Real Madrid

El Real Madrid sufre como nunca y gana al City como siempre

Hay quien dice que son una lotería. Hay quien se agarra a la estadística. Y hay otros que confían en su gente de toda la vida. En los que tienen el culo pelao. Así son las tandas de penaltis. Y el Real Madrid, después de sufrir un bombardeo unidireccional del Manchester City como nunca lo había hecho en un partido de vuelta de la Champions, se agarró a la heroica y a quienes antepusieron este escudo por encima de una carrera con más protagonismo para plantarse en las semifinales. Así son Nacho Fernández, Lucas Vázquez y un Andriy Lunin que nos engañó cuando nos hizo creer que tenía menos grandeza de la que ha demostrado esta temporada.

El partido iba viento en popa a toda vela para los blancos, gol mediante de Rodrygo, el talismán de la Liga de Campeones y la peor pesadilla skyblue. Sin nada que defender, los de Pep arrinconaron a los merengues, un De Bruyne imparable lo empató (1-1; 4-4 en el global) y, cuando todo parecía perdido, el eterno rival a batir sobrevivió a la prórroga para ganarlo como mejor sabe. Con más suspense que calambres. Y ya es decir… No podía ser de otro modo, ante el vigente campeón, invicto en casa en Champions desde 2018. Ancelotti engrandece su leyenda y alcanza su décima final como entrenador. La quinta en el Real Madrid.

El Real Madrid ganó la eliminatoria en la tanda de penaltis y se clasificó para las semifinales.

El Real Madrid ganó la eliminatoria en la tanda de penaltis y jugará las semifinales de la Champions League contra el Bayern.

🤨 El Real Madrid salió mejor

El guion de la primera media hora fue algo sorprendente, porque si bien el Manchester City tenía más tiempo el balón, el Real Madrid lo tuvo mejor. Como si fuese un partido más, asumió el reto y el riesgo de atraer a un rival dubitativo en la presión para salir tocando desde atrás. Iba a ser la noche de Lunin, al guardameta ucraniano no le quemó el cuero, se identificó como hombre libre y fue el primer pasador. Los de Guardiola, demasiado largos para sus intereses, se quedaron a medio camino entre morder hombre a hombre o armar el bloque, y no hay nada más peligroso que eso contra este Real Madrid, con buenos lanzadores si no se sienten asfixiados y mejores rupturistas al espacio en su delantera.

Así cayó el 0-1 de Rodrygo y así pudieron poner tierra de por medio Carvajal y Valverde como llegadores. Más vale calidad en las transiciones que calidad, aunque, de nuevo, hubo cierta sensación de oportunidad perdida para el Real Madrid, como en el primer tiempo de la ida y como el primer partido de la serie del año pasado, en el que terminaron goleados (4-0) en la vuelta.

 

El Manchester City maduró el partido y con pura pizarra de Guardiola, le dio la vuelta a la tortilla. Presionando cada vez mejor para hundir al rival, martirizando a su adversario en el famoso espacio indefendible entre central y lateral, con un De Bruyne soberbio pese al marcaje individual de Kroos y con centros cerrados a toneladas. Siempre a pierna cambiada, bien a balón corrido con Foden en la derecha y Grealish en la izquierda, o en saques de esquina en los que el propio Phil y Kevin tenían la orden de cerrarlos todos al área pequeña. El belga, sin tregua, rozó el gol olímpico en un par de ocasiones, incluso.

🥵 El Manchester City creció y sometió

De este modo, el equipo de Guardiola firmó un segundo acto celestial, en consonancia con el final del primero. Daba la sensación de que con un gol no solo empatarían la eliminatoria, sino que desconectarían al Real Madrid del respirador, obviando que a raza pocos igualan a los blancos. En todo caso, los de Ancelotti dejaron de amenazar a campo abierto por mucho que Rúben Dias, central más posicional, cerrase a 60 metros de Ederson, de vuelta al once pese al buen hacer de Stefan Ortega.

 

Los blancos, sin descanso con balón (31% de la posesión entre el minuto 45 y 90), resistieron como gato panza arriba dentro de lo que cabe. Juntos, solidarios en las ayudas, férreos en el área y con la frontal algo mejor tapada que en la ida. Pero Carlo se olvidó de atacar y cuando entraron Brahim Díaz, con rebeldía como siempre, por Rodrygo; o un Luka Modrić con primeros pases que nadie ve, en lugar de Kroos, ya era tarde porque Vinícius estaba fundido, Bellingham perdía precisión tras tirar muchos apoyos como referencia del 1-4-2-2-2 con aroma a Karim Benzema y Camavinga decidía con menos lucidez que al comienzo para rajar el bloque acelerando a pocos toques.

A título individual, Rüdiger se consagró como baluarte en el área, Nacho se reivindicó en el duelo contra un Haaland que no quería ni ver a Antonio y que después de este encuentro tampoco querrá ver al capitán merengue, Mendy demostró que a solidez defensiva pocos le empatan y Carvajal hizo la de todos los años en primavera. Primero sufrió ante un Grealish retador desde la pausa y el amago, y después contra un Doku endemoniado en el cambio de ritmo que no paró de encarar. Valverde, el mejor amigo del hombre, ayudó mucho a tapar ese costado en ese tramo.

 

El que empató, no se podía saber, fue De Bruyne, que seguía a lo suyo. Probablemente, el futbolista más en forma del planeta en este momento. Y Bernardo Silva también creció con el paso de los minutos, Pep hizo el movimiento inverso al de la ida, con Foden por dentro y el luso tirado a la derecha. Fueron ataques con mucho más ritmo e intención, al son de un Rodri Hernández que dominó la escena como playmaker, y con más flexibilidad posicional. Sin Stones como central/centrocampista, fue Akanji quien se proyectó al ataque.

🤍 Más corazón que pizarra en la prórroga y la tanda

El Manchester City fue una pared de esas que se van cerrando en los segundos 45 minutos del tiempo reglamentario; Rúben Dias, Gvardiol y, especialmente, Kyle Walker, hundieron anímicamente al Real Madrid. Expeditivos, contundentes al choque, capaces de corregir y sin apenas errores de posicionamiento o lectura. La baza de Joselu era interesante para cuerpear y peinar algún balón, pero Carlo murió con los suyos hasta que no dieron más de sí. Carvajal y Vinícius dijeron basta y salieron sustituidos con serios problemas físicos que les dejan casi descartados para el clásico liguero del próximo domingo. Y ahí aparecieron en escena Lucas Vázquez, otro competidor nato, y Éder Militão, en sus primeros minutos prácticamente desde que se rompiera el ligamento cruzado, para hacer que el Real Madrid terminase con una línea de cinco defensas más puros.

Guardiola retiró a Haaland y con Kovacić, Stones y Julián Álvarez como revulsivos tardíos para el tiempo extra, como de costumbre en la Champions, siguió con su plan. Asediar el rancho blanco, con los córners como tortura favorita dados los problemas del Real Madrid para proteger el área pequeña. 18 lanzamientos de esquina y 33 tiros en total, por uno y ocho del Real Madrid en los 120 minutos. Ese fue el gran debe de Lunin, blocar balones e, incluso, repelerlos, ante una maraña de ocho o diez jugadores más a cinco metros a la redonda. En todo caso, realizó hasta diez paradas, antes de erigirse como héroe de la tanda de penaltis.

 

El primer lanzamiento lo mandó a guardar Julián Álvarez y el segundo, propiedad de una leyenda como Luka Modrić, resucitó los fantasmas de 2012, cuando fallaron Cristiano, Kaká y Ramos. Esta vez fue el croata quien mordió el polvo, pero Lunin le rescató al detener el segundo del City, a cargo de Bernardo Silva, y el tercero, de su compatriota Mateo Kovacić. Bellingham empató a uno con mucha calma.

Entonces llegaron las vibras de Milán 2016, en el momento que Lucas Vázquez pateó el suyo después de ir al punto de penalti dando toques. Surrealista lo del malabarista. Y Nacho, el ángel de la guarda en los días de la verdad, también transformó el suyo. Con el Madrid en ventaja, Foden y Ederson, sí el portero, alargaron la agonía, antes de que Rüdiger ajustase el definitivo a la cepa del poste, para pasar el mal trago de su despeje fallido en el gol de Kevin. Ya lo dijo Guardiola, era muy difícil tumbar dos años seguidos en Champions a un Real Madrid que reta en semifinales al Bayern más irreconocible de los últimos años.

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