Dieguenazo Athletic Unai Simon
✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: el Zamora de Unai Simón y una tarde en Vallecas

Ayer se terminó oficialmente la liga 2023/2024. Pese a ello, extraoficialmente, ya se había terminado hace una semana. O más, si me apuras. Se me hizo incomprensible el que no se jugase nada en la última jornada. Nunca había visto nada así, y me preocupa que vaya a ser costumbre a partir de ahora. Si me preguntan, debería ser ilegal. Por ello, ante la falta de trascendencia, decidí buscarla. Fui hasta Vallecas para ver el Rayo-Athletic, no entré al campo e hice unos amigos de Deusto. Nada mal para una jornada aburrida.

Y esto, queridos míos, se merece el último ‘Dieguenazo’ liguero de la temporada.

⚡​ Vallecas, ese gran lugar

Salvo mis dos últimos años como emancipado, siempre he vivido entre Vicálvaro y Coslada. El ambiente obrero de Vallecas nunca me ha sido ajeno, y siempre he sentido cierta simpatía por el Rayo. Salvo contra el Real Madrid, quiero que les vaya bien en el resto de partidos. Quizás por esto me hizo especial ilusión lo de ir a ver un Rayo-Athletic. Me lo dijo un buen amigo athletizale que quería ir al campo, pero que no tenía entrada y no le apetecía meterse solo en el mundo de la reventa. No dudé en acompañarle. Pese a las múltiples ofertas de bolis bic que había en internet, no encontramos ninguna que nos diese un mínimo de seguridad. Decidimos jugárnosla e ir a la previa, a ver si allí teníamos suerte.

Mi amigo acudió casi tres horas antes del inicio del partido, y yo llegué un poco más tarde. El plan era sencillo: tomarnos algo y comprar una entrada. Para dar el pego iba con una sudadera del Athletic que me regalaron y una bufanda que me compré en San Mamés. Era uno más. Tanto es así que cuando llegué a Vallecas me encontré a Raúl de Tomás y le extrañó que le pidiese una foto. Cosas de maestros del disfraz, supongo. Al llegar a la icónica calle del Payaso Fofó, el ambiente era tremendo. El Rayo cumplía 100 años de existencia, y su afición lo estaba celebrando. Hasta vi a una rayista embarazada con un mini de cerveza, aunque quiero creer que se lo estaba sujetando a alguien. Pese a no ser lo que ansiaba, ahí estaba la emoción que buscaba en la última jornada.

La gente del Rayo comenzó a entrar al campo para preparar un tifo, lo que dejó la calle con un extraño vacío. Vallecas estaba tomada por aficionados del Athletic y un madrileño encubierto. Entonces, mi amigo y yo decidimos que era el momento de activar la segunda parte del plan. Nos dimos varias vueltas alrededor del estadio y no hubo suerte. Vimos a un hombre que tenía más entradas que la taquilla en un día normal, pero las vendía carísimas y, a fin de cuentas, no había nada en juego. Resignados, buscamos un bar para ver el partido. Allí no tardamos en unirnos a un grupo de chavales de Deusto que estaban igual que nosotros. Oficialmente, ya era un athleticzale más.

Vallecas alza la voz y la afición del Rayo protesta en cadena: «Este es nuestro estadio»

Mientras se jugaba el partido, mi amigo me recordó que, después de todo, sí había algo en juego: si Unai Simón estaba 60 minutos sin encajar en Vallecas sería el Zamora de la liga. Entonces, nuestros amigos de Deusto deslizaron la posibilidad de que todo estaba pactado. Yo, ingenuo por naturaleza, decidí no creerles. Por Dios, si esperaba que me diesen un boli bic si conseguía una entrada en la reventa. Lo cierto es que no pasó demasiado en el partido, y celebramos ese Zamora como un gol. Hasta los jugadores del Athletic lo festejaron en el campo, y eso que el encuentro estaba a medias. Pocas cosas reflejaron mejor la falta de competitividad del choque.

Con la victoria de mi equipo adoptivo en el bolsillo, me marché de Vallecas. Mientras llegaba al coche, revisé los equipos y vi que no había jugado Dimitrievski en lo que era su último partido con el Rayo. Desconozco que habrá pasado para romper la relación, pero me dio mucha pena. Fue una especie de introducción a la pena que estaba al caer, porque luego tocaba ver la despedida de Kroos en el Bernabéu. Ahí llegaba lo realmente jodido de la tarde. En ese momento caí en que la última jornada, después de todo, no estaba tan mal: el fútbol iba a dejar su hueco a las despedidas. Vamos, que la actualidad no mancharía el adiós. Y eso, aunque se cristalice una victoria pírrica, era suficiente para seguir tirando.

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