El 20 de abril de 2011 debería ser uno de los días más recordados por el madridismo. Y eso que, tan solo, es la fecha en la que ganaron una Copa del Rey. Visto así, con 14 Champions en sus vitrinas, podría parecer banal, pero nada más lejos de la realidad. Fue ‘La Copa del Rey’, la noche en la que la resistencia de José Mourinho venció al tiki-taka de Pep Guardiola para, poco después, ver cómo cambiaría la hegemonía de ambos equipos en Europa. El principio del fin para el mejor Barça de la historia y un oasis en mitad del desierto con el que el Real Madrid rompió una sequía de 18 años sin ganar el torneo copero.
🤬 El año de mayor tensión entre Real Madrid y Barcelona
El partido se disputó en Mestalla, a sabiendas de que una semana después se volverían a ver las caras en las semifinales de la Champions League. En total, cuatro clásicos en 18 días, con una tensión desmesurada de por medio y varios precedentes que no invitaban al optimismo merengue. En la retina aún estaban el 2-6 y ‘El Sextete’ culé, mientras que el clásico más reciente terminó con un contundente 5-0 favorable a los de Guardiola. Expulsión de Ramos mediante, por impotencia, el Barça le arrebató el liderato a su eterno rival en noviembre de 2010, cogió velocidad de crucero y parecieron invencibles en aquel momento. Pero si alguien podía plantarle cara al Barça, era el Real Madrid, el segundo en discordia en España y el otro equipo más temido de Europa.
Mourinho cumplió con su papel de villano, maldijo del calendario y cuestionó la integridad arbitral. El primer round fue el más tranquilo, en liga, porque pese a tratarse de la jornada 32, la distancia a favor de los culés era de ocho puntos y un gol average casi imposible de revertir. El Bernabéu asistió a un 1-1 en el que Messi y Ronaldo abrieron boca, de penalti, para lo que vendría después. A continuación, llegaría esta final de Copa del Rey, que en otras circunstancias habría sido el partido del año en la península ibérica. Y, como colofón, unas semifinales de Champions League que paralizaron el planeta fútbol. La Copa fue a parar a la sala de trofeos de la Castellana, como ahora comprobaremos, pero en la máxima competición continental el Barça se iba a vengar.
Fue a la semana siguiente, cuando los culés se tomarían la revancha. El destino quiso que se reencontraran nuevamente en la penúltima ronda de Champions y, esta vez, ganaría el Barça en una eliminatoria plagada de más polémica por la expulsión de Pepe tras la entrada a Dani Alves en la ida o por el gol anulado a Higuaín en la vuelta. Desde la previa, en la semana posterior a la consecución del titulo copero para los blancos, el cruce de declaraciones entre ‘Mou’ y Pep fue frenético. Historia del fútbol. «Guardiola critica los aciertos del árbitro, yo esto nunca había visto… » se arrancó el portugués. A lo que el de Santpedor contestó con su tajante y famoso «Mourinho en esta sala es el puto jefe, el puto amo, es el que más sabe del mundo y yo no quiero competir aquí ni un instante».
Real Madrid vs. Barcelona: los clásicos más calientes del siglo XXI
Ya sin Pepe y el famoso trivote en el campo, Messi marcó un doblete que enmudeció al Bernabéu, pero no a Mourinho, que también vio la roja en la ida: «¿Por qué expulsan a Pepe? ¿Por qué no marcan cuatro penaltis contra Chelsea? ¿Por qué expulsan a Thiago Motta? ¿Por qué expulsan a Robin van Persie? Yo me pregunto por qué…». El Real Madrid juntó toda esa rabia para intentar tomar el Camp Nou con una de sus míticas remontadas, que, por un momento, se vio posible. Casillas mantuvo a los suyos con vida una vez más y, tras el gol anulado al ‘Pipita’, Pedro puso el 3-0 en el global. Ni así tiró la toalla el equipo dirigido ese día por Aitor Karanka. Marcelo descontó a falta de media hora y unos minutos de asedio generaron el run-run en la grada, aunque no hubo más goles y, finalmente, los azulgrana se clasificaron para la final. El doblete estaba al caer, para resarcirse por la Copa del Rey.
🏆 Una final para la posteridad
El Barcelona llegaba como claro favorito. Hasta la victoria en el Etihad en la presente edición de la Champions, seguramente fuese el mayor ejercicio de resistencia del Real Madrid en el S. XXI. Todo ello, aderezado por altas dosis de violencia, tal y como exponían desde el feudo azulgrana. Pruebas tenían, ya que hubo varias tanganas y un antideportivo pisotón de Arbeloa a David Villa, compañeros de la selección hacía unos meses para ganar juntos el Mundial de Sudáfrica. Desde el Bernabéu alegaban que el Barça simulaba las acciones, con la recordada imagen de Sergio Busquets en el suelo, rostro tapado, salvo por una rendija para visualizar cuál era la reacción del colegiado.
En lo deportivo, el Barcelona dominó muchos tramos del tiempo reglamentario y llegó a marcar el 1-0, aunque no subió al marcador por un fuera de juego milimétrico de Pedro. El mismo al que Casillas ya le había sacado una mano cambiada marca de la casa. Ronaldo avisó en varias acciones al espacio y después de que el poste impidiera que Pepe se vistiera de héroe, vino la magia para los de la capital. El único gol estaba reservado para Cristiano, en el minuto 113 de la prórroga, tras una pared de Marcelo y Di María sacando fuerzas de flaqueza.
El título fue a parar a las vitrinas del Bernabéu, la decimoctava en su historia. Una muy representativa, eso sí. La Copa del Rey más especial. Y, aun así, llegó en dudoso estado, ya que a Sergio Ramos se le cayó desde lo alto del autobús en mitad de una celebración por todo lo alto en Cibeles. «Era tirarla o caernos los dos», sostuvo el camero, rey de ceremonias. La ocasión lo merecía y, de hecho, esa final de 2011 supo mejor que varias de Champions, por cómo sucedió.