“Carlos, trata de arrancarlo, por Dios”. Seis palabras que son historia del deporte en España. Las pronunció Luis Moya, copiloto de Carlos Sainz, cuando el coche de este se quedó detenido a 200 metros de una meta que le iba a proclamar campeón del mundo de rallies en 1998. El madrileño, resignado entonces, afirmó que “en pocas ocasiones se podrá decir que ha habido un final tan dramático y de tan auténtica mala suerte”. Casi tres lustros después, tras su reciente abandono en la presente edición del Dakar, todos apuntaron a esa escasa fortuna que le ha acompañado siempre. Pero bendita mala suerte.
Carlos Sainz ha tenido episodios oscuros en su longeva trayectoria. Pero ni más ni menos que otros deportistas. En un mundo, el del motor, donde hacerse hueco es casi inverosímil, el español ha puesto su nombre junto al de otras leyendas como Sébastien Loeb. Dos veces campeón del mundo de Rally (1990 y 1992) y ganador del Dakar en tres ocasiones (2010, 2018 y 2020) con tres marcas diferentes.
Un currículum envidiable que tampoco es lo más reseñable. Lo que mejor define a ‘El Matador’ es su pasión por el motor. Su primera toma de contacto con los coches llegó cuando tenía once años. En competición suma más de cuatro décadas, con la preparación, el esfuerzo y la forma física que ello conlleva.
Por eso su hazaña trasciende más allá del deporte. Es carismático, ambicioso. Lo demostró —otra vez— hace apenas unos días, cuando pidió al helicóptero que le trasladaba al hospital dar media vuelta. Carlos Sainz tomó mal la cresta de una duna y el morro de su Audio lo pagó. También él, con fuertes dolores en la espalda. Sin embargo, optó por seguir en la carrera. Y su coche llegó al campamento antes de la hora estipulada. Finalmente, y pese a su intento desesperado, los daños estructurales le impidieron seguir en competición.
No obstante, en este Dakar 2023 ha conseguido su 42ª victoria —el cuarto que más suma en la historia— Tiene 60 años y nadie se atreve a pronosticar cuándo llegará su retirada. Su pasión desmedida va en los genes. Su hijo, Carlos Sainz, es piloto de Ferrari en la Fórmula 1, donde la temporada pasada sumó su primer triunfo. Su figura, casi la de un pionero, inspiró a otras leyendas como Fernando Alonso. El madrileño rompió una barrera, pero por si fuese poco ha acercado el motor a la sociedad también a través de sus empresas.
El circuito de karts de Carlos Sainz es uno de los más famosos de Madrid. Y en él, además de unas tandas amistosas, se pueden realizar otras actividades: campeonatos, cursos, campamentos, eventos o presentaciones de todo tipo de productos. Sus negocios —cuenta con otra empresa de gimnasios— no fueron todo lo bien que cabría esperar en 2020 por culpa de la pandemia (perdió un millón de euros). No obstante, su futuro económico está garantizado.
Por su palmarés, por erigirse como referente de un puñado de generaciones, la figura del español está grabada en el deporte. Como para hablar solo de su escasa fortuna. Bendita mala suerte la de Carlos Sainz.