⚽ Champions League

El Milan de Pioli o el antídoto contra el fenómeno Napoli

En el enésimo ejercicio defensivo impecable del Milan, los pupilos de Stefano Pioli alcanzaron las semifinales de Champions League tras eliminar al Napoli 16 años después y ya esperan al sorprendente Benfica o a un Inter con ganas de revancha. Estas fueron las claves de la eliminatoria. Mucha pizarra en lo colectivo y un duelo de titanes individuales.

⛓️ Secuestrar a la estrella rival

El foco de la eliminatoria estuvo en el flaco diestro defensivo del Milan e izquierdo ofensivo del Napoli. Sin Victor Osimhen en la ida, y con el nigeriano visiblemente tocado en la vueltapor mucho que marcase el único gol napolitano y le anulasen otro—, Khvicha Kvaratskhelia asumió galones como nadie. El ataque de los de Spalletti fue de extrema izquierda, pues los napolitanos inclinaron el campo hacia esa zona permanentemente.

Napoli ya no llora, Osimhen y Kvaratskelia facturan

Habrá quien diga que el georgiano falló el penalti y que pudo decidir o ejecutar mejor en los últimos toques, pero es innegable que ganó a todos en insistencia. Kvaratskhelia se echó a su equipo a la espalda, con 22 años, en unos cuartos de Champions. Luego que si corre destartalado. Lógico, le tiene que doler la espalda. Condujo, atrajo miradas para liberar compañeros, encaró, centró, filtró pases, probó varios disparos y tampoco faltaron los caños marca de la casa, las fintas y los cambios de ritmo casi en parado… Absolutamente imposible de reprocharle nada al pujante extremo de Tiflis. 

Los dos partidos más importantes hasta ahora en su corta carrera los recordará con cierta tristeza. Y eso que condicionó la eliminatoria como el que más. Hasta tal punto que Stefano Pioli diseñó un plan en el que impidió que Davide Calabria tuviese un mano a mano con el georgiano. O regresaba el extremo derecho (Brahim primero y Messias después), o iba Rade Krunić a la ayuda, o salía Simon Kjær de zona en alguna ocasión. A veces, incluso, tuvo al encarador rival en situación de tres contra uno. Les faltó atarle con unas bridas.

Aun así, les exigió el máximo, especialmente a Calabria. Fue el gran duelo individual de la serie y es complicado dirimir cuál fue el ganador. Técnicamente, lució más el del Napoli. Pero, en lo mental, por resistencia y por saber cómo minimizar las virtudes del mago de la improvisación y el giro de tobillo en el último instante, ganó el capitán del Milan. Si ‘Kvara’ tiene un defecto a día de hoy es que es demasiado diestro y sale mucho en diagonal hacia dentro. Previsible, pero imparable muchas veces.

Davide Calabria Milan

Calabria intentó a toda costa, con su posición y lenguaje corporal, invitarle a que saliese hacia fuera. Hacia su zurda. Además de que midió bien su ímpetu y las distancias. Defensor paciente, con sangre fría y mentalidad de piedra. Un pequeño gran triunfo. Y para más inri le sacó un gol bajo palos en San Siro.

🦎 Un Milan camaleónico y correoso

Otra de las claves estuvo en la medular. Pioli igual te apaña un roto que un descosido. Igual te hace persecuciones agresivas al hombre por todo el campo, hacia delante para hundirte y asfixiarte, como te monta un sólido entramado en bloques más medios o bajos. De ahí que Kjær saliese a escena. Eso sí, se sacó de la manga un ajuste ciertamente novedoso, al invertir las piezas de Bennacer y Krunić, que salió a pedir de boca


En el tramo de temporada de crisis de resultado y juego, Pioli se inventó un sistema de tres centrales. Funcionó de cine frente el Tottenham. Contra el Napoli, línea de cuadro con ajustes. De toma pan y moja.


El argelino fue clave para presionar, robar alto y correr en la ida; para recorrer distancias más largas con esfuerzos más explosivos, y para retener el balón encimado y oxigenar a su equipo en la vuelta. Transitar gracias a él y regresar con un rigor y tres pulmones encomiables para perseguir a su par. Mientras tanto, el bosnio brilló junto a Tonali en un doble pivote, cuando lo más frecuente en la etapa de Pioli ha sido verle por delante de Bennacer.

Las cinco causas de la crisis del Milan

Krunić estuvo muy sobrio y concentrado, no solo pendiente de las mencionadas coberturas en la zona ‘Kvara’, también para ofrecer relevos a Kjær o Tonali. Se hizo fuerte en términos posicionales, taponó disparos, se metió a achicar agua en su propia área para despejar centros laterales… El mismo que comenzó el curso como teórico jugador de tres cuartos de campo. Fue el tapado de la eliminatoria, por nivel y por rol.

🧤 Mike Maignan para hasta el tiempo

De quien sí se podía esperar que marcase diferencias es de Mike Maignan. El galo se coronó como el guardameta más imprescindible de la presente Champions. Sin Courtois o Ederson, da la sensación de que Real Madrid y Manchester City podrían haber pasado sus cruces. Aunque un gol, en lugar de una intervención milagrosa, cambie el escenario. Pero sin el canterano del PSG se antojaría complicado vislumbrar al Milan en semifinales.

Mike Maignan Milan

La parada más vistosa, en el minuto 80 de la vuelta, para frustrar el penalti de Kvaratskhelia. La más espectacular, cuando sacó a pasear una zurda granítica a la escuadra en el disparo de Di Lorenzo desde dentro del área. Encajó un tanto en 180 minutos contra un equipo que atacó más, aunque no necesariamente mejor. En el descuento, cuando el partido ya agonizaba, el Napoli se volcó y el Milan mostró en esos últimos diez minutos más fragilidad en el área, ante centros laterales, que en el resto del enfrentamiento.

🏃 De Brahim Díaz a Rafael Leão

El Milan tuvo menos balón e inferior presencia cuantitativa en campo contrario, pero no estuvo más lejos del gol durante todo el partido. Ni mucho menos. Giroud, que como hombre boya no fue factor ganador ni tras la sanción para el partido de vuelta de un imperial Kim Min-jae en la ida, pudo llevarse la redonda estrellada a casa tras marcar un hat-trick. Tuvo varias en la vuelta. Hasta otro penalti que se marchó al limbo.

El golpe sobre la mesa de Brahim Díaz y su enésima reivindicación en Milan

Aunque para llegar a Meret, la clave estuvo en Brahim, sobre todo en la ida, y en Leão, demoledor en la vuelta. La jugada del gol es el mejor reflejo, por mucho que Di Lorenzo o Rrahmani estuviesen blandos. El español, desde su recepción entre líneas, giro y conducción; el luso, por abrasión, gracias al don que tiene para transportar balones a velocidad de crucero, con total convicción y técnica en sus toques.

Si la mejor defensa es un buen ataque, ni hablar cuando el Milan ajustó tan bien sus fases sin balón. Este equipo puede ser más o menos vistoso, pero sabe sufrir. Lo disfruta, incluso. Y se planta en semifinales con un discurso muy claro.

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