Para muchos, Leonardo Bonucci permanece como una leyenda de la ‘Vecchia Signora’. Sin embargo, hay otros que ya no lo consideran así, por dos principales motivos: su primera salida, rumbo al Milan, que no dejaba de ser uno de sus máximos rivales históricos; y la segunda con un pleito de por medio contra el equipo que le había dado tanto durante los más de 500 partidos en los que defendió sus colores. Lejos de Turín, en contra de su voluntad, su figura se ha diluido como un azucarillo y ha completado una temporada de perros que, salvo cambio de opinión improbable, será su despedida del fútbol profesional. De la peor manera posible y con protagonismo solo en los malos momentos de Union Berlin y Fenerbahçe.
🤦♂️ Entre Turín y Milán, la casa sin barrer
La marcha a San Siro se produjo en verano de 2017, a cambio de 40 millones de euros, tras siete temporadas en Turín. A decir verdad, no fue el único que cambió la elástica bianconera por la rossonera, había precedentes ya con Bruno Mora, Fabio Capello, Paolo Rossi, Roberto Baggio, Filippo Inzaghi o Gonzalo Higuaín. Decisión polémica que no todos los aficionados juventinos respetaron, y que casi nadie entendió. En todo caso, Bonucci en su momento dio una explicación acerca