El Real Madrid-Athletic pasará a la historia. No lo hará por los dos goles de Rodrygo ni por el regreso de Militão, y tampoco será por el gesto de Bellingham. Será porque, después de más de 120 años de historia, el rival del Real Madrid fue el que jugó de blanco en el Santiago Bernabéu. Y todo fue por una maniobra de marketing tan revolucionaria que va contra las ventas de su propio producto.
El rato que tardé en descifrar las equipaciones del partido merece un ‘Dieguenazo’.
🥴 El Real Madrid de morado, y el rival de blanco
Os voy a poner en situación. Ayer me tocaba cubrir aquí el Real Madrid-Athletic, por lo que algo me sonaba todo este embrollo de las equipaciones. Lo primero que vi fue un tweet de los visitantes en el que afirmaban que vestirían de blanco en el Bernabéu, por lo que supuse que los locales iban a hacer algo. El problema está en que se me olvidó por completo en una tarde terrorífica. Era una persona a un ibuprofeno pegado porque me dolían las muelas a rabiar. No me iba a acordar de esto de las camisetas porque mi tarde se basó en sobrevivir. Entonces, cuando comenzó el partido, me pasó algo horrible. No lograba reconocer a ninguno de los dos equipos.
Tampoco ayudaba la narración del encuentro, y no era por el narrador, obviamente. Cuando decían que el Real Madrid atacaba, los de blanco no tenían el balón. No entendía nada. Llegué a pensar que estaba delirando, que lo de las muelas me había pegado fuerte. Entonces, cuando marcó Rodrygo, caí: los de morado eran los locales en el Bernabéu. Venga, hombre. No me lo podía creer. El Real Madrid, el equipo del blanco impoluto, había cedido su color a sus rivales por un acuerdo publicitario con Adidas. Solo podía pensar en lo que me hubiese gustado ver este partido con mi padre para escuchar su reacción.
No tardé demasiado en conectar los puntos. Esta no era la primera vez que veía algo parecido en el Santiago Bernabéu. Hace dos años, por estas mismas fechas, el Real Madrid vistió de negro en un Clásico contra el Barça. Fue el día del célebre 0-4 con un doblete de Aubameyang. Por aquel entonces trabajaba en la Cadena SER, y solo podía acordarme del cabreo que tenía Tomás Roncero con el tema de la camiseta. Estaba tan enfadado que la goleada de los culés había pasado a un segundo plano. Yo no podía entenderlo, porque eso de no ir con tus colores en un Clásico tiene su punto. Si te golean, al menos puedes decir que no eras tú porque ibas de incógnito. Aun así, ese no era el punto de Adidas, ya que todo este lío de colores surgía de su colaboración con el diseñador Yōji Yamamoto. Vamos, que querían vender camisetas y no salió bien.
No niego el talento del japonés y el acierto de la marca alemana al colaborar con él, pero es evidente que suena raro lo de presentar una camiseta que no es blanca en el Bernabéu. Si el público objetivo del producto es el que está viendo el partido, me cuesta ver este anuncio como una publicidad beneficiosa. Aunque, bueno, a mí no me miréis que yo no soy el CEO de Adidas ni el que lleva su estrategia de comunicación. No disparen al mensajero. Para el año que viene, si el Real Madrid saca una equipación nueva bajo la línea Y3, que procuren que sea blanca. Si mejoran las ventas, exigiré un pequeño porcentaje de las ganancias por la idea, porque si no puedes con tu enemigo, te toca unirte a él. Así es como asumí que las smash burgers son el futuro del fast food, y así es como firmaré mi derrota contra el fútbol moderno.