El Dieguenazo Bellingham.
✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: Bellingham ya no marca solo de rebote

Jude Bellingham amenaza con romper mi oficio. Se nos están empezando a acabar los sinónimos para describir al inglés, cayendo poco a poco en la monotonía. Sin ir más lejos de esta humilde columna, este es el segundo ‘Dieguenazo’ que lleva. Y solo son dos por pura autocensura. Mi objetivo profesional es escribir continuamente el mismo texto sobre él, porque su talento rellena las carencias que pueda tener esta meta. Al menos, su brillantez siempre da para sacarse un nuevo enfoque de la chistera. El de hoy, posiblemente, sea mi favorito. Sus detractores dicen que solo marca de rebote, como si valiese menos. Y esta gente vota, que no se nos olvide.

🎯 Menos mal que Bellingham solo vive de los rebotes

No puedo negar tampoco que Bellingham es de esas personas tan excelentes que dan rabia. Quizás soy un exagerado, porque alguna vez he dejado de ir a un sitio porque eran demasiado agradables para mi gusto. La cosa es que el inglés supera ese valle inquietante de la amabilidad. Es guapo, con una planta envidiable, carismático y juega bien al fútbol. Venga, hombre. El tipo está cerca de ser perfecto. Hasta la prensa española, acostumbrada a señalar al futbolista inglés por su carácter, se ha rendido ante él. No es para menos, pues el tipo ha firmado el segundo mejor arranque de la historia del Real Madrid. Por ello, tenerlo enfrente debe ser pesadísimo. «Que sí, Jude, que eres muy bueno, pero déjame un rato en paz», deben pensar los rivales. Es entendible el hartazgo ante tal superioridad.

Bellingham y la gloria antes que el dinero: ¿qué hay de cierto?

Si a esto le sumamos el altavoz que provoca el Real Madrid, era de esperar que se sacase la más mínima mancha en su expediente. La cosa es que esta es la más estúpida que he visto en mi vida. Aunque, bueno, no es la primera vez, porque también se decía de Haaland. Solo marca de rebote o a puerta vacía, como si aquello de marcar valiese menos en función de su belleza. Todos soñamos con un gol de rabona desde la frontal del área, pero también todos sabemos que un tanto es un tanto. Esta gente que desprecia a un futbolista por este aspecto, si todo funcionase como debía, pasaría al menos una noche en el calabozo. Y ojo, por darle también un palo a los del Bernabéu, se llegó a señalar a Pedri por no dar asistencias ni marcar goles tras hacer una Eurocopa heroica. Por favor, que no sea cruel aquel que nos observe como sociedad. No todos somos así.

Lo bonito de estos argumentos de primero de parvulario, dignos de un chiste de Abundio, es que caen por su propio peso. Como si quisiera señalar la estupidez, el talento siempre acaba dinamitando todo. En cuanto empezaron a salir todos los comentarios con esta temática tan ridícula, Bellingham comenzó a meter goles que ya no consistían solamente en empujar la pelota. En Nápoles homenajeó a Maradona, y ante Osasuna marcó dos tantos que firmaría un delantero mucha categoría. Para sorpresa de nadie, fueron igual de decisivos de cara al marcador. Bellingham ha seguido demostrando que es tan bueno que hasta le da tiempo para reírse de los absurdos debates que hay en las redes sociales.

Una vez, un aficionado le dio un consejo a Mykhaylo Mudryk en Instagram. El ucraniano, ni corto ni perezoso, dejó una respuesta para la historia: «¿Has ganado ya el Balón de Oro?». Se escuchó en Marte semejante guantazo con la mano abierta. Con esto de Bellingham es un poco lo mismo. El chico sabe lo que hace, y los comentarios de redes solamente sirven para afianzar lo superior que es respecto al que escribe. Puede ser que esté ahí toda esa rabia. Mientras, yo prefiero pensar lo que haría siendo tan insultantemente bueno en el fútbol. ¿Celebraría igual que Bellingham en un campo municipal de Vicálvaro? Lo que está claro es que me encantaría marcar de rebote y celebrarlo así. Solamente lo haría por ver como se enfadan. Quizás ahí esté la clave de todo.

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