Finalmente, la revelación del Mundial de Catar cayó. Y cayó de pie, tras un duelo más abierto de lo que se esperaba contra Francia, que si bien dejó un gran sabor de boca, fue más divertido que coherente con lo que estaba siendo su torneo y con el rival que tenía enfrente. Regragui perdió un punto de su identidad y el equipo lo pagó, entre otras cuestiones, porque la exigencia del torneo pesa más en las piernas de un plantel de menor profundidad que el de los galos. En cualquier caso, la historia ya está escrita, la de una selección que pasa a la historia como la que rompió el techo de cristal de los cuartos de final y vengó así a la Camerún de 1990, la Senegal de 2002 o la Ghana de 2010.
🚑 Contar con futbolistas lesionados
La principal disyuntiva que tenía Walid Regragui era si utilizar a su columna vertebral defensiva, sabedor de que físicamente no llegaban en plenitud, o si apostar por la segunda unidad, que había respondido en el cruce de cuartos frente a Portugal. Finalmente hizo lo primero. Aunque, en el calentamiento, se arrepintió con Nayef Aguerd y le sustituyó sobre la bocina Achraf Dari. El central que sí llegó a jugar fue Romain Saïss, visiblemente lesionado en la acción que estuvo a punto de costarle el 2-0 a Marruecos. El palo lo evitó. Y, con ello también que Giroud, en su enésima pretensión reivindicativa, se pusiese como máximo artillero del Mundial. El capitán de Marruecos solo aguantó 20 minutos sobre el terreno de juego y, tras esa jugada, abandonó el partido.
Por otra parte, Noussair Mazraoui apenas duró 45 minutos vestido de corto. El lateral diestro, habitual titular en el sector izquierdo con Regragui por la presencia de Achraf Hakimi a pierna natural, pasó muy desapercibido. Ni rastro de ese jugador creativo, asociativo y valiente a la hora de conducir o trazar pases poco convencionales para sus homónimos de demarcación. Todo ello, en un contexto, esta vez propositivo, que teóricamente era idílico para él. Puede dar gracias de que Dembélé tampoco tuvo su día. En el segundo periodo, Attiyat Allah, que venía de cuajar un notable partido contra Portugal, se mostró como un lateral más punzante.
👎 El intercambio de golpes no le benefició
Rescato un dato paradigmático de #MAR .
Marruecos tuvo menos posesión que sus cinco primeros rivales en el Mundial (35, 33, 41, 23 y 26%, respectivamente). VS Francia tuvo el 62%. A pesar de ello, en ninguno de los seis recibió más disparos a puerta de los que ellos dispusieron.
— Iñaki María Avial ⚽ (@mariaavial) December 15, 2022
Lo que más llama la atención de lo expuesto anteriormente es el cambio de plan de Regragui. Un técnico que venía de reivindicar en la previa, con sorna e ingenio, su planteamiento reactivo, y que esta vez jugó un partido de tú a tú. Llevó la iniciativa, incluso, en los cuatro minutos previos al 1-0 de Theo Hernández. Una vez en desventaja, obligado a atacar, se abrió demasiado. Y también demasiado pronto. Dio oportunidad de transitar a campo abierto a una Francia que, en ese escenario, es la selección más temible de todo el Mundial. Estuvo cerca del 1-1 en muchos momentos, pero el 2-0 también pudo caer en varias instancias. Francia perdonó más de lo que acostumbra. Y, aun así, ganó por letalidad.
“Diré a Infantino que dé un punto a los equipos que superen el 60% de posesión. ¿Un 70% para tirar dos veces a puerta?”.
Walid Regragui
😕 Cambio de estructura y comportamiento defensivo
Otro aspecto sorprendente fue ver como, a pesar del óptimo funcionamiento de su 1-4-1-4-1, a la hora de replegar en su bloque medio, cambiase la estructura a un 1-3-4-2-1 justo el día en que tenía la zaga tan mermada. Más allá de números y dibujos, su defensa fue más proactiva, hacia delante en varios momentos, tratando de anticipar más que de costumbre. Algo que no le convenía hacer por el rival que tenía enfrente, por las características de sus defensores y, especialmente, porque estos sufrieron más a campo abierto, al no poder garantizar esfuerzos explosivos. Especialmente, Saïss.
🥉 Croacia a la vista
Estos son los principales puntos que no ayudaron a ver el mejor partido de Marruecos en el día que se despidió de la posibilidad de ganar el Mundial. No obstante, los pupilos de Regragui aún tienen una bala en la recámara. Nunca es plato de buen gusto jugar el tercer y cuarto puesto, aunque, en este caso, será el final de la mayor hazaña del fútbol africano en su historia a nivel de selecciones.
Su adversario ahora para dirimir si termina en tercer o cuarto puesto será una Croacia contra la que, precisamente, debutó en fase de grupos. Fue un partido que el espectador neutral desearía borrar de su mente de no ser por las actuaciones individuales de Luka Modrić o Sofyan Amrabat. Una declaración de intenciones por parte de ambos, antes de completar un Mundial que puede catapultar la carrera del marroquí y que situará en el olimpo al considerado ya, por unanimidad, el mayor astro futbolístico de los Balcanes.