancelotti con su ceja o algún actor secundario haría algo. El Real Madrid del siglo XXI es un equipo que ha educado a los suyos en la certeza de que en el fútbol gana el que marca uno más, no el que mejor juega. Sobre esta máxima han edificado su imperio actual. Como no lo hace ninguna otra institución en el mundo, saben relativizar su deporte hasta el máximo. Un gol en contra es solamente eso. Solo vale ganar, y, por suerte, es lo que mejor hacen.

Real Madrid

Lo de ayer en Mánchester es la última demostración de que el Real Madrid siempre prevalecerá. En mis años como aficionado, jamás vi un asedio así en un partido de vuelta de Copa de Europa; menos aún, al entrenador del equipo dominador tan preocupado por lo que veía. Guardiola, pese a estar en el bando contrario, y el madridismo compartían la misma certeza: la eliminatoria se la iba a llevar el Real Madrid. Se pueden inventar más términos asociados a lo intangible para definirlo, pero no iba a cambiar nada. Desde el sufrimiento y la competición, los de Ancelotti veían más cerca las semifinales que el equipo que mejor jugó. Y esto, paradójicamente, hacía superior a los del Bernabéu. Tiene tan poco sentido como los toques que dio Lucas Vázquez en el área antes del segundo penalti más importante de su vida, o como el paseo que se dio en Milán antes de chutar el primero. Lo surrealista es paranormalmente habitual.

He llegado a la conclusión de que lo único que diferencia al Real Madrid del resto de equipos del mundo es la forma de vivir los partidos. Al madridista promedio le gusta decir que no, aunque realmente cree que sí. Es como si con ello hubiese un acercamiento al populacho, a toda esa gente que rechazó la comodidad. «Para que luego digan que no sufrimos», escuché en el bar en un par de ocasiones. La cosa está en que sí, se sufre y se siente, pero con la certeza de que va a acabar bien. Hay una red de seguridad invisible (¿será el famoso escudo?) que sostiene todo, y nadie más tiene algo así en el mundo. Es lo que tiene saber que el viento siempre va a favor, aunque parezca en contra. Estoy seguro de que hasta mi padre, pese a vivir todos los años de sequía, afrontaba los partidos igual que yo. Así es el Real Madrid, y así seguirá siendo. El penalti de Rüdiger y la supervivencia en Mánchester solo son una página más de un equipo que es tan grande que, tras tanta victoria, echó de menos aquello de sufrir. Si no es así, tiro la toalla definitivamente en mi búsqueda de una explicación lógica sobre lo que hace esta gente cuando sale a Europa.

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