Fernando Diniz
Fútbol internacional

Fernando Diniz, la noche en Brasil y el día en el Fluminense

Si preguntas en Río de Janeiro, encontrarás una respuesta que sitúa a Fernando Diniz como un entrenador de culto. Especialmente, entre los aficionados del Fluminense. Pero, si se lo planteas al resto de la sociedad brasileña, incluidos los hinchas de Flamengo, que no deja de ser su rival histórico de la ciudad carioca, la contestación no difiere demasiado. Y, si lo planteas en Europa, dentro del desconocimiento que impera en el Viejo Continente hacia el fútbol sudamericano, más de lo mismo.


Sus detractores son escasos, por mucho que haya adquirido una connotación, no demasiado bien contrastada, que le sitúa en las antípodas de Guardiola
y del canon futbolístico imperante en Europa desde el nacimiento del gran Barça de Pep. Seguramente esa sea su gran victoria, por encima de haber levantado con Fluminense la primera Copa Libertadores en la historia del club. Ni siquiera el hecho ineludible de pasar del nicho al mainstream le ha jugado en contra para la opinión pública. Y eso, por mucho que mantenga su esencia, no es lo habitual en pleno siglo XXI.

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Chándal granate y verde, con pajarita. Demasiado desarreglado, pero elegante. Así puede definirse el fútbol de Fernando Diniz en el Fluminense, con el que acaba de levantar su primera Copa Libertadores. El estratega de moda en Sudamérica más allá de Lionel Scaloni, que por cierto bebe de fuentes parecidas a las suyas, llegó al club en 2019, en tiempos convulsos por Maracaná.

Sin embargo, aquello funcionó solo a medias. «En un principio fue muy valorado por la afición, pero le cesaron por los malos resultados. Luego, pasó por varios clubes como São Paulo, Santos o Vasco da Gama, hasta que pidió volver. Más maduro y con una plantilla mejor, su llegada ha sido todo un éxito y se ha convertido en el mejor entrenador brasileño en activo«, explica Lucas Duque, periodista residente en Río de Janeiro, que cubre el día a día de Fluminense.

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«Diniz personifica el cambio que tanto ha tardado en producir el fútbol brasileño, reconocido internacionalmente por su belleza y su vocación ofensiva, pero dominado por entrenadores conservadores y defensivos en la última década. Abel Braga, Muricy Ramalho, Felipe Scolari, Mano Menezes, Abel Ferreira o ‘Cuca’ ganaron el Brasileirão y/o la Copa Libertadores, pero eran muy defensivos. Se demandaba un cambio que viniese de parte de un técnico local, por la forma de entender el fútbol aquí», explica Luque.

«Algo más cercano a Jorge Jesus, cuyo Flamengo maravilló al país en 2019. O, incluso, al Santos de Jorge Sampaoli. La aparición de Diniz, que lo había promovido desde 2016 en el Audax (equipo bastante desconocido de São Paulo) fue un shock por salir tocando desde atrás, presionar al rival, cambiar la posición de los jugadores a lo largo del partido, por su ambición…», agrega el periodista brasileño.

Lo más llamativo de Fernando Diniz es la gestión. Solo así se explica que veteranos como Paulo Henrique Ganso (34), Marcelo Vieira (35), Germán Cano (35), Felipe Melo (40) o Fábio (43), que ya parecían haber cerrado hace tiempo su ciclo como futbolistas de primer o segundo nivel, hayan sido titularísimos en las eliminatorias de Copa Libertadores.

John Kennedy es otro ejemplo muy paradigmático para entender la figura de Fernando Diniz, porque hoy se le conoce como el delantero que le dio el título al Flu con un golazo en la prórroga contra Boca Juniors, pero en sus inicios era un chico con problemas de drogas, que pudo reconducir su carrera. A principios de 2023, de hecho, jugaba cedido en la Associação Ferroviária, de la cuarta división brasileña.

