A veces en el fútbol hay historias que nos llevan a un lugar y a un momento exacto. Ya sea por cosas del destino, coincidencias o suerte, hay veces que la vida puede cambiar en un instante. Ese es el caso de Luis Amaranto Perea. El exfutbolista colombiano es un ejemplo único de superación y fue un central serio y aplomado en el campo. De la vieja escuela. Sin grandes alardes con el balón, pero expeditivo ante los rivales. De constitución atlética, su velocidad le permitió superar a los mejores delanteros de su época. Disfrutó de poder jugar en Boca Juniors, en el Atlético de Madrid y en la selección de Colombia. Sin embargo, su historia empezó muy alejada del mundo del fútbol.
🍦 De vender helados a cumplir su sueño
Luis Amaranto Perea (30 de enero de 1979) nació en Turbo, un distrito de Colombia localizado en la subregión de Urabá, en el departamento de Antioquia. Y aunque su sueño siempre fue jugar al fútbol, la situación económica de su familia no era la mejor, así que tuvo que ponerse a trabajar como vendedor de helados para no ser una carga para sus padres. «Mis compañeros entrenaban en los equipos de la liga y vendían helados, les pregunté cómo era eso, me explicaron cómo era y me fui a vender los helados a la puerta de un colegio», mencionó el colombiano en una entrevista. También dio a conocer que vendió churros, palitos de queso y trabajó llevando almuerzos, entre otras cosas.
Con el respaldo de sus padres, abandonó Turbo para irse a Medellín a probar suerte con el fútbol. Deportivo Antioquia de la Primera B le dio la oportunidad de probarse para empezar a demostrar su talento, mientras a la par trabajaba en una fábrica de zapatos. Allí fue creciendo hasta conseguir una prueba con el Independiente Medellín, club con el que debutó profesionalmente en el año 2000 bajo la dirección de Víctor Luna. Perea destacó en la zaga y salió campeón de Colombia con el Independiente en 2002, destacando también en la Copa Libertadores de 2003. Esas actuaciones llamaron la atención de varios de los grandes clubes mundiales.
😍 Un jugador mundial en Boca Juniors y en el Atlético
Sus actuaciones en el Independiente Medellín atrajeron el interés de Boca Juniors de Argentina en la era de Carlos Bianchi como entrenador. Sus 1.81 metros de estatura, velocidad, solidez en la marca, versatilidad y la responsabilidad que mostraba en cada argumento le llevaron al equipo xeneize. Con el cuadro argentino estuvo entre 2003 y 2004, y allí alcanzó a jugar 29 encuentros en los que no pudo marcar ningún gol, pero sí pudo alzar uno de los trofeos más importantes del mundo: la Copa Intercontinental. El cuadro argentino derrotó en los penaltis al Milan en Japón en 2003 en la final del torneo.
Perea pugna un balón con Shevchenko en la final de la Copa Intercontinental del 2003.
Con este equipo también consiguió ganar el Torneo Apertura 2003 de la Liga Argentina y durante esa misma temporada disputó un partido amistoso en el antiguo Estadio Vicente Calderón que hizo que los técnicos del Atlético de Madrid se fijaran en él. Finalmente, los dos clubes llegaron a un acuerdo y el colombiano recaló con 25 años en la entidad madrileña para vivir una regeneración en el club y convertirse en leyenda. Ocho años escriben la historia de Perea en las filas del Atleti. Estuvo desde 2004 a 2012, disputando 314 encuentros y ganando tres títulos europeos: dos Europa League (2009/2010 y 2011/2012) y una Supercopa de Europa (2010).
Perea lucha contra Cristiano Ronaldo en un derbi madrileño.
Su adaptabilidad le hizo esencial tanto en la posición de central como en la de lateral derecho. Formó una gran pareja junto a Godín, aunque también coincidió con Pablo Ibáñez, Miranda o Álvaro Domínguez. Además, fue capitán del Atlético en su última temporada en el club. Se despidió siendo el extranjero que más veces había vestido la camiseta rojiblanca.
Diego Godín, el líder de una estirpe de centrales en peligro de extinción
El final de su carrera deportiva se dio en México con el Cruz Azul. Dos temporadas en las que completó 78 partidos que le ayudaron a sumar más de 500 compromisos entre los clubes que jugó, además de los 74 choques que disputó con la selección de Colombia. Una lesión de rodilla en 2015 hizo que Perea rescindiera su contrato con Cruz Azul y decidiera colgar las botas.
📖 Del verde a los banquillos
Una vez colgó las botas en 2015, Perea empezó su periplo en los banquillos. Pero no fue hasta 2018 cuando el Atlético de Madrid le dio una oportunidad en su Cadete C. Su hijo, Juan Perea, jugó como extremo en la cantera rojiblanca hasta llegar al filial. Después pasó por el Leganés B y, actualmente, se encuentra sin equipo. Rápidamente, Leones de Itagüi, equipo colombiano, le llamó para dirigir al equipo. Desafortunadamente, no fue un debut soñado, ya que en 11 partidos no conoció la victoria y sumó cinco empates y seis derrotas.
Luis Amaranto Perea en su etapa de entrenador en Junior.
Su segundo año tuvo mejores resultados al sumar 8 victorias, 7 empates y 6 derrotas, pero no dejó complacidos a los directivos y fue cesado. Posteriormente, dirigió al Junior de Barranquilla durante 67 partidos. Acabó su vinculación en agosto de 2021 con un balance de 30 victorias, 21 empates y 17 derrotas. Actualmente, es el segundo entrenador de Néstor Lorenzo en la selección colombiana. Todas las experiencias sirven para forjar una personalidad. Y la de Perea ha sido siempre de lucha y de sacrificio. Desde lo más bajo, consiguió tocar el cielo. Ahora, quiere devolver todo lo que aprendido al fútbol de su país.
