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Carolina Navarro: «Es duro pasar de ser la número uno a que te olviden»

Carolina Navarro empieza su temporada número 30 como profesional, a punto de cumplir 48 años. Fue número 1 durante casi una década y es, por palmarés, seguramente la mejor jugadora de la historia del pádel femenino. Pese a todo el recorrido, mantiene la ilusión propia de una junior en cada entrenamiento y torneo. También en entrevistas como esta, donde la andaluza se muestra cercana, exhibe alegría y contagia vitalidad.

Carolina Navarro atiende a Legal Sport

Pregunta. Empecemos por una fácil. Por palmarés, ¿cuál es la mejor jugadora de la historia del pádel?

Respuesta. Si esta es la fácil no quiero saber cómo van a ser las difíciles [risas]. Creo estaría entre Icíar Montes y yo, que lo tenemos muy parecido. Aunque Alejandra Salazar tiene un palmarés increíble y todavía puede mejorarlo.

P. ¿Y entre Icíar y tú?

R. Lo dejamos en empate.

P. ¿Qué te habría gustado que hubiera hecho World Pádel Tour por el pádel femenino durante su etapa y no hizo?

R. Me habría gustado que la igualdad de premios hubiera llegado antes. Y ojo, llegó antes de lo que me esperaba. Pero si lo hicieron en ese momento, entiendo que se podía haber hecho antes. Y duró poco.

P. ¿Qué argumentos hay a favor de la igualdad de premios?

R. Creo que el pádel femenino está dando mucho espectáculo. Los partidos están perfectamente a la altura de los de los chicos en emoción, competitividad y juego.

P. Hay gente que argumenta que los chicos venden más entradas.

R. Es cierto que venden más entradas, pero si pones el partido femenino a las 12 en vez de a las 9 de la mañana, a lo mejor también lo tienes lleno. No creo que haya diferencia de público a igualdad de horario. Cuando juegan los chicos antes el público no se marcha cuando juegan las chicas. Hay una clara evolución en el pádel femenino en cuanto a agresividad y pegada. Antes había más diferencia.

P. ¿Crees que es mejor que los jugadores amateur se fijen en el pádel femenino para aprender a jugar?

R. Absolutamente. Al final lo que jugamos nosotras es más cercano, entre comillas, a lo que puede llegar a hacer un aficionado. Lo que hacen los chicos es una barbaridad, físicamente están como bestias y hacen cosas que ni yo puedo hacer. Para el aficionado, el femenino es un pádel mucho más táctico, más real, se ve mucho más la jugada. Por eso les animo a seguirlo. Aunque ojo, también verán cosas que no podrán hacer…

P. Hay mucho chico amateur diciendo que podría jugar contra vosotras. ¿Qué les dirías tú, Carolina Navarro?

R. Les diría que cuando quieran vengan aquí al club y jugamos un partidito… [risas]. A ver, si compiten a nivel alto federado puede ser, pero una cosa es lo que se ve desde fuera y otra cuando estás dentro. No se dan cuenta de la velocidad a la que va la bola y el nivel que hay hoy en día en el pádel femenino. Que no nos subestimen porque saldrían bastante dañados… mentalmente, digo [risas].

P. Que estés compitiendo al máximo nivel de pádel con casi 48 años, ¿es fruto de una genética privilegiada, de que te has cuidado mucho, o de ambas cosas?

R. Yo creo que las dos cosas, aunque comentábamos Mati Díaz y yo que es increíble que con mi edad pueda seguir compitiendo al máximo nivel y estar en cuadros finales.

Es cierto que genéticamente he tenido suerte, porque me encuentro bien. Prácticamente no me duele nada, salvo a veces las lumbares. Las lesiones después de las dos roturas de cruzado me han respetado y me he cuidado mucho. Entreno toda la semana, voy a pilates, fisioterapia, a Nesa —otro tipo de terapia—, me meto en la cámara hiperbárica y me cuido comiendo… menos los fines de semana [risas].

Tengo una compañera que me cubre mucha pista y hace los puntos cortos»

 

Intento que las horas de entrenamiento no sean tantas, pero sean de calidad, y cuido también los descansos. Cuando termino un torneo descanso los siguientes dos días, no hago absolutamente nada. Estiro, un poquito de fisio y nada más, para recuperarme bien y no pasarme.

También me he ido adaptando a una forma de jugar diferente, menos agresiva y más de mano, para intentar no correr tanto. Y tengo una compañera, Marína (Guinart) que es zurda, me cubre mucha pista y hace los puntos cortos.

P. ¿Eres de las superestrictas con la alimentación al estilo de las gemelas?

R. No. De hecho me acuerdo de un torneo en el Higuerón en el que compartíamos chalet y yo les decía “¿Qué estáis comiendo, alpiste? Parecéis pájaros.” Me moría de la risa. Yo no soy superestricta. Me cuido, pero como absolutamente de todo.

P. ¿Y te permites un lujo? Una pizza, una hamburguesa, una copa de vino…

R. Sí, sí. Yo me tomo mi copita de vino tinto los fines de semana. Me encanta porque me relaja y la disfruto un montón. Y con una me llega.

P. ¿Qué vinos le gustan a Carolina Navarro?

R. Soy de Ribera y Rioja. Me gustan muchas bodegas, por decir alguna, Muga o Matarromera.

P. ¿Cómo has conseguido mantener la ilusión y motivación a medida que te iban superando rivales a las que antes ganabas normalmente? ¿Ha habido trabajo psicológico?

R. La ilusión y motivación es fácil porque me encanta competir. Cuando estoy dentro de una pista de pádel disfruto de verdad y se me nota. Me lo paso bien. La adrenalina es increíble.

He trabajado sobre todo con dos psicólogos: Óscar Lorenzo y Juan Cañadas. Lo importante es saber tus objetivos y que sean reales. Cuando eres número uno está todo el mundo encima: los medios, los patrocinadores, la gente… y en el momento que pierdes desaparecen. Eso hay que gestionarlo porque es duro. Antes eran entrevistas por aquí y por allí, y ahora estás un poco en el olvido. Son cosas que hay que manejar y son difíciles para un deportista.

Yo he pasado por todas: desde estar número uno y que ganar fuera lo normal a que ahora sea noticia si gano un partido. Eso con Óscar y Juan lo hemos trabajado muy bien. Y también saber ser autocrítica, tener los pies en la tierra y saber el momento en el que estás.

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P. Que haya menos entrevistas o patrocinadores puede ser normal, pero esos amigos que aparecen y desaparecen, ¿qué clase de valores humanos tienen?

R. Bueno, evidentemente considero que no son mis amigos. Pero hay gente así. Hay gente que a mis amigas cuando están conmigo las saludan y cuando no, no las saludan. Son cosas que pasan.

P. ¿Cómo te encontraste en 2023?

R. La verdad es que muy bien. Empecé con Mari Carmen Villalba, y luego con Marina fuimos de menos a más, porque yo tenía que adaptarme a su juego y ella al mío. Estuvimos hablando mucho de la forma en que tenía que jugar yo para que ella pudiera entrar más en pista, ser más agresiva y encontrar golpes más ganadores. Terminamos haciendo muy buenos partidos contra rivales de mucho nivel y encontrando algunas victorias importantes.

P. Eso también dice de ti, que con tu trayectoria seas capaz de cambiar tu forma de jugar para adaptarte a chicas mucho más jóvenes. ¿Es por el hambre de victoria?

R. Yo he sido de parejas largas siempre y tenía mi forma de jugar, pero soy competitiva y quiero sacar lo mejor de mi compañera y de mí también. Me encantan los retos, me encanta mejorar. Sigo pensando que cada día es un aprendizaje. Todo lo que tenga que hacer para mejorar lo seguiré haciendo.

P. Si tuvieras que hacer la jugadora de pádel perfecta, ¿cómo sería?

R. La volea de derecha de Paula JoséMaría. De revés, Ari Sánchez. La bandeja de Alejandra (Salazar), la pegada de Beíta (Bea González), mi bajada de pared de revés por poner algo mío…

P. Tu saque de revés.

R. También. Me encanta también el remate paralelito que tiene Virginia Riera. La víbora de Delfi (Brea) y Mapi (Sánchez Alayeto). De fondo, la derecha de Delfi y el revés de Gemma (Triay).

P. Cuéntame algo que te haya pasado en la pista y dijeras “tierra trágame».

R. Estaba en Málaga y vino mi familia a verme con mi sobrino, que tendría 6 o 7 años. Yo estaba jugando fatal y de repente fallo una bola y me grita “¡Espabila, tía Carol!”. Yo lo quería matar. Digo, «no puede ser». La gente muerta de risa, claro.

P. Como Belasteguín, tú también tienes un proyecto. Háblanos de ‘Palas para todos’. ¿Qué es lo que quieres aportar a la sociedad desde el pádel?

R. Palas para todos es lo mejor que me ha dado el pádel, lo que más me está llenando. Es como devolverle un poco al deporte que tanto me ha dado.

Es mi asociación de pádel adaptado desde hace 11 años. La llevamos entre mi hermana, Nini y yo. En Málaga tenemos 70 chicos con diferentes discapacidades —autismo, asperger, parálisis cerebral— que van a nuestra escuela. También los llevamos a competiciones y exhibiciones.

Es increíble la energía que se genera y la felicidad de los chicos al venir a clase. Es mucho más que hacer una volea o meter una bola. Les ayuda a socializar y la idea es que sea cada vez más grande para ayudar a cuanta más gente mejor.

Recaudar fondos siempre es complicado, pero luchamos por ello porque queremos conseguir dinero para becar a los chicos que están en situaciones más desfavorecidas. Es una forma de utilizar el pádel para acercar a la gente con discapacidad.

P. ¿Si en el futuro no te dedicaras al pádel qué harías?

R. Montaría una escape room. Me parece superentretenido para la gente y también para hacer equipo en las empresas. Podría tener una temática de pádel.

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