DIEGUENAZO REAL MADRID CHAMPIONS
✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: El Real Madrid nos ha acostumbrado a ganar

Por primera vez desde 2014, me quedé sin entrada para ver la final de la Champions en las pantallas del Bernabéu. Sin embargo, por alimentar mi ritual, vi el encuentro en las inmediaciones del estadio. Tanto fue así que, cuando se confirmó la victoria del Real Madrid, corrí hacia la calle Rafael Salgado. Siempre he comprado ahí la bufanda de la final, y así seguirá. Cada pieza es una reliquia, una confirmación de que lo que estoy viviendo no es lo habitual. Quizás por eso me chocó tanto lo que vi tras conseguir mi objeto de coleccionismo. La gente salía tranquila del estadio, como si nada. No me lo podía creer. Entonces, un pensamiento intrusivo apareció en mi cabeza: nos hemos acostumbrado a ganar.

🎉​ El Real Madrid invita a vivir ahora y a llorar después

Antes de que me tiréis trastos a la cabeza, quiero aclarar algo. Sé que hubo mucha gente en Cibeles, feliz y celebrando. Vivieron esta Champions como si fuese la última de su vida. No obstante, me chocó la tranquilidad a la salida del estadio. Puede ser que yo, intensito por naturaleza, me emocionase de más con el gol de Carvajal, pero no sé. Esperaba que el ruido de la calle fuese algo más que el de los pitidos de los coches. Por tanto, partimos de la base de que esta percepción es totalmente subjetiva. Bueno, todas las que vierto por aquí son así. Advertidos estáis. La cosa es que, sinceramente, me decepcioné con los míos. No puedo entender que nos hayamos acostumbrado a lo extraordinario.

Lo que más me escamó es que el partido fue duro. Una vez más, el Real Madrid vio el abismo demasiado cerca, y solo por ello se tuvo que celebrar más. Puede ser que nos hayan acostumbrado a que ellos pueden mirarlo a los ojos y que no tenga consecuencias, pero todos sabemos que no es así. Cualquier hijo de vecino está acostumbrado a quemarse si juega con fuego, pues son terrenales. El Real Madrid no pertenece a este plano, sino a otro distinto. Sirven como un mito del que extraer una enseñanza y evadirse de la realidad. Es la única forma de explicar semejante cantidad de victorias cuando lo normal es lo contrario. Esto va de ganar, sí, pero es lo extraordinario. No por nada el fútbol (como la vida) es un juego de errores. Por tanto, ante tanta derrota diaria, me niego a normalizar la victoria. Aunque sea repetitiva, da igual. Ganar es ganar.

¿Y ahora qué hacemos con la leyenda de Dani Carvajal?

Pienso fervientemente en que esta normalización del triunfo supone un autoboicot. Si dicen que no ser del Real Madrid es negarse voluntariamente a ser feliz, no entiendo el lujo de no poder disfrutar de algo tan grande como una Champions. Eso sí que es renunciar voluntariamente a la plenitud. Por mucho que todo apunte a que sí, a que seguirán ganando hasta que acabe todo, nunca se sabe cuando se va a terminar. Lo que hoy es conformismo por ganar, mañana puede ser un lamento por no haber celebrado. Sin movernos del Real Madrid, mi abuelo siempre me contó lo de las 5 Champions seguidas… y los 32 años que hubo de sequía. Mi padre vivió la Séptima, la Octava y la Novena… pero estuvo 12 años viendo como no se pasaba de octavos. Y es que, si hasta el Real Madrid tiene semejantes periodos en blanco, ¿qué impide que mi generación no viva algo así? Mejor disfrutar ahora y llorar después, que para eso siempre hay tiempo.

Al menos, con la llegada de Kylian Mbappé, parece que el existencialismo se va a prorrogar un tiempo. Ya lloraremos en el futuro, en especial todos aquellos que normalizaron una Champions League. Son síntomas de vivir una época de bonanza, y serán ellos los que más sufran la llegada de las vacas flacas. Yo sobreviviré, pues mi gasolina serán días como el del sábado. Siempre habrá una parte de mí que estará con el gol de Carvajal en Londres, las paradas de Courtois en París o la chilena de Bale en Kiev. Aunque ahora empiecen a perder todos los partidos para ganar algo de humanidad, no dejaré de estar agradecido al Real Madrid. Pase lo que pase, disfrutaré de cada momento con ellos. Creo que de eso va la vida, y quizás de eso va el fútbol. A saber.

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