No se puede decir que la Real Sociedad diese su brazo a torcer. Los de Imanol lucharon con todo lo que tenían, pero se quedaron cortos ante uno de los mayores monstruos del fútbol europeo. Como si estuviese creado para este deporte, Kylian Mbappé demostró en San Sebastián que vive de hechos y no de merecimientos. Gracias a su doblete, el delantero francés trituró los sueños txuri-urdin de seguir en Champions League (1-2) y avisó del potencial que tiene el PSG como tapado.
💀 Si la Parca jugase al fútbol, se llamaría Kylian Mbappé
La Real Sociedad quería intimidar al PSG desde el principio del choque. Eran conscientes de los fantasmas europeos que atormentan a los parisinos, y buscaban despertarlos. Querían hacerles vivir con miedo, como si estuvieran al borde del precipicio pese a tener la ventaja. Solamente había un pequeño gran resquicio que podía dinamitarlo todo. Esta grieta tenía nombre y apellidos: Kylian Mbappé Lottin. Él era la fuente de los temores txuri-urdin. Cada toque, por muy simple que fuese, tenía la capacidad de enmudecer por un segundo la ruidosa grada del Reale Arena. El francés era la representación futbolística de la Parca. Ya fuese para bien o para mal, en sus botas estaba el partido.
Ese temor generalizado que provocaba Mbappé provocaba una paradoja. Daba más miedo cuando frenaba que cuando corría, pues en ese cambio de ritmo podía romperlo todo. Igor Zubeldia era consciente de ello cuando le encimó. En su primer cruce supo responderle, pues le envió a la línea de fondo. Había sobrevivido a la arrancada inicial; quedaba la segunda. Cuando volvió a acelerar el francés, el zaguero vasco lo tenía controlado. Entonces, paró en seco. Cuando se dio la vuelta fruto de ese regate, se podía apreciar el pavor en su rostro. Había visto el 0-1 de Mbappé antes de su chut. El plan de la Real Sociedad acababa de saltar por los aires.
Kylian Mbappé torturó a la defensa de la Real Sociedad durante todo el encuentro.
❤️🩹 La fe en el proceso de la Real Sociedad se mantiene intacta
Algo se despertó entre los futbolistas de Imanol. Estaban fuera de la Champions League con ese 0-3 del global. No podían amilanarse, por lo que su instinto de supervivencia comenzó a ganar enteros. Si caían ante sus demonios, lo querían hacer con el estilo que les hizo pasearse en la fase de grupos. Poco a poco, y sin perderle el miedo a su verdugo, se veía una luz al final del túnel para la Real Sociedad. Así terminaron la primera mitad, y así comenzaron la segunda. Querían resistir, mostrarse como el gran equipo que son. Debía ser su momento. Entonces, todo se fue a negro una vez más. Mbappé se había quedado solo ante Remiro. El remate del 0-2 fue frío y rápido. Ante la esperanza, el ‘7’ respondió con la crueldad que exige su figura.
El sueño de la Real Sociedad en Champions ya había pasado a mejor vida. Aun así, en el Reale Arena insistían en mandar un mensaje a toda Europa. Su proceso va más allá del terror que causó Mbappé y de lo gris que pueda ser el presente, ya que este trabajo se alarga en el tiempo. Para engrandecer su trabajo, buscaron el gol con ahínco. Al borde del minuto 90 y tras creer que no sería posible, llegó tras una carambola en el área que finalizó Merino. El 1-2 no cambiaba el destino de los vascos en la competición europea más grande, pero se celebró como nunca en San Sebastián. Con las bufandas al viento, los aficionados txuri-urdin estaban más orgullosos que nunca. Los de Imanol habían muerto de pie ante el equipo que lidera el jugador más decisivo del mundo. Habían sabido sobreponerse a sus mayores miedos para enorgullecer a los suyos. Y así, en comunión, las penas duelen un poco menos.
