Cinco días antes de que comenzase la Premier League 2023/2024, saltó la noticia. Julen Lopetegui dejaba los wolves por sus diferencias con la directiva en cuanto a la inversión en la plantilla, y dejaba a los de The Molineux en una posición complicada. El vasco era el centro del proyecto, el culpable de que estuviesen un año más en la primera división inglesa. Tenían que encontrar a alguien dispuesto a coger semejante patata caliente. Ahí, sin hacer demasiado ruido, apareció Gary O’Neil. Si necesitaban a alguien que les salvase de la quema, el joven entrenador inglés era el indicado. Y ahora, unos meses después, no hay duda de que la jugada les ha salido muy bien.
💪 Gary O’Neil, un entrenador forjado en la permanencia
La vida de Gary O’Neil ha estado íntimamente ligada a esa fina línea que separa la permanencia del descenso. Su debut como futbolista se produjo en la extinta First Division ,el equivalente a la segunda división inglesa, con un Portsmouth que estaba sufriendo por no descender. Tony Pulis, entrenador resultadista donde los haya, decidió contar con la garra de un jovencísimo O’Neil para cambiarle el rumbo a la dinámica del equipo. A sus 16 años, consiguió asentarse como titular en los últimos cinco partidos de temporada. Fue clave para amarrar la permanencia, anotando incluso un decisivo tanto en la última jornada ante el Barnsley. Había nacido un ídolo.
Desde entonces, sus equipos nunca pasaron del octavo puesto en la Premier League. Aunque no siempre pudo salvar a sus equipos, su fama era de jugador esencial para los equipos de la parte baja de la tabla. Por mucho que el Liverpool llegase a llamar a su puerta en los inicios de su carrera, aquella no era su guerra. El barro era su hogar, y la pelea por no afrontar el drama del descenso era lo que le mantenía vivo. Mientras se apagaba su fútbol, comenzó a nacer el interés por los banquillos. Por mucho que sus piernas no diesen más de sí, su fuego interno seguía vivo.
🍒 El precedente del Bournemouth
Cerca de Scott Parker, el inglés encontró su acomodo tras ser asistente en el Liverpool sub-21. Lograron juntos la vuelta de los cherries a Premier League, pero el juego que mostraron en la Championship no se trasladó a la élite. Necesitaban un cambio, por lo que despidieron a Parker. En lo que decidían, apostaron por dejar a O’Neil al frente. Tras el 9-0 que encajaron en Anfield, peor no podía ir la cosa. Entonces, casi sin quererlo, encontraron en el que era el segundo entrenador al hombre sobre el que edificar la permanencia.
O’Neil apostó por ser pragmático para buscar esa salvación que tanto le llenaba, pues sabía que estas solo se consiguen así. Le dio un aire distinto a un Bournemouth que comenzó a crecer desde su solidez y no desde el ataque. Si competían atrás, también lo harían en el área contraria. El Vitality Stadium volvió a brillar como antaño, pues se habían salvado con comodidad. O’Neil sumaba una nueva permanencia a su currículum. Sin embargo, no le quedaba mucho en el sur de Inglaterra en el que comenzó su carrera de jugador. El Bournemouth quería seguir creciendo y llamó a la puerta de Andoni Iraola. Prescindieron del entrenador que les rescato de un destino fatal.
El extraño caso de Andoni Iraola y su llegada a a la Premier League
🐺 Su Wolverhampton, una oda a la competitividad
Los wolves, tras la salida de Lopetegui, le llamaron. Por muchas dudas que hubiese en torno al proyecto en aquel momento, sabían que O’Neil no tendría ninguna. Si llegaba a The Molineux, era para competir. Tres meses y 12 jornadas de Premier League después, el tiempo le ha dado la razón. Y eso que su inicio no fue tan bueno como se esperaba. Sus wolves son ese equipo de media tabla que dignifica la competición. Hasta el todopoderoso Manchester City ha hincado la rodilla en The Molineux, algo que no sucedía desde la fecha perteneciente al Boxing Day de 2019. La salvación ya no parece una quimera, sino una realidad al alcance de su mano.
Visto el cómo compiten, no sería de extrañar que acabasen mirando hacia la zona noble de la tabla. Por mucho que la comodidad de la media tabla sea tentadora, O’Neil no es de los que se conforman con algo tranquilo. Su trayectoria hasta este momento no se lo permitiría, pues sería un insulto a aquel chaval de 16 años que salvó al Porstmouth del infierno. Y los wolves, que hace no mucho estuvieron en Europa, lo saben. O’Neil tiene en sus manos el llevar la competitividad que alimenta su fuego interno al siguiente nivel.