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Dietmar Hopp, la última ‘víctima’ de la lucha contra el 50+1

Para gustos, colores. Hay muchas formas de legislar el fútbol, con mayor o menor permisividad hacia el capital externo, entre otras polémicas cuestiones. Lo que resulta difícilmente rebatible es el compromiso de la sociedad alemana frente a lo que consideran injusto. El país y, concretamente, los aficionados al deporte, acostumbran a perseguir con ahínco a quienes no cumplen las reglas. En este sentido, la situación más evidente gira en torno a la repartición del accionariado de los clubes, que se esconde tras la nomenclatura de la regla del 50+1. Una que levanta polémicas desde hace más de dos décadas y que ha terminado ya con Dietmar Hopp como inversor mayoritario de uno de los cuatro en entredicho de la Bundesliga.

📋 ¿Qué es la regla del 50+1?

La ley de sociedades anónimas deportivas llegó a Alemania en 1998. Años después que en España, por ejemplo; aunque, a diferencia de otros países punteros en términos futbolísticos, sirvió para marcar un antes y un después en la Bundesliga. Sobre todo, por idear, al menos en la teoría, un sistema para impedir que los magnates ajenos al fútbol pudiesen alterar la competitividad y los méritos deportivos a través de inyecciones económicas como las que hoy en día priman en Inglaterra o en el PSG. El balompié teutón, una vez más, fue un paso por delante.

En términos legales, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) aprobó que en el país solo pudiese haber sociedades deportivas y no sociedades anónimas. Es decir, a grandes rasgos, que los clubes perteneciesen mayoritariamente a sus socios y no a empresas o inversores particulares. La presión de los aficionados alemanes, genéricamente muy puros, románticos y en contra de los nuevos modelos, fueron clave para conseguirlo. Fue así como nació la denominada regla del 50+1, que sostiene que las acciones de un club deben pertenecer a los socios en, como mínimo, una acción más del 50%, para que el control sea mayoritario por su parte y no de una única sociedad inversora.

La Bundesliga apunta en su página web que «las reglas buscan beneficiar a los fanáticos y proteger sus intereses. La del 50+1, da a los socios de sus clubes voz, voto y garantías para que el desarrollo sea propio».

Al menos, así es la teoría, con algunas excepciones para aquellos patrocinadores que lleven más de 20 años ligados al club en cuestión, que sí podrían comprar más del 50% del accionariado. Y, también, para que las personas vinculadas a una entidad (exjugadores, exentrenadores, socios con antigüedad, promotores, inversores minoritarios…) puedan controlar más de la mitad de las acciones. El problema en esta segunda cuestión reside en lo difícil que resulta definir qué es estar vinculado y qué es una mera sinergia o colaboración.

👿 El Hoffenheim no era el único club perseguido

Cuando se implementó esta nueva ley, que cambiaría drásticamente el fútbol alemán, la DFB se tuvo que enfrentar a un hándicap. Había equipos que no cumplían los criterios, aunque, al entender que establecieron su accionariado antes de que se aprobase la Ley del 50+1, hizo la vista gorda con ellos. Eso sembró un precedente peligroso y, especialmente, puso en el ojo del huracán al Bayer Leverkusen (controlado por la empresa farmacéutica Bayer) y al Wolfsburgo (con inversores mayoritarios de la sociedad automovilística Volkswagen).

Dietmar Hopp 50+1

En la Bundesliga es frecuente ver pancartas en señal de protesta en los partidos contra Wolfsburgo, Bayer Leverkusen, Hoffenheim y, especialmente, RB Leipzig, el más odiado de todos.

Estos dos equipos, desde entonces, pasaron a formar parte de la lista negra del resto. Entendían que no competían con las mismas reglas y contaban con mayores facilidades económicas. Mismo caso que RB Leipzig y Hoffenheim, que se ampararon en un vacío legal. Realmente, la DFB no podía impedir alegremente que un inversor comprase más del 50% de los derechos, pero sí que la Bundesliga les negase la licencia para competir en el fútbol profesional alemán.

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Lo que sucedió es que Red Bull, empresa de bebidas energéticas fundadora del Leipzig; y Dietmar Hopp, impulsor particular del Hoffenheim, invirtieron a principios de siglo, cuando los equipos estaban en divisiones regionales. El problema llegó al ascender, momento en el que, para sorpresa de muchos, no se les negó la licencia.

Así fue como se creó un conflicto entre dos bandos. Y los rivales de estas cuatro entidades, que son clara mayoría, alzaron la voz para reivindicar esta disparidad de criterios. Lo siguen haciendo a día de hoy, de hecho, liderados por el Union Berlin, por mucho que el cuadro capitalino no ascendiese hasta 2019 a la primera división de Alemania. Otro equipo que ha representado tradicionalmente a los humildes es el Borussia Dortmund. E, incluso, el Bayern aparece en este lado de la disputa, aunque muchos argumentan que lo hace por una mera cuestión de interés. Al fin y al cabo, cortar las alas a las inyecciones económicas y los sucesivos proyectos artificiales incipientes, beneficia claramente al hegemónico por excelencia de la Bundesliga.

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Hasta ahora, a sus 83 años, era el accionista mayoritario (96%) del Hoffenheim, aunque el equipo de Sinsheim ya ha anunciado el cambio de estructura para no incumplir la regla que generó tanta animadversión contra ellos. «Me siento aliviado. Esto marca el final de un capítulo en la historia del Hoffenheim, que en gran medida ha generado desconfianza y hostilidad hacia el club y hacia mí. Sé que el 50+1, que siempre he apoyado, es un activo valioso en el fútbol alemán”, afirmó Dietmar Hopp en los medios del club al que seguirá perteneciendo desde un perfil más bajo.

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En lo ajeno al fútbol, Dietmar Hopp es cofundador de SAP, una de las empresas tecnológicas más importantes del mundo, valorada en más de 145.000 millones de euros. Hopp invirtió parte de su fortuna en el Hoffenheim, club al que representó de joven como jugador en sus categorías inferiores… algo que le ayudó a cumplir otro de los requisitos indispensables para ser considerado excepción. Aunque no solo apostó por este club, también lo hizo con el Walldorf, que se encuentra en la cuarta división alemana y quién sabe si próximamente se podría convertir en el nuevo Hoffenheim. De hecho, su estadio lleva el nombre del influyente cofundador de la empresa informática SAP AG.

Su decisión llega después de numerosas presiones desde distintos estamentos del fútbol alemán. Las más visibles, de aficionados, que provocaron en febrero de 2020 una de las imágenes más icónicas de esta lucha alrededor de la regla del 50+1. Ese día, los jugadores y el cuerpo técnico del Bayern, que contaba con numerosos exintegrantes del Hoffenheim (‘Hansi’ Flick entre ellos), se enfrentaron con la grada del Allianz Arena, después de que estos creasen un clima irrespetuoso contra su rival. Con el partido ya decidido (6-0), los últimos minutos sirvieron para que los deportistas de ambos equipos se pasasen el balón en señal de unión y protesta contra lo sucedido en la tribuna.

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