Este sábado, 21 de abril de 2024, hubo dos encuentros en la primera división española que sirvieron para reabrir el debate sobre si la tecnología de gol debe implantarse en la liga. En el Real Madrid vs. Barcelona, por la polémica parada de Andriy Lunin sobre la línea de gol. Y en el Getafe vs. Real Sociedad, por una situación curiosa e inverosímil a partes iguales. En la hoja del partido figuran Ander Barrenetxea y Óscar Rodríguez como goleadores; sin embargo, el segundo de ellos no llegó a celebrar el gol. Quien sí lo hizo como si fuese suyo fue Juanmi Latasa, su compañero en la punta de ataque. ¿Cómo se explica eso? Véanlo ustedes mismos, una imagen vale más que mil palabras.
Efectivamente, todo tiene que ver con un gol fantasma, de esos que no sabes que han entrado hasta que ves la repetición. Aunque, en realidad, el propio centrocampista ofensivo, ex del Leganés o Sevilla, ya la reclamó al instante. «Será un acto reflejo, los jugadores hoy en día protestan todo», pensaron muchos. Sin embargo, en tiempos de máxima tecnología en los rectángulos de juego, el VAR entró para cambiar la autoría del gol. Juanmi Latasa marcó de cualquier modo el tanto que igualaba la contienda a la media hora de juego, pero las repeticiones evidenciaron, sin necesidad de tirar las líneas, incluso, que el remate en aquella instancia había salido de los límites del campo. Por tanto, el gol de Latasa pasaba a ser ilegal, la particularidad es que traspasó la línea entre los tres palos. Por tanto, el gol se lo dieron a Óscar Rodríguez.
💻 ¿Es necesaria la tecnología de gol?
Jugada curiosa a un lado, la pregunta que se hacen muchos ahora es si el árbitro habría validado el gol de Óscar Rodríguez en caso de que Juanmi Latasa no hubiera marcado en la acción posterior. La respuesta es sí, ya que el VAR entraría para revisar uno de los cuatro supuestos que se contemplan en el reglamento. En todo caso, esta jugada no hace más que evidenciar que el ojo humano en este tipo de acciones tiene una cuota de error mucho mayor que que la tecnología Hawk eye, similar al ojo de halcón en el tenis, que a través de una pulsera le comunica rápidamente al colegiado sobre la validez o no de un gol.
El Aston Villa vs. Sheffield United de 2020 demuestra que la tecnología de gol también puede fallar.
Por ejemplo, en la Premier League ya se usa este método, aunque tampoco es garantía de éxito. El precedente del Aston Villa vs. Sheffield United de 2020 es la prueba de que pueden darse casos también, con la tecnología de gol, en los que la pulsera indique que el balón no ha entrado y se pueda comprobar a posteriori el error informático. Así sucedió en aquel partido y la avalancha de críticas se cebó con Michael Oliver, cuando el verdadero culpable era el sistema de videoarbitraje.
Tras lo sucedido, se argumentó que «las siete cámaras colocadas alrededor del campo fueron significativamente tapadas por el portero, el defensor y el palo. El nivel de oclusión nunca se había visto en más de 9.000 partidos en los que ha estado presente esta tecnología», apuntó el comité arbitral. Similar, por tanto, a la imagen del último clásico entre Real Madrid y Barcelona, en la que Andriy Lunin tapa el balón en la línea de gol y no se aprecia con claridad desde todas las tomas de si entró o no.
El Barça reclamó un gol fantasma de Lamine Yamal ante el Real Madrid. En el momento de la parada, Lunin obstaculiza la visión de varias cámaras para su revisión de VAR.
Por tanto, existen precedentes de que ambos métodos son falibles, por lo que lo ideal en estos casos es utilizar la tecnología Hawk eye, pero sin darle plena credibilidad y sin que su uso implique no revisar las jugadas con el método de VAR tradicional, con el que se comprueban los fueras de juego. La tecnología siempre ayudará la labor arbitral, pero esta siempre debe ser supervisada por el ojo humano y que prevalezca su decisión.
