Con un cierto aroma a 2011, aunque sin tal competitividad, esta temporada se han disputado ya cuatro clásicos y vamos camino del quinto. Los últimos tres, en menos de dos meses, algo que recuerda también a cuando se jugaron cuatro en 18 días aquella temporada con Mourinho y Guardiola en los banquillos. Lo lógico, en esta tesitura, sería pensar que Real Madrid y Barcelona se conocerían demasiado bien ya y que los partidos tendrían muchas similitudes entre sí. Aunque, nada más lejos de la realidad. Porque, sí, el Barça ha ganado los tres últimos este año, pero de formas muy diferentes.
Real Madrid vs. Barcelona: los clásicos más calientes del siglo XXI
🫠 Soberano repaso del Barça en Supercopa
El resultado (1-3) puede que maquille lo que fue uno de los mejores partidos de la era Xavi y uno de los peores del Real Madrid de Ancelotti. Los culés salieron a por todas y pasaron por encima de su rival; como en el 4-0 del curso pasado, solo que, esta vez, sí había algo importante en juego. Fue uno de los primeros duelos en los que Xavi implementó la idea de juntar a Busquets, Frenkie, Pedri y a Gavi como falso extremo izquierdo, en el 1-4-3-3 asimétrico.
De ahí la superioridad numérica que tuvieron los azulgrana en la sala de máquinas y lo indetectables que fueron los movimientos en profundidad de sus centrocampistas. Marcaron el ‘8’ y el ’30’, de hecho. Y jugaron a placer una vez que se vieron en ventaja; el Real Madrid se abrió y, lejos de robar la pelota en campo contrario, lo único que consiguió fue correr detrás del balón mientras en Riad se escuchaban los «olés» por parte de un sector de la grada. Partido que también será recordado porque Ronald Araújo, de lateral diestro, secó a Vinícius Júnior.
🤨 El clásico más atípico, en Copa del Rey
El duelo copero estuvo marcado por la goleada (2-5) del Real Madrid en Anfield, que insuflaba la confianza de los de Ancelotti; porque el Barça venía de perder (1-0) en Almería; y por las bajas de Dembélé, Pedri y Lewandowski, por lesión. Era muy favorito el Real Madrid. Pocos esperaban que el Barcelona fuese a ganar la ida (0-1); aunque lo que realmente dejó atónitos a muchos aficionados de ambos clubes fue cómo se desarrolló el encuentro.
Parecía más cómodo el Real Madrid de inicio, pero un gol en propia puerta entre Nacho y Militão, tras una conducción poderosa de Kessié, más fortuito imposible, puso patas arriba el encuentro. A partir de entonces, los blancos asumieron su favoritismo y se volcaron al ataque en el comienzo del segundo periodo, como si de se tratase del partido de vuelta. La posesión fue claramente para los locales, que arrinconaron al equipo de Xavi en su propia área y estos amenazaron muy poco a un equipo que arriesgó más de lo previsto. El mundo al revés.
Sin embargo, el bloque bajo culé, tan inesperado como sólido, dio frutos frente a un Real Madrid sin ideas. Todo fue corazón y no tanta cabeza. La banda derecha fue un solar y, en la izquierda, Araújo volvió a zamparse a un Vinícius irreconocible, que casi ni intentó encarar al charrúa. Mención de honor también para Jules Koundé como jerarca del área. Y para un De Jong que trabajo sin balón como el que más y, con balón, fue de los pocos que no perdían el cuero cada vez que le llegaba.
🙃 El cara o cruz que le salió caro al Madrid
En el encuentro liguero estaba condicionado por la clasificación. Todo lo que no fuese ganar sería un mal resultado para el Real Madrid. Por mucho que los culés llegasen en racha y que el partido lo albergase el Nou Camp. La distancia de 9 puntos invitaba a arriesgar al vigente campeón de España y de Europa que, sin embargo, gestionó aquello con más paciencia de la esperada.
Su inicio y su primer tiempo, especulativo una vez se vio por delante (0-1) con gol de Araújo en propia meta, dejó fríos a los hinchas visitantes. Pero, al fin y al cabo, el objetivo se estaba consiguiendo. Hasta que Sergi Roberto, como centrocampista en lugar de Pedri, que seguía y sigue lesionado, devolvió las tablas al luminoso al borde del descanso. En este caso, los locales lograron sentirse más cómodos con el balón en su poder, pese a que su juego interior fuese escaso y las ocasiones solo llegasen, prácticamente a través del centro lateral. Raphinha dejó un muy buen sabor de boca en este escenario.
Entonces, el Real Madrid sí tuvo que ir y fue con todo, aunque el Barça no reculó tanto como en la Copa del Rey, ni rifó tan fácil el balón. Compitió algo peor e, incluso, recibió el 1-2 que incendiaba el campeonato. Solo que este gol, de Asensio, fue anulado por un fuera de juego milimétrico. Y el Barça se llevó un botín aún mayor. Frank Kessié lo volvió a hacer y, esta vez, fue él quien se apuntó el tanto de la victoria. La noticia más positiva de un día negro para los blancos fue su presión alta y que Vini, esta vez sí, superó a Ronald en un duelo que apunta a ser de época.