Xavi, tras caer ante el Villarreal, confirmó el final de su era a final de la presente campaña. Con él, se engorda la lista de leyendas que acaban estrelladas en el área técnica. Antes de él fueron Frank Lampard, Andrea Pirlo y Steven Gerrard los que estaban llamados a cambiar el rumbo de sus equipos de su vida y terminaron saliendo por la puerta de atrás. El del Liverpool, por ejemplo, ni ha llegado a ser considerado para entrenar al club de su vida tras tropezar en el Aston Villa. Como si fuese una maldición, todos ellos han caído tras cumplir la profecía que les llevaba al banquillo. Xavi solamente es el último. ¿Qué es lo que les pasa en el área técnica?
💭 ¿Realmente saben transmitir sus conocimientos?
Los nombres de esa lista de leyendas caídas en desgracia durante su travesía en el banquillo tienen algo en común: todos ellos fueron centrocampistas tremendos. Eran capaces de leer las necesidades de su equipo y las debilidades del contrario con un simple vistazo al campo. Xavi, Pirlo o Gerrard tenían ese talento natural que invitaba a pensar en su futuro como entrenadores. Si eran capaces de detectar las soluciones con el balón en los pies, podrían hacerlo desde el área técnica. Pese a ello, algo ha ocurrido para que se torciese esa concepción.
Según la psicóloga Sian Beilock en el artículo «The Best Players Rarely Make the Best Coaches» del portal ‘Psychology Today‘, Xavi Hernández y compañía sufren una paradoja a la hora de explicar lo que hacen por puro talento. El tener que hacer el proceso mental de diseccionar esas jugadas que solo ellos ven les lastra. Cuando jugaban, esas acciones nacen del talento, no de una comprensión superior del juego. De ahí sale que se les complique el explicar lo que hacen. Ejemplos como este hay muchos. Sin salir del Barça, el propio Pedri reconoció que no había pensado demasiado lo que hizo tras anotar un gol estratosférico ante el Galatasaray en la Europa League. Los genios futbolísticos actúan y no se hacen preguntas.
🎥 Pedri’s Goal vs Galatasaray
💭 What a moment. What a goal.
— Barça Spaces (@BarcaSpaces) March 5, 2023
Hace algunos días, Xavi dejó una declaración reveladora al respecto. «Me desespero porque yo veo el pase, que era mi calidad, pero es cuestión de tiempo que lo vean», dijo tras un encuentro. Él sigue viendo por dónde debe ir la jugada, pero sus jugadores no tienen la misma lectura privilegiada que tenía el legendario centrocampista. Gerrard, Pirlo o Lampard hubiesen disfrutado de sus equipos si no fuese porque ellos estaban encerrados en el área técnica. Además, se suma otra problemática que afecta a la hora de transmitir el mensaje: son entrenadores jóvenes que han quemado etapas muy rápido. El shock cuando llegan a la cumbre está asegurado. Son demasiados inconvenientes para resolver las problemáticas que plantea la gestión de un vestuario.
❌ Xavi, Lampard y compañía llegaron en una situación complicada
Todos estos nombres de leyendas suelen llegar al banquillo cuando las cosas no van bien. Los clubes los usan de escudo, pues ellos tienen el beneplácito del público. Son el bote salvavidas que reactiva la moral del grupo. Esto, por mucho que sea beneficioso en el corto plazo, rara vez tiene efectos milagrosos y permanentes. Es más, posiblemente solo lo hayan logrado Pep Guardiola y Zinedine Zidane. Cuando no es ninguno de estos dos, ese subidón inicial se acaba desinflando. Es el preludio de un desengaño profundo como el que viven ahora los culés. Si ni un referente de tiempos mejores ha logrado reconducir la situación, ¿quién va a conseguirlo?
A ese hándicap de tener una situación adversa en contra se suma esa incapacidad para transmitir sus ideas. Es otro elemento más que se suma a esta cadena comunicativa defectuosa desde su concepción. Al final, así como señaló Xavi, acaba provocando «frustración» entre el entrenador y sus jugadores. Ni ellos plasman lo que el técnico quiere, ni él es ese líder idealizado que podía revertir todo. Es una bola que crece jornada a jornada hasta que se hace insoportable. Si regresamos al ejemplo de Xavi, los triunfos en 2023 fueron el parche que permitía sobrellevar (y de paso, esconder) los problemas que han estallado en la presente campaña.
🔝 Las excepciones que hacen la norma
No solo Guardiola y Zidane consiguieron escapar de esa maldición que tienen los jugadores de su nivel en los banquillos. Mikel Arteta, sin ser ese jugador de superélite, sí fue uno bastante destacable en la Premier League, y en el Arsenal ha echado raíces. Su amigo Xabi Alonso, por su parte, parece que será un entrenador legendario. Por ello, es un poco injusto decir que todos los exjugadores con cierto bagaje en un club son un fracaso como entrenadores. Lo cierto es que en su mayoría es cierto, pero no en su totalidad. Hay excepciones muy honrosas. Todos ellos han trascendido como genios absolutos, y quizás ahí está el tema. Son los que han cumplido, con sus más y sus menos, las enormes expectativas que exigía su pasado. Y esto, por suerte o por desgracia, solo lo pueden conseguir unos pocos.
Luego, en todos ellos también hay otro punto importante. Tuvieron tiempo para edificar su proyecto y fortalecer su mensaje. Da igual si se lo dieron o se lo ganaron a base de victorias, porque es algo que estuvo ahí. Además, cuando se da la oportunidad a un proyecto de que evolucione, es cuando más se puede medir el talento de un técnico. Nadie sabe lo que hubiese pasado si se hubiese tenido más paciencia con los Xavi, Gerrard y compañía. La historia, en más casos de los que se podría pensar, podría haber sido diferente. Pese a ello, así es el fútbol. No tiene memoria por nada ni por nadie. Tritura hasta sus leyendas sin piedad, mandando un recordatorio de que nada es eterno mientras la pelota ruede. Solo unos afortunados pudieron extender su legado, y eso que tienen la certeza de que no será para siempre. Ahí es donde reside la crudeza de esa maldición que se ha cobrado el puesto de Xavi Hernández. No se puede decir que no avisaron a la siguiente víctima de esta problemática que baja al barro a cualquier referente.