Tiene 20 años, un currículum envidiable y, pese a todo, Carlos Alcaraz ha tenido que lidiar con las críticas en los últimos meses. El murciano, llamado a dominar el tenis la próxima década, tan solo había sumado una final (Cincinnati, 2023) desde que levantó su segundo major en Wimbledon. En Indian Wells, un escenario al que le empieza a tomar el gusto —también ganó el pasado curso—, el número 2 ha disipado todas las dudas tras sumar su quinto Masters 1000, al batir (7-6; 6-1) a un Daniil Medvedev que empieza a tomar por costumbre eso de ser subcampeón.
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🌊 Carlos Alcaraz, otra vez a contracorriente
El español saltó a la pista con la sensación de haber hecho lo más difícil. El sábado tumbó a Jannik Sinner, el tenista más en forma del circuito, con un tenis sobrenatural, ese que luce cuando está pleno de confianza. Sin embargo, el último escollo también era un hueso duro, un Medvedev ante el que también disputó la final de la última edición de este torneo. En esta ocasión, ganar no fue tan sencillo, sobre todo porque, como ante el italiano, Carlos Alcaraz tuvo que remar.
Su reacción no se hizo esperar. Tras el 0-3 inicial, el murciano entendió que no tenía que hacer ningún experimento en su juego para doblegar a un rival al que le tiene dominado el cara a cara (4-2 tras este envite). El español llevó los peloteos a otro nivel, con alguna que otra dejada que sacó a Medvedev de su zona de confort. Aguantó los intercambios y atacó solo cuando lo tuvo claro, tal y como le pedía a viva voz su entrenador Juan Carlos Ferrero.
Tras igualar la primera manga (3-3), Carlos Alcaraz apenas mostró flaquezas. Cómodo con el servicio (64% de puntos ganados con el segundo saque) y agresivo al resto (sumó el 57% de puntos en segunda devolución), la sensación era que antes o después el acto caería de su lado. Y así fue, aunque tuvo que pelearlo en el desempate (7-5). Sufrimiento en exceso, teniendo en cuenta que conectó 15 winners y tan solo cometió 7 errores no forzados.
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🧠 Un segundo set sin historia
Carlos Alcaraz aprovechó la inercia para matar el envite. Francamente, no existió relato en un segundo parcial donde el español superó a Medvedev en todas las facetas. Fue más rápido de piernas que el ruso, algo previsible, pero también más sólido desde el fondo de la pista, donde quizá cabía esperar algo más de contienda. Se gustó, sacó el aura de campeón, de mago, de ser casi sobrenatural, para cerrar algún que otro punto surrealista. Y cuando la bola no entraba su sonrisa persistía: sinónimo de que iba sobrado, como pronto reflejó el tanto (3-0).
Medvedev acabó frustrado. Impotente. La versión de Alcaraz, con un tenis más maduro que cuando arrasaba hace doce meses, le llevó incluso a perder los estribos con la grada, algo no tan inusual. El español, por la vía rápida (6-1) cerró el envite. Todavía no tiene 21 años, pero en su palmarés luce dos Grand Slam y cinco Masters 1000. Tras meses donde su tenis parecía estancado, el murciano recupera ese estatus de campeón que, realmente, nunca ha abandonado.