Ayer, Endrick se resarció. Llegó al final del partido, casi de imprevisto, pero llegó. Su primer gol como jugador del Real Madrid, el que le convierte en el extranjero más joven en lograrlo con la camiseta blanca, se dio en su debut en partido oficial. Se ha dado tras varias semanas de burlas hacia un crío que, a fin de cuentas, solo quiere encajar en un mundo de adultos. Su talento se sobrepuso a todo y a todos. Una vez me dijeron que a los buenos les pasan cosas buenas, y Endrick es de esos.
El gol de Endrick con el Real Madrid se merece su ‘Dieguenazo’.
🇧🇷 Endrick hace que mi amigo tenga razón
Picasteis. No vamos a hablar únicamente del tanto de Endrick. Vamos a salirnos un poco del camino, como siempre. Este espacio es una suerte de diario personal que podéis leer sin sentiros mal por vulnerar mi intimidad. Y sí, me aprovecho del fútbol para contar mis movidas. Es lo que hay. Todo esto del brasileño ha llegado al final de una semana que ha sido fastidiada para mí. He caído en que llevo un año igual de apático, lleno de días negros, o grises en sus tonalidades más claras. Por perder, he perdido hasta personas cercanas. Lo de siempre para todo hijo de vecino, pero no por ello deja de ser duro. Más aún cuando vas sumando capas: ni ha sido un fácil en el terreno de la amistad, ni en otros terrenos de los que por aquí no toca abrirse en exceso. Ya dije que esto no es diario per se, así que menos dramas si no quiero contarlo.
La cosa es que la semana pasada me dijeron algo revelador. No me descubrieron la fórmula de la Coca-Cola, pero fue una de esas frases que llegan en el momento justo y pegan el doble de fuerte. «A los buenos les pasan cosas buenas», me dijo un buen amigo tras desahogarme sobre lo cansado que estaba de mi año. Si lo haces bien, ya llegará el premio. Además de una pizca de suerte, no se necesita más. Por ello, el gol de Endrick me ha impactado con la misma potencia. Él ha cumplido lo que me comentó mi colega. Es una señal del destino a que hay que seguir, persistir y nunca desistir; que siempre acaba saliendo el sol por la mañana. El camino solo se hace caminando, nada más. A todos nos toca comernos los dichosos baches, y lo único que podemos hacer es afrontarlos de la mejor manera posible.
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No voy a negar que todo esto es un sobreanálisis tremendamente subjetivo de un simple gol. Sin embargo, creo fervientemente en que hubo algo más en el debut de Endrick. El chico ha estado en el centro de la polémica desde que llegó al Real Madrid. Ya sea por llorar en su presentación, por su intrascendencia en la temporada o por ser fan de Bobby Charlton, el chaval ha recibido de más. Porque sí, solamente es un crío en un mundo de adultos. Él siempre ha querido encajar, nada más. Que su bautismo en el Bernabéu llegue con un gol es una liberación, un golpe sobre la mesa ante todos aquellos que le han complicado la existencia. Es una muestra de rebeldía necesaria, la consumación de todo el trabajo que se ha hecho en silencio. Podrá salir mejor o peor de aquí en adelante, pero él ya ha ganado.
Dicho esto, no creo que le vaya a ir mal a Endrick, porque a los buenos les pasan cosas buenas. A mí me lo dijeron, y él me lo confirmó. Como ‘La Gozadera‘, vamos. No queda más que seguir por el camino que abrió el brasileño con su regate y su remate seco al primer palo. Cada vez que lo leo, más gracia me hace comparar todo esto con su gol. Iba de esto lo de tener una columna, ¿no? Pues así me la habéis comprado, así que no es problema mío. Aquí o allá, yo voy a seguir igual, pues es la única forma de esquivar los baches y quedarte a vivir en ellos. Shit happens, ya sabéis.