El Sevilla no se cansa de ganar la Europa League. Ya van siete. Es el absoluto dominador del torneo. El rey. Las ha ganado de todas las formas posibles. Por la mínima, goleando, remontando y en los penaltis. Esta vez, tras un partido denso, con interrupciones y que acabó con 1-1, tocó el desenlace más apasionante: los lanzamientos desde los once metros. Y con este final apoteósico, aparecieron los héroes. Bono, que ya durante el partido tuvo tres intervenciones de mérito, paró un lanzamiento y desvió otro. Y Montiel. El lateral que le dio el Mundial a Argentina también fue el encargado de lanzar la pena máxima decisiva para el Sevilla.
Tras fallar y tener que repetir el intento por la impaciencia de Rui Patrício, no perdonó. Pero hay que mencionar también a Jesús Navas, que era el único superviviente de la primera copa ganada en 2006, a Rakitić y su despliegue en el centro del campo, a Suso y su revolución y, sobre todo, a Mendilibar. El técnico vasco llegó para dos meses a un equipo que luchaba por la permanencia y ha sido capaz de revertir la situación y llevar al club de Nervión a ser campeón de la Europa League. Una cuento de hadas escrito sobre un terreno de juego.
El Sevilla es campeón. Jugará la próxima edición de la Champions League. Habrá cinco equipos españoles en la máxima competición continental la temporada que viene.
🙏 Bono y la liturgia del parapenaltis tranquilo
Fue el héroe de la final. No por tener excesivo trabajo. Pero el que tuvo lo sacó adelante con brillantez. Paró un remate de Spinazzola en los primeros compases del choque, salió a por todas para tapar un balón rechazado dentro del área en el minuto 66 y rozó con los dedos un disparo a la media vuelta de Belotti en una jugada enseñada en el tramo final. Fue tan fino su desvió que ni el árbitro pudo detectarlo; dio puerta. Ya en la prórroga, en la última acción, Smalling mandó un balón en el larguero.
Sin embargo, el guardameta marroquí mantuvo la calma en todo momento, lo que le hace imprevisible y le ayuda a mantener la concentración cuando las pulsaciones son ingobernables. Eso es lo que pasó en la tanda de penaltis. El último recuerdo en una situación parecida fue en la lotería que apeó a España del Mundial de Catar. En Budapest, volvió a salir vencedor. Baile por aquí… baile por allá, y paradón al lanzamiento de Mancini con su pie izquierdo. El portero del Sevilla ponía la primera letra al trofeo. Pero todavía faltaba la parada a Roger Ibañez. Se estiró tanto a su derecha que tocó lo suficiente el balón para enviarlo al palo. Era la sentencia.
«He vivido un montón de momentos así y entendí que hay que tener mucha calma para afrontarlos. A veces, la cabeza se te va y no estás viendo lo que realmente ocurre, por eso intento tomarlo con normalidad», dijo nada más acabar el encuentro. Aunque con Mendilibar ha perdido la titularidad en liga, el Zamora de la temporada pasada sigue estando a un nivel resplandeciente.
🫡 La Roma de Mourinho, un equipo hecho a su figura
Bastaron los primeros 45 minutos para entender el trabajo de José Mourinho con el equipo romano. Los italianos impusieron su estilo en la primera mitad. Recuperaciones rápidas, pocos metros entre las líneas y cero riesgos. Su 1-5-3-2 defensivo fue impenetrable para el Sevilla. Además, los romanistas encontraron a Dybala y Abraham, los mejores jugadores de la plantilla.
Además, Anthony Taylor, el árbitro del partido, aplicó el criterio de dejar jugar y fue permisivo con algunas faltas. Ahí pecó Rakitić. El croata se quedó parado pensando que el colegiado le iba a pitar una falta en el centro del campo y Mancini puso un pase a Dybala para el primer gol de la final (👇).
Tras el tanto, vinieron los problemas. La reacción a lo campeón del Sevilla y el cansancio. El técnico portugués tuvo que cambiar a Dybala y Abraham. Ninguno llegaba en plenitud a la final. Sin embargo, el equipo no dejó de competir. Y si no bastaba con la plantilla desde el campo, ‘Mou’ ayudaba desde el banquillo. Desde el minuto 75 hasta la resolución de los penaltis… no se jugó nada.
La Roma se limitó a defender, a dejar correr los minutos, y el encuentro entró en una fase llena de pérdidas de tiempo, simulaciones y parones. La final duró 146 minutos con los añadidos. Récord histórico. Su objetivo era llegar a los penaltis.
Lo consiguió, aunque esta vez la suerte no estuvo de su lado. Si ‘The Special One‘ no había perdido ninguna final europea hasta este momento, de las once tandas de penaltis que han afrontado sus equipos en todas las competiciones solo ha triunfado en dos. Tras recibir la medalla de subcampeón, Mourinho la tiró a la grada. «Solo me quedo con las de oro», dijo. Cosas del portugués…
💪 Mendilibar y una espera que ya tiene recompensa
En una temporada dura, decepcionante y hasta de taquicardia en liga, el Sevilla recurrió a Mendilibar para conseguir la permanencia. En ese momento nadie pensaba en la Europa League. El técnico vasco llegó con las ideas claras y con un mensaje basado en la simplicidad. Su plan de contingencia para perpetrar una salvación se convirtió en un éxito rotundo que quedará en las vitrinas del Sevilla con la histórica consecución de la séptima Europa League por los siglos de los siglos.
Mendilibar ha tenido que esperar 24 años para poder ganar un título europeo. Hasta su llegada al Sevilla, ‘Mendi’ solo había dirigido dos partidos de la extinta Intertoto con el Athletic en 2005. 18 años después, ha levantado una histórica Europa League tras dejar por el camino al Manchester United, a la Juventus y a la Roma. En la final, el equipo sevillista salió a remolque. No se encontró cómodo. Pero todo cambió en los últimos instantes del primer tiempo y el vasco dobló su apuesta al introducir a Lamela y Suso. Revolucionó la final.
El futuro del preparador está en el aire, pero todo parece indicar que este éxito le bastará para continuar en el banquillo del Sevilla. De la salvación a ganar la Europa League y clasificar al equipo para la Champions. Al final no se trata de hacer las cosas con mucho decoro. Se trata de hacerlas bien. Y ese es José Luis Mendilibar.