Hubo que esperar hasta el último encuentro de la primera vuelta para ver el mejor espectáculo de esta temporada en la liga. Girona y Atlético de Madrid demostraron en Montilivi que el fútbol es un juego imprevisible que fluctúa entre aciertos y errores. Los dos equipos penalizaron los fallos del rival hasta firmar un 4-3 glorioso. Ni el hat-trick de Morata, que volvió a demostrar que uno de los mejores delanteros moviéndose al espacio, evitó la derrota rojiblanca. Porque este Girona se siente grande y con fe. Los catalanes siempre buscan la portería contraria desde el primero hasta el último minuto y sea cual sea el marcador. Rasgo que les hace diferentes, y temibles.
Valery y Savinho marcaron cuando no se había alcanzado la media hora de juego y Blind remachó el 3-1 antes del descanso. Solo la fe de Morata movió la montaña gerundense. El delantero madrileño consiguió empatar con la ayuda de Griezmann y De Paul. Entonces, el protagonismo fue para los porteros. Gazzaniga y Oblak evitaron un marcador más abultado, pero el esloveno no se vio venir un punterazo con el alma de Iván Martín para poner a delirar a Montilivi en el tiempo añadido. Simeone puso muecas de incredulidad, pero la realidad es que el Atlético queda a 10 puntos del liderato. Por su parte, el Girona vuela en lo más alto junto al Real Madrid. 48 puntazos de 57 posibles. El plantel de Míchel ha firmado la mejor primera vuelta en la historia de Primera división de un equipo diferente a Barcelona, Madrid y Atlético. Preparen los moldes para levantar una estatua.
😎 Una primera parte memorable
El baile en las bandas marcó el inicio del encuentro. El plantel catalán no acusó el triunfo del Real Madrid ante el Mallorca, y salió osado, divertido y atrevido contra el Atlético. Como siempre. El ‘Cholo’ Simeone confió en Lino por la izquierda y, sorprendentemente, puso a Rodrigo Riquelme por la derecha, pasando a Llorente al carril interior. Por su parte, Míchel, con la baja de Tsygankov, situó a Savinho por el lado derecho, su perfil preferido pese a jugar la mayor parte de la temporada por la izquierda. Menos mal. Pero esas variaciones tuvieron un impacto inmediato en el encuentro. No se había cumplido ni el minuto de juego y el brasileño ganó la espalda de Lino y puso un balón al primer palo para el remate erróneo de Dovbyk. De diez como esas, el ucraniano normalmente marcaría siete.
No había duda que la posesión sería para el Girona, de la misma manera que el Atleti lo iba a fiar todo a sus dos puntas: Griezmann y Morata. A decir verdad, los dos estilos se impusieron. El vendaval del conjunto blanquirrojo desarboló al equipo colchonero en los primeros compases. Valery aprovechó una recuperación de Iván Martín y un pase de Pablo Torre al costado débil de los madrileños, el de Riquelme, para que Valery pusiera por delante a los gerundenses con una bonita rosca.
El Girona, muy dinámico, olvidó por un momento con su superioridad al equipo que tenía delante. Y aunque este Atlético había perdido en Valencia, Barcelona, Gran Canaria y Bilbao, sabía que quedaba mucho partido por delante. Además, los astros se alinearon para conjuntar a los tres mejores futbolistas del equipo madrileño en el momento clave: De Paul, Griezmann y Morata. El primero la puso arriba, el segundo la bajó con la cabeza y el tercero consiguió el empate. Los movimientos de Morata entre los centrales fueron letales ante la baja de David López.
Sin embargo, el Atlético siguió grogui en la construcción. Tanto es así que alguien infalible como Koke se durmió en la salida del balón y facilitó el robo de Iván Martín en la frontal del área. Oblak detuvo el remate del centrocampista, pero el rechace lo cazó Savinho para anotar. Y con tanto empuje, la plantilla de Simeone cedió incluso en algo que domina a la perfección: el balón parado. Blind, un central metido a ‘nueve’ por unos segundos, pescó un desvío de Dovbyk en el segundo palo para poner el 3-1 en el minuto 39.
Todo lo malo que podía pasarle al Atlético le pasó. Las caras de incredulidad ante el bajo nivel eran reconocibles en cada uno de los componentes del equipo. Pero el fútbol es tan incierto que los rojiblancos, con más pundonor que juego, redujeron distancias con una obra de arte de Morata, que recortó a Eric García dentro del área en carrera para, posteriormente, rematar lejos del alcance de Gazzaniga. Y todavía pudo empatar el ‘19’ atlético, pero su posición estaba adelantada tras la revisión del VAR. Pese a esto, el Atlético se fue con la sensación de estar vivo en el encuentro. En el otro bando, como de costumbre, la sensación fue la de vivir al límite.
😮 El Girona encontró la fe en un punterazo
El Atleti salió al segundo tiempo con la sensación de estar vivo de milagro, pero de notarse el pulso. Simeone puso a Nahuel Molina por la derecha y sacó a Lino, que vivió un martirio con Savinho y Yan Couto. Riquelme pasó a la izquierda. Esos movimientos despertaron a los rojiblancos, que desaprovecharon ocasiones clarísimas de Morata, Griezmann y Marcos Llorente para poner la igualada. Pero si una cosa tiene este equipo es que sabe surfear la ola buena y Morata pegó su tercer bocado al encuentro aprovechando la lentitud de Eric García y Blind. Aplausos también para el pase de De Paul.
Ni la hora tardía del encuentro, ni el hecho de ser entre semana, ni los turrones de navidad restaron dinamismo al encuentro. Fue el momento de los porteros. Gazzaniga y Oblak evitaron un marcador más abultado con sus intervenciones. Sobre todo estuvo fino el esloveno con un pie y con una intervención de puños a disparos de Dovbyk y Aleix García. El ‘Cholo’ arriesgó y juntó durante algunos minutos a Morata, Griezmann, Correa y Memphis sobre el verde. Pero al ver que no llegaba el gol y que el Girona montaba alguna contra peligrosa, decidió dar un paso atrás, sacando a Azpilicueta y Saúl por Morata y ‘Grizi’.
Todo lo contrario que Míchel, que apostó por Stuani, Arnau Martínez y Portu. El atrevimiento del Girona tuvo su premio simbolizado en la puntera de Iván Martín. Ya corría el descuento cuando el centrocampista, imperial en la recuperación y la distribución del balón, recibió una pelota dentro del área, y entre una croqueta y una nube de piernas colchoneras, tiró de puntera para tumbar a Oblak, a Simeone y al Atlético. Míchel salió de Montilivi con los ojos vidriosos. No es para menos tras la hazaña que está haciendo su equipo, que le saca 10 puntos a todo un Atleti, y que sigue peleando con el Real Madrid por la primera plaza.