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Brahim y Lunin conquistan Leipzig

Como si fuese una tradición anual de estas fechas que poco tiene que ver con San Valentín, el Real Madrid ha vuelto a sobrevivir en Europa. Su choque de octavos tenía pinta de encerrona, y ni con esas consiguieron doblegarles. Por medio de un golazo de Brahim Díaz y una actuación muy sólida de Lunin, los de Ancelotti ganan al RB Leipzig (0-1) en la ida de los octavos de final de la Champions League. Así, de cara a la vuelta, en el Bernabéu podrán respirar tranquilos en lo que vacían su congestionada enfermería.

​💪​ El Real Madrid y su enésimo ejercicio de supervivencia europea

Por si había alguien con dudas, el inicio del partido confirmó lo evidente. La visita a Leipzig era una trampa para el Real Madrid. Su pase a cuartos tenía que pasar por un buen resultado ante los suyos, por lo que no les quedaba otra a los de Marco Rose. Tenían permiso para soñar, pues ya lo lograron en la temporada pasada. Como si hubieran consumido cierta bebida energética que les da nombre (o no, a efectos oficiales), arrancaron el encuentro en volandas. Ni dos minutos tardó en llegar el primer aviso: Benjamin Sesko marcó tras un córner. Al menos, para fortuna del Real Madrid, se anuló por el fuera de juego posicional de Henrichs. Ancelotti tragó saliva y los jugadores hicieron lo propio; se iba a hacer largo el choque.

Como si ese shock inicial se alargase en el tiempo, el ambiente estaba enrarecido. La presión del RB Leipzig era tremendamente incómoda para el Real Madrid, lo que provocaba una pesadez poco habitual en su circulación de balón. Además, cada pérdida precedía a un contragolpe liderado por un excelso Dani Olmo. Los de Ancelotti estaban en medio de un campo de minas que no afectaba a sus enemigos, ya que ellos volaban. Por tanto, cada llegada al área de Gulácsi era una pequeña victoria dentro de la guerra. Así, poco a poco, se decretó el final de la primera parte. El Real Madrid ya había superado la mitad del camino. Les tocaba seguir remando para sobrevivir.

🔝​ Brahim y su magia, Lunin y su seguridad

Si el arranque de partido estuvo marcado por el aviso alemán, la vuelta del entretiempo tuvo un milagro. No se puede explicar de otra manera lo que hizo Brahim Díaz. Él nació en Málaga, muy lejos de Rosario, pero no fue impedimento para homenajear a su futbolista más ilustre. Cogió el balón pegado a la banda derecha y se levantó tras una primera tarascada. No le habían tirado, y esa había sido la mejor ocasión de sus rivales para conseguirlo. Comenzó a zafarse de rivales mientras recorría el camino hacia el área, por lo que su travesía solo podía tener un final: el gol. Desde la frontal, con un remate inapelable, firmó un tanto que acercaba al Madrid a la supervivencia y que encumbraba —aún más— su temporada. Para poner la guinda, lo celebró como Bellingham. Hasta eso lo hizo bien.

Brahim Díax RB Leipzig Real Madrid Champions League

Brahim Díaz marcó uno de los mejores goles de su carrera, decisivo para darle ventaja al Real Madrid en la eliminatoria.

La confianza aumentó en el bando madridista. Si Brahim, que había naufragado entre los potentes futbolistas alemanes en el primer acto, resurgió con una genialidad, el resto también debía dar un paso hacia delante. Pese a que el peligro del Leipzig seguía ahí, ya no se sentía como una marcha al borde del abismo. Se habían intercambiado los papeles: era el Real Madrid el que se anticipaba y golpeaba al contragolpe, y los locales comenzaron a vivir con miedo. Para más castigo a los de Rose, Lunin aparecía cada vez que se liberaban del control del Real Madrid. Solo les quedaba minimizar daños, y ahí tuvieron a la fortuna a su favor. Si no fuese por el palo y el desacierto en los últimos metros, los de Ancelotti hubiesen dejado resuelta la eliminatoria.

El Real Madrid, en su posición de gran monarca europeo, sabía lo que estaba por venir tras esos minutos de dominio. En la Champions, cuando no golpeas, te toca recibir. Solo queda en pie el que aguanta más, y así es como los blancos edificaron su leyenda. El partido ante el Leipzig no iba a ser una excepción. Para añadirle más dificultad, Brahim salió lesionado en los primeros minutos del asedio alemán. Aunque estuviese de cara, el choque nunca dejó de ser una trampa. Entonces, una vez más, apareció Lunin. Como si fuese un escapista, impulsó a su equipo desde la portería a salir de la encerrona. Brahim dejó tocados a los locales, pero el ucraniano los terminó de hundir. El mérito de mandar la eliminatoria al Bernabéu con ventaja fue de los dos. Ellos hicieron bueno el nuevo ejercicio de supervivencia del Real Madrid.

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