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Barcelona

Ni Barça ni Napoli saben resolver sus necesidades

Una vez más, el control del Barça se quedó a medias. Tras varias fases de dominio en el Diego Armando Maradona, los de Xavi no pasaron del empate ante un inoperante Napoli (1-1) que igualó el gol de Lewandowski con el tanto de Osimhen en el primer tiro a puerta de los italianos. Al menos, para la vuelta, todo se resolverá en Barcelona.

🥴​ Dominio sin premio para el Barça

Pese a que el tremendo ambiente de una noche europea en el Diego Armando Maradona pretendía maquillarlo, el Napoli-Barça era un choque que no estaba para los grandes focos. Los dos conjuntos son los vigentes campeones de sus respectivas, y ambos son la sombra de lo que fueron hace un año. Para más inri, este duelo marcado por la necesidad solo podía dejar a uno en pie. Italianos y españoles iban a tener dos asaltos al borde del precipicio. Quizás por estar acostumbrados a vivir así, fue el Barça el que dio el primer golpe sobre la mesa. Salieron enchufados, desdibujando a sus rivales. Por desgracia para ellos, lo hicieron pese a su mismo problema de siempre: apenas tienen mordiente. Pocas noticias peores hay en una eliminatoria de Champions League.

El Napoli despertó. No estaban ni cerca del dominio culé en la primera media hora, pero sí habían vuelto al partido gracias a las paradas de Meret. Con el partido más disputado, una incómoda sensación de déjà vu se apoderó del Barça. Otro día más, se estaban perdiendo en su propia paranoia. Pese a no permitir ni un tiro de los partenopeos en la primera mitad, parecía que tenían que remontar algo. Esa prisa impostada se apoderó de ellos, y lo que era natural comenzó a parecer artificial en su juego. Como si no entendiesen el intercambio de golpes implícito de una noche europea, se marcharon cabizbajos al vestuario. Los culés parecían perdidos dentro de una pelea contra su propia psique.

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​💪​ Osimhen resucitó al Napoli

No pudo venirle mejor el descanso al Barça. Esos 15 minutos de pausa les permitió parar y reflexionar. Su primera mitad, a falta de goles, había sido buena. Teóricamente, con apretar un poco más en el área tendría que ser suficiente. Así de sencillamente complicado era. Nadie sabe dónde estaría este equipo si tuviese algo más de mordiente, aunque estas son cuestiones que no venían al caso en Nápoles. El dominio culé volvió a ser claro y meridiano. Faltaba ese punto de creatividad con el balón, y ahí aparecieron dos protagonistas. El primero fue Íñigo Martínez, que rompió el ritmo de la posesión con un pase filtrado a la frontal. Ahí apareció Pedri como el segundo, e hizo lo mismo que su compañero de la zaga para encontrar a Lewandowski. Fino y letal, así como en el Bayern, el polaco definió. Xavi respiraba con la llegada del ansiado 0-1.

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Lewandowski, que parece haber recuperado el olfato goleador, inauguró el marcador.

Como si ese tanto les hubiese elevado a un estado superior de consciencia, asumieron el timing del fútbol europeo. Ya habían golpeado durante su ventana de dominio, por lo que tocaba ceder el testigo y minimizar daños. Lo estaban haciendo realmente bien, pues el dominio del Napoli era insignificante. Parecía que ese despertar culé estaba ahí. Habían madurado tras tanto tiempo de sufrimiento. Entonces, llegó el castigo habitual. La Champions, en su condición de competición cruel con sus equipos, no permite respiro ni en una jugada aislada. Cuando llegó esa única oportunidad, Osimhen fue el verdugo. Los jugadores del Barça reclamaron una falta del nigeriano, pero era para purgar sus propios pecados. Por enésima vez en esta campaña, se habían ilusionado y se habían caído casi sin querer.

Los azulgranas se volvieron a perder en su propia depresión. El Napoli, por su parte, se creció. Por primera vez en el encuentro, el campo estaba volcado contra la portería de Ter Stegen. A base de ímpetu, desaparecieron todos los problemas que tenían. Querían tener esa redención que tuvo el Barça, esa que se encargaron de fastidiar. Lo cierto es que, realmente, nadie iba a ganar en su duelo de necesidades. Quizás por eso mismo se fue desviado el chut de Gündogan en la última jugada. El Barça se lo mereció más, y el Napoli supo ser efectivo. Cada uno tuvo lo que le faltaba a su contrario, muestra de sus carencias. Dentro de sus crisis paralelas, no podían resolver su enfrentamiento al borde del precipicio a las primeras de cambio.

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