No hay día tranquilo en la Ciudad Condal. El humilde Barbastro, de cuarta división, que venía de dar una de las campanadas de la ronda anterior al eliminar (1-0) al Almería, cayó de pie (2-3) en el partido de sus vidas frente a un Barça que no pecó de confiado. Pocos piropos mejores que ese, por mucho que no sonría el resultado. Fermín López abrió la lata al cuarto de hora de juego, haciendo gala de su condición de llegador, en el que fue el único tanto de un primer tiempo abierto. La contienda parecía cerrarse a la salida de vestuarios, cuando Raphinha, muy activo un día más, puso tierra de por medio.
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— FC Barcelona (@FCBarcelona) January 7, 2024
Sin embargo, el balón parado y la ley del ex, por si los culés no hubiesen tenido ya suficiente en su visita a Las Palmas, hizo que Adriá De Mesa culminase su gran partido con el polémico gol que reavivaba la llama de un Barbastro que se vino arriba. Al final, fue Lewandowski, desde el punto de penalti, quien sentenciaba al filo de un descuento en el que los locales todavía tendrían tiempo de poner otra dosis más de picante, con la réplica del penalti transformado por Marc Prat. Aburrida desde luego que no fue esta eliminatoria de dieciseisavos de la Copa del Rey.
☝🏼 Xavi no quería sustos
El precedente de hace un año estuvo presente hoy desde el principio en el Reino de Aragón. Era un día con poco que ganar y mucho que perder, para un Barcelona que llegaba plagado de dudas y que salió con la lección aprendida de lo sucedido ante el Intercity. Aquel día el Barça rotó poco, se adelantó pronto y estuvo 2-1 arriba mediada la segunda mitad, pero necesitó una prórroga para doblegar (3-4) al equipo de Adriá Soldevila, que marcó el hat-trick más insospechado de la pasada Copa del Rey. Muchos paralelismos con lo visto hoy, donde la prórroga fue una opción real en el Municipal de Barbastro durante la mayor parte de los segundos 45 minutos.
Más mérito del equipo dirigido por Daniel Martínez Monzón, que demérito de los pupilos de Xavi Hernández. El Barça no especuló, ni por actitud, ni por los intérpretes. Con muchos habituales, como Araújo y Christensen en el eje, Koundé de lateral derecho, Frenkie en la sala de máquinas, Raphinha tirado a la derecha con incidencia por dentro y João Félix haciendo lo propio en el flanco opuesto. Desde el pitido inicial subió el ritmo al partido y, en lugar de buscar el fútbol control esperado, dominó la primera parte desde la presión tras pérdida, línea defensiva que achicaba hacia delante y el vértigo de sus ataques.
Lo que muchas veces es su talón de Aquiles, esta vez funcionó contra un rival que, lógicamente, sufrió, reculó, descansó poco con la posesión en su poder y apenas amenazó. Aun así, el Barbastro salió vivo del vendaval azulgrana, disciplinado y riguroso, sin cometer demasiados errores y con un Arnau Fàbrega bajo palos que realizó varias intervenciones de mérito. La gran novedad visitante fue la presencia de Héctor Fort a pierna cambiada, como lateral izquierdo de recorrido, y el joven canterano de La Masía respondió a la confianza de Xavi. Cumplió en la faceta defensiva, sin estar demasiado exigido, se proyectó con buen timing al ataque y hasta pudo sumar la asistencia del 0-2 al inicio del segundo acto, obra de Raphinha, que precisamente fue quien le dio el pase de gol a Fermín López en el primero.
😓 Pero el Barça terminó asustado
Fue entonces cuando el Barbastro se quitó las cadenas y fue a apretar al Barcelona arriba, sin nada que proteger ya. Y así llegaron los minutos más emocionantes, en todos los sentidos, de esta atípica noche dominical copera. Adriá De Mesa, que se había vaciado como delantero referencia en el primer periodo, se encontró un balón suelto a la salida de un córner que mandó a guardar, sin acordarse de sus orígenes en Can Barça en la celebración. Como para ponerse a pensar ante el delirio de 6.000 gargantas, a 3 grados. Otra circunstancia atípica ya es la no presencia de VAR, que podría haber anulado el 1-2 por fuera de fuego. O por una posible mano de Jaime Ara, que saltó al primer remate como si le fuera la vida en ello.
A partir de ahí, los aragoneses no cambiaron el chip, fueron ambiciosos y el partido de ida y vuelta dejó de ser cómodo para los de Xavi, que terminó de dar minutos al resto de su primera unidad. Iñigo Martínez reapareció y diez minutos después, salió tocado de nuevo. A decir verdad, hoy sí, el césped dejaba bastante que desear. Los aficionados más pesimistas del Barça, que últimamente tienen mucho de realistas también, pensaron en la ley de Murphy. Solo faltaba ya que se lesionase también el héroe de Gran Canaria, un Gündoğan que tuvo que entrar por Oriol Romeu para tratar de ordenar a los suyos. O que Lewandowski, que esta vez compartió ataque con un Vitor Roque tirado a la izquierda, ambos como revulsivos, fallase un penalti, la única faceta en la que parece infalible en este complicado momento de su carrera.
Para alivio de los azulgranas, el penalti que él mismo provocó, fue para dentro, con una tranquilidad apabullante. The end, pensaron algunos en el minuto 88, que tuvieron que volver a sintonizar sus dispositivos, para ver el descuento. Si hay una regla no escrita esta temporada para el Barcelona, es que, independientemente del resultado, habrá solo un gol de diferencia en todos los partidos. Y al nuevo equipo sufridor de la aristocracia de España, le tocó encajar el 2-3 definitivo, después de que Vitor Roque perdonase el 2-4 y Fermín se pasase de revoluciones. El contratiempo pudo ser peor y haber terminado como el rosario del Intercity, porque Israel García tuvo una para empatar, pero esta vez sí quedará en un susto. O en otro susto, mejor dicho. Honores para el Barbastro, al que ya hemos situado en el mapa gracias al fútbol. Deberes para el Barcelona, que sigue sin encontrar su esencia, por mucho que se clasifique para los octavos de su competición fetiche.