El Borussia Dortmund, desde hace un tiempo, se ha dedicado a desarrollar talento. No por nada tuvieron futbolistas con pasado o presente aurinegro en siete equipos de los cuartos de final y en todos los clasificados a semifinales de la Champions. Pese a ese rol en el segundo escalón del fútbol europeo, saben lo que es ganar una ‘Orejona’. Lo lograron en 1997, y se quedaron cerca en 2013. Precisamente, aquel subcampeonato llegó en Wembley, sede de la final de este año. Más de una década después, el Borussia Dortmund volverá al punto de partida.
💔 Wembley, testigo del final de un equipo que enamoró a Europa
A principios de la década de 2010, el Borussia Dortmund era uno de los equipos más excitantes de Europa. Con Jürgen Klopp al frente, los de la cuenca del Rühr tenían una plantilla llena de nombres ilustres. Además, su estilo de juego sentó las bases del gegenpressing que tan popular se hizo en los años posteriores. Ganaron dos Bundesligas seguidas, y el 2013 parecía el año ideal para robarse el show en la Champions League. Eliminaron al ‘EuroMálaga‘ (no sin polémica) y al Real Madrid de Mourinho, lo que les mandó a Wembley. El Bayern de Múnich les esperaba en Londres para disputar la primera final alemana de la historia de la Copa de Europa.
El encuentro estuvo tremendamente disputado. Si es por ocasiones, pocas finales han sido mejores. No obstante, los goles no llegaron hasta la segunda mitad. Fue Mario Mandžukić el que abrió el marcador en el 68′, y cinco minutos después empató İlkay Gündoğan desde el punto de penalti. Todo apuntaba a que el choque se iba a ir a la prórroga. Entonces, apareció Arjen Robben. El hombre que estaba maldito en las finales fue el verdugo del Borussia Dortmund en Wembley. Cerca del final del tiempo reglamentario el esférico llegó a sus pies. Solo Weindenfeller podía hacer el milagro bajo palos, pero no se dio. El balón entró con suavidad en la portería, dejando a los de Klopp a las puertas de conquistar Europa.
Después de aquella final llegó la desbandada. Mario Götze ya había firmado por el propio Bayern de Múnich, y Robert Lewandowski y Mats Hummels no tardarían en seguirle. Luego, Jürgen Klopp se marchó a reconstruir el Liverpool e İlkay Gündoğan hizo las maletas rumbo a Mánchester. Solamente se quedó Marco Reus. No les quedó más remedio que aceptar su condición de equipo de segunda línea. El dinero que consiguieron, en vez de gastarlo en futbolistas consolidados, lo invirtieron en jóvenes promesas antes de que fuesen estrellas. Así, año a año, se han reinventado. Lo de este 2024, por mucho que sea su rebelión ante los grandes, no va a cambiar su política de fichajes. No quieren repetir lo que les sucedió a principios de siglo.
🏆 El precedente del Borussia Dortmund campeón, para lo bueno y lo malo
Antes de quedarse a las puertas de tocar el cielo en Wembley, ya lo consiguieron en 1997. Vencieron a la todopoderosa Juventus de Zinedine Zidane en Múnich, logrando así su primera y única Champions League. Fueron los años dorados del club, aquellos en los que Ottmar Hitzfeld guio al equipo a la conquista de Europa y del mundo. Ganaron todo lo que se podía ganar, lo que elevó enormemente las expectativas. El Borussia Dortmund podía seguir en lo más alto. Pese a ello no lograron emular semejante éxito. ‘Solo’ lograron llevarse aquella famosa Bundesliga que perdió el Bayer Leverkusen de Ballack a principios de siglo.
La crisis existencial del club desembocó en una económica. Se quedaron al borde de la bancarrota menos de una década después de su conquista de la Champions. Consiguieron vencer a los grandes favoritos para ganar aquella final, sí, pero ni así se aseguraron su futuro. Solo Klopp pudo llevar a cabo la reconstrucción del club. Fue un aviso a navegantes de lo que supone ganar: la victoria no es eterna, y se vuelve amarga a medida que pasa el tiempo. Y es que, a fin de cuentas, no hay mayor triunfo que la supervivencia del club. El Borussia Dortmund estuvo de cerca de ser el Ícaro del fútbol de élite, lo que le hizo aprender a no excederse entre los gigantes europeos.
🏟️ Una vez más, Wembley espera
Lo mejor para los del Signal Iduna Park es que, pese a aprender a vivir con el freno de mano echado, han alcanzado otra final más de Champions League. Su historia, así como en el mapa futbolístico europeo, es ambigua de cara a esclarecer lo que pasará en Wembley. Pueden pagar el enorme precio de vencer a los grandes favoritos, o acabar cayendo para replantearse todo una vez más. Vuelve a estar todo abierto para el Borussia Dortmund, más aún contra el Real Madrid. Ante los blancos, así como en sus finales, han mostrado sus dos caras.
Es innegable que la lógica apunta a que las vitrinas del Bernabéu acogerán una Copa de Europa más en junio, y que los aurinegros se quedarán a las puertas de algo más grande una vez más. Como en 1997 y en 2013, la esperanza será su mayor arma. Con ello tocaron el cielo, cayeron al infierno y se volvieron a levantar. La final de Wembley, una vez más, se erige como un evento canónico para ellos. Su futuro se moldeará en función de su segunda visita al templo del fútbol inglés. Reus y Hummels, los únicos jugadores del Borussia Dortmund actual que también estuvieron en aquella plantilla del 2013, lo saben: todo pasa por Londres.