El periodista brasileño añade que Fernando Diniz es un entrenador ciertamente revolucionario: «Sorprendió al país cuando situó a Paulo Henrique Ganso el en doble pivote de un 1-4-2-4. Ahora tiene un 1-4-2-3-1 muy bien engrasado, con la magia de Ganso en la mediapunta, Fabio bajo palos, Nino como un central rápido y exuberante que le permite jugar con la línea alta, la jerarquía atrás de Felipe Melo, Xavier y Marcelo son dos laterales constructores vitales, el regate y la velocidad de Keno y Arias en las bandas, André es el mejor pivote del fútbol brasileño desde hace al menos dos años… Y la joya de la corona está arriba, con Germán Cano, que lleva 81 en 124 partidos con el ‘Flu'».

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En principio, la estadía del entrenador del Fluminense en la Selección de Brasil no iba a ser más que un interinato de unos meses de transición. Coherente, por las buenas sensaciones transmitidas en Fluminense y por la necesidad de armar una transición en cuanto a nombres y libro de estilo entre el fútbol control de ‘Tite’, cuyo ciclo terminó tras el Mundial de 2022, y el supuesto desembarco de Carlo Ancelotti, con su filosofía tan enfocada en dotar al jugador de enormes libertades creativas. Hipotética llegada, pero ni siquiera secreto a voces, porque desde la Federación Brasileña de Fútbol admiten abiertamente un fuerte interés para que el italiano se una antes de la Copa América de 2024, por mucho que el italiano no haya firmado, al menos públicamente, ningún documento que le vincule a los mandos de la verdeamarela.

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Fernando Diniz es un fiel defensor de ideas mucho más cercanas al sentir de la escuela de ‘Carletto’ que a la de ‘Tite’. Y, a su vez, conocía los entresijos del fútbol brasileño y el sentir de una población muy particular en términos futbolísticos. Generaba concordia, incluso. Es más, se trataba de un director técnico con un punto romántico, considerado popularmente como la resistencia a los orígenes de Brasil, al que el fútbol le debía muchas. Ahora ya se ha cobrado una. Las piezas del puzle encajaban, más allá de que compaginar un club con una selección, con el sucesivo conflicto de intereses, pudiese suponer un hándicap.

Y así ha sido. Su Brasil está en el ojo del huracán por los malos resultados y las malas sensaciones que transmite. Por ahora, es una selección mucho más plana que su Fluminense. Menuda paradoja, si comparamos ambos planteles y lo aderezamos con que el jugador, como persona y no como máquina, es la base de su fútbol. Así lo defiende en cada rueda de prensa. En parte, por el nivel tan bajo que han ofrecido algunos pesos pesados, tanto en el ámbito de clubes como en la selección. Desde Marquinhos hasta Vinícius, pasando por Rodrygo, Casemiro o por las graves lesiones del ligamento cruzado de Neymar o Éder Militão.

La competencia exacerbada en tres cuartos de campo, unida a la crisis de laterales o a la ausencia de un ‘9’ de garantías dado que Gabriel Jesus no se termina de asentar, es otra situación que no ayuda a encontrar el equilibrio. Su idea e, incluso, el sistema, dentro de su liquidez posicional, es común respecto al del Fluminense, que aporta dos jugadores como Nino y André a la selección. La situación tampoco es alarmante, con 7 puntos sumados de 12 posibles en las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial. Salvo hecatombe, estarán en la cita de 2026, a pesar de romper, ante Uruguay, la racha de 37 partidos sin perder en dicho clasificatorio.

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Sin embargo, las criticas negativas al seleccionador en Brasil son minoritarias. Lucas sostiene los motivos por los que cree que genera tanto consenso: «Aquí somos brasileños antes que rivales. Diría que le apoya el 90 o 95% del país, incluida parte de la afición rival. Ayuda el hecho de no ser un personaje polémico, sino simpático y humilde. Los jugadores también defienden que es un tipo espectacular, empezando por Neymar».

Por eso, Fernando Diniz se mantiene como «el entrenador del pueblo brasileño», aunque ya sea un ganador que abandera una forma de entender el fútbol, considerada por mucha gente como la antítesis de la escuela de Pep Guardiola. Sus modelos, más pragmáticos en 2023 de lo que se dice, no están tan alejados entre sí; pero el fútbol europeo de trincheras ha aprovechado esta situación para polarizar al estratega más querido en Brasil. Sí, por delante de Carlo Ancelotti.

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