Los Países Bajos son sinónimo de fútbol. Allí, además de una extensa lista de jugadores ilustres, nació el estilo de juego que revolucionó Europa en los 70 y que cambió la filosofía futbolística de España. Ahí es nada. Sin embargo, su trayectoria en competiciones internacionales ha sido demasiado irregular para un país con tanta importancia. Solo cuentan con una Eurocopa en su palmarés, pues muchas de sus grandes generaciones murieron en la orilla. Siempre están entre los favoritos para ganar un título y casi nunca les acompaña la suerte. Es su particular maldición, esa que les impide tirar la toalla para sumar un fracaso más.
De momento, en Alemania vuelven a estar cerca de su segundo trofeo. Están a dos partidos de ganar otra vez la Eurocopa. Inglaterra es la penúltima piedra en su camino, la que comenzará a decidir si continúa el ciclo neerlandés. Con Ronald Koeman al frente (y al trantrán en su juego), Países Bajos ha vuelto a resucitar. Como otras tantas veces en el pasado, vuelven a tener la oportunidad de jugar contra su maleficio. ¿Podrán romper el bucle en su enésimo intento?
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✍️ Países Bajos, despacito y con buena letra
Que la ‘oranje‘ esté semifinales de la Eurocopa no sorprende por su historia, pero sí lo hace por su presente más reciente. Y es que, a los pocos días de estar en Alemania, sufrieron un revés que terminó de matar su (mínimo) favoritismo. Frenkie de Jong, el cerebro del equipo, no llegó a tiempo al torneo. Él y Koeman decidieron que lo mejor sería no forzar su maltrecho tobillo y apostar por otro futbolista que sí estuviese al 100%. Fue una decisión durísima: Países Bajos tuvo que prescindir del jugador que les hacía ser Países Bajos. De Jong era la identidad del equipo, la extensión del entrenador en el verde. Todo perdía sentido sin el centrocampista culé en la sala de máquinas.
Semejante baja se notó durante la fase de grupos. El rendimiento del equipo fue muy pobre, tanto que casi se quedan fuera. Solo el peor desempeño de Croacia y Hungría (los dos peores terceros) les colocó en octavos de final. Era difícil estar contentos con lo que se había visto. Habían sobrevivido por una mezcla entre la fortuna y los chispazos de un entonado Cody Gakpo. No obstante, no podían quejarse en Países Bajos. Esa suerte que les hizo pasar de ronda les acompañó en el cuadro, algo que no suele serles común. Cayeron por la parte más sencilla, por lo que era factible llegar a la final pese a su mal rendimiento. Tenían el viento a favor, algo extraño dentro del gafe ‘oranje’. Si seguían así, aunque fuese en contra de su forma de sentir el fútbol, tendrían la oportunidad de romper su maleficio.
Dicho y hecho. El paso de los partidos ha permitido que Países Bajos se reencontrase con su fútbol pese a la ausencia de Frenkie de Jong. Mediante el equilibrio que aportan Reijnders y Schouten, Koeman ha logrado montar una estructura sobre la que crecer. Quizás no ha sido tan brillante como cabría esperar, pero sí ha sido suficiente para avanzar. Y ya, desde las semifinales, la posible conquista europea no parece tan lejana. Tienen a Gakpo en estado de gracia, y el equipo ha mostrado solidez suficiente como para ser un rival incómodo para cualquiera. Más aún, claro está, si el oponente en cuestión es Inglaterra. Ha dejado de ser una locura imposible aquello de romper el bucle de sinsabores internacionales.
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Inglaterra: más talentosa, menos coral
La segunda semifinal de la Eurocopa es la de las maldiciones. Si en Países Bajos sufren un bucle, en Inglaterra están igual. Desde que ganaron el Mundial en 1966, su equipo masculino no ha ganado nada. Y, tal y como le ha pasado a la ‘oranje‘, han perdido varias finales. Ambos llevan demasiado tiempo envueltos en una pesadilla, y la ansiedad por salir puede jugarles una mala pasada en su enfrentamiento. El que mejor sepa gestionar sus demonios será el que empiece golpeando en la semifinal.
Esa primera ventaja desde lo emocional tiene muchas papeletas para ser definitiva en el marcador. Inglaterra ha pasado aún con menos brillantez que Países Bajos, y eso que disponen de mucho más talento. Ahí reside el gran pecado capital de Southgate: no es capaz de convencer con una de las mejores plantillas que han tenido los ‘three lions‘. El seleccionador inglés es tremendamente conservador en sus planteamientos, lo que le ha permitido sacar resultados a costa de limitar a sus futbolistas. Por ello, Koeman está por delante al respecto. Aunque Países Bajos tampoco brilla, sí ha sabido generar un sistema con sentido y que potencia a sus futbolistas. O, al menos, expone menos sus carencias. Son conscientes de sus limitaciones y de sus virtudes. Saben que si están ordenados, llegará el triunfo. Ya sea por medio de Gakpo o de su enorme potencial a balón parado, tienen armas para hacer daño a una Inglaterra que vive de las rentas.
🧡 La afición neerlandesa tomará Dortmund
El Signal Iduna Park es el estadio que albergará la semifinal entre Países Bajos e Inglaterra. Se espera que, como en el resto de choques de la ‘oranje‘, haya una invasión neerlandesa en Dortmund. Por derecho propio, se han ganado el honor de ser una de las mejores aficiones de esta Eurocopa. Sus desplazamientos masivos siempre van acompañados de ‘Links Rechts‘, la canción que acompaña su icónico baile de izquierda a derecha. Ellos, a medida que teñían las calles de naranja, se han ido creyendo poco a poco la posibilidad de ganar otra Eurocopa. Hace tiempo que no estaban en un escenario así, y lo saben.
A ellos, mientras puedan seguir bailando, poco les importa la brillantez de su equipo. Es más, ya ni se acuerdan de la baja de Frenkie de Jong. Así son los efectos colaterales de llegar hasta las semifinales de una Eurocopa: poco importa como las alcances si es que lo consigues. La única pega para Países Bajos es que, por mucho tiempo que haya pasado, no son ajenos a estos escenarios. Saben que es su paso previo al regreso a la casilla de salida. Con ello tendrán que jugar para hacer historia. Una vez más, todo dependerá de lo que pase en el césped. Ahí, el balón decidirá si es momento de romper el bucle o de darle una vuelta más a la selección que vive una continua resurrección.