DIEGUENAZO FUTBOL
✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: mi primer sábado sin ir al fútbol

Este sábado fue raro. Rarísimo. Tras la final de la Champions y antes de la Eurocopa, me sentía vacío. Y no, no fue por el descanso en el apretado calendario del fútbol de élite. Este pasado fin de semana fue el primero sin jornada de liga en mi equipo. Se acabó hasta dentro de unos meses. Aún no me cabe en la cabeza, y ni ir al concierto de Duki en el Bernabéu alivió mi dolor. Nunca me lo había pasado tan bien jugando al fútbol, por lo que estas líneas van a ser mi forma de llorar mis penas.

Mi equipo amateur merecía su melancólico ‘Dieguenazo’.

​⚽​ ‘Bibol’, el fútbol y los amigos

Creo que fue a principio de octubre cuando mi buen amigo Marcos me llamó. «Oye, necesitamos a uno más para jugar este sábado», me dijo. Acepté sin dudarlo. Al llegar, vi que era un partido de liga. La preocupación por no tener ficha duró poco, pues mis nuevos compañeros me explicaron la regla de oro en esa competición: a nadie le importa el partido. Y, en caso de importarle a alguien, nos teníamos que compadecer de él. El objetivo era pasárselo bien jugando al fútbol, el resto daba igual. Ganamos aquel primer partido, y salí encantado. No por la victoria, sino por el ambiente. Las bromas, el compañerismo… Fue genial. Solo conocía a mis compañeros de ese día, pero sentía que los conocía de siempre. Fue más que suficiente para decidir pagar mi ficha.

Para el segundo partido, descubrí más de la dinámica que íbamos a llevar dentro de este equipo de fútbol disfuncional. Apenas iba gente a los encuentros, y de ahí vino mi fichaje exprés. Luego, en medio del choque, me enteré de que nos llamábamos ‘Bibol‘. El nombre venía de la empresa de uno de los integrantes del equipo, por cierto. Yo, como con la trama de ‘Lost‘, iba descubriendo el pastel poco a poco. Mientras tanto, perdíamos. Era lo lógico si teníamos en cuenta que a duras penas llegábamos a los siete jugadores necesarios para jugar. Problemas del primer mundo. Al menos, me lo pasaba genial. Y mis compañeros, que eran más mayores y que formaban parte de uno de esos grupos de amigos de toda la vida, también. Siempre había alguna anécdota o alguna frase de las que te hacen sentir como en casa. Si se le suman los nombres con temática culinaria de nuestros dorsales (yo era Solomillo Brie 11, y el mejor era Cocreta 0), todo era perfecto.

El gran problema era ese, que apenas llegábamos al mínimo exigible de participantes. Tanto era así que hasta me veía obligado a jugar de delantero, cosa que odio por lo horrible que soy definiendo. Para solucionar nuestra falta de efectivos, decidí llevarme a mis amigos a los partidos. Bibol‘ les adoptó, y estos desgraciados empezaron a llamarme ‘Monchi‘ por la facilidad que tenía para hacer fichajes. Gajes del oficio de director deportivo en el fútbol amateur, supongo. Eso sí, pude solventar nuestra ausencia de porteros. El que teníamos se lesionó antes de que llegase, y el que llevaba yo trabajaba en una discoteca. No de portero, irónicamente, pero eso de servir copas por la noche le impedía despertarse a tiempo para los partidos. Nos dejó por salud y por no perder su trabajo. Vuela alto, Julián.

La ‘otra’ final de la Champions: el Real Madrid y las pantallas del Bernabéu

Posiblemente, mi día favorito es en el que nos cayó una granizada, y eso que el árbitro suspendió el choque antes de empezar. Era lo lógico si se tenía en cuenta el manto blanco que cubría el campo. Pese a ello, tanto nosotros como nuestros rivales queríamos jugar al fútbol. Nos quedamos… ¡Y ganamos 8-1! Historia simple, de la que entra en Selectividad. Además, marqué un gol por la escuadra desde fuera del área. Nunca me supo tan bien la cerveza de después del partido (sí, todo era una tapadera para beber al terminar). Solo hubo un lunar: el entrañable colegiado puso que quedamos 0-0 cuando, en teoría, no se había jugado. Venga, hombre. De Bleeckere, Stark, Ovrebo, Busacca, Frisk y este señor… ¿Pur qué? Nos nerfearon por el bien de la liga.

Lo cierto es que éramos demasiado buenos como para acabar penúltimos. Es lo que tiene no presentarse a la mitad de los partidos. Tampoco se puede decir que nos importase demasiado, todo sea dicho. Esos problemas para conseguir gente condujeron hacia la muerte del equipo. Los amigos que formaban el grueso de la plantilla decidieron obviar el fútbol para tomarse su cerveza directamente. Yo, por mi parte, puedo decir orgulloso que fui parte del final de ‘Bibol‘. Hasta me dijeron que fui su mejor fichaje. Nos ha fastidiado: jugábamos por mi poder de convicción. Me da pena que muera el club, pero me alegro de haber vivido esta experiencia. Tanto es así que me he apuntado a otro equipo de fútbol amateur para el año que viene, con un homenaje incluido a Luís Figo. Esto ya lo contaré otra semana, pues hoy es cuando lloramos al mejor-peor equipo de la historia. Descansa en paz, ‘Bibol‘, y gracias por enseñarme a tomarme el fútbol (la vida) un poco menos en serio.

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