BARCELONA 3-2 ALMERÍA
⚽ Barcelona

El Barcelona respira a costa del Almería para cerrar el 2023

El Barcelona está destinado a pasarlo mal. En medio de su viacrucis, la excelencia de su juego sale a cuentagotas y los buenos resultados han dejado de ser norma. Pese a ello, van a terminar el 2023 cogiendo aire a costa de un Almería que pudo llevarse un punto del Camp Nou. Gracias a un doblete de Sergi Roberto y otro tanto de Raphinha, los de Xavi cierran el año con un sufrido triunfo ante el conjunto andaluz (3-2),

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El Barcelona se presentó en Montjuïc con más necesidades que certezas. El Almería, por su parte, estaba igual. Sus razones eran diametralmente opuestas, pero ambos requerían del mismo remedio: una victoria para cerrar el aciago 2023. Eran las dos caras de la misma moneda. Las diferencias que les unían no tardaron en plasmarse sobre el césped. Mientras que el Barça buscaba hacer daño con la posesión del balón, el Almería se parapetaba cerca de su área. Y, como no, el público local estaba cada vez más incómodo por el atasco de su equipo. Las dudas no paraban de crecer en lo alto de Montjuïc.

A cada pase, la indecisión del Barcelona se ponía delante del espejo. Por mucho que quisiera correr, su disposición táctica —más similar a la de un equipo de balonmano que a uno de fútbol— se lo impedía. Era una lucha constante entre el corazón y el cerebro en la que no ganaba nadie. Los de Xavi Hernández tenían que luchar contra los esfuerzos del Almería y sus propios fantasmas, lo que dificultaba todo a sobremanera. Solo un regalo del cielo podía desatascar su lucha interna, y así llegó el tanto que abrió el marcador. Tras el rebote de un córner, Raphinha introdujo el balón en la portería con rabia. Era un gol trabado y gris, así como el juego del Barcelona, pero era más que suficiente.

Raphinha Barcelona

Raphinha marcó el primer gol y asistió a Sergi Roberto en el segundo.

Como si fuese por arte de magia, las aguas se calmaron en un Montjuïc que estaba a punto de abrazar la música de viento. Cuando ganas, la vida se ve de otra manera. El alivio fue tal que hasta a Xavi le pillaron suspirando en el área técnica. Por fin, la Diosa Fortuna se había hecho culé. El gran problema es que las certezas del fútbol duran poco. Si en una jugada sale cara, la siguiente puede ser cruz. Y el Almería, por su parte, merecía más. El desahogo del Barcelona se tornó en relajación, y este fue el paso previo al empate. Leo Baptistao se plantó en un mano a mano con Ter Stegen e hizo lo que tenía que hacer. El 1-1 trajo de vuelta los pitos al Lluís Companys.

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La segunda parte tenía que ser la del cambio, y Xavi estaba dispuesto a ello. Dio entrada a Ferran Torres (para tener más amenaza arriba) y a Jules Koundé (para que el Almería no tuviese tanta). Con estas permutas, debía llegar el ansiado gol. El Barcelona tenía que mostrar entereza después del empate, y estaban dispuestos a enfrentar todas sus contradicciones. Entonces, apareció un problema nuevo. Luís Maximiano ya se había metido en la psique culé en la primera mitad, pero su primera mano en la segunda era la consumación de un nuevo trauma. Al Barça le iba a tocar pelearse contra una pared.

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Ese golpeo incesante y dañino parecía que no iba a llegar a ningún sitio. Cada jugada del Barcelona era un brindis al Sol. Como si ignorasen todo lo que dice el libreto de su estilo, solo confiaban en que sus soluciones apareciesen a balón parado. Es donde más marcan los de Xavi y más sufre el Almería en esta liga, por lo que era la vía para sobrevivir. Y, en esas, les cayó un córner del cielo. Es más, no está claro si era saque de esquina. El punto es que ahí estaban, otra vez, buscando ganar con la estrategia. Sergi Roberto, el capitán, lo logró con un remate estratosférico. Era la única forma que tenía para batir a Maximiano, y celebró con rabia, como Raphinha. El gol era un nuevo canto a la esperanza.

Una vez más, el Barcelona volvió a sonreír; una vez más, la historia estaba destinada a repetirse. La relajación reapareció en la escena. El panorama fue tan desolador que hasta Iñaki Peña, aquel al que podían agarrarse, falló en el 2-2. No agarró un balón llovido y le dejó el balón franco a Edgar para empatar el partido. Ni en el banquillo del Almería se lo podían creer: la Diosa Fortuna había confirmado que nunca fue culé, que todo era mentira. Esta dura revelación se confirmó poco después con el asedio del Barça. Fallaban hasta cuando Maximiano estaba vencido. De nuevo, dependían de un milagro para ganar. Y, como si esta historia estuviese en bucle, ese rayo de luz se llamaba Sergi Roberto. Apareció otra vez de la nada para mostrarle a sus compañeros el camino del gol. El doblete del capitán del Barcelona no solucionaba ningún problema para cerrar el 2023, pero sí valía tres puntos. Y, si le sumamos una mano milagrosa de Peña a última hora que perdona su error, es más que suficiente.

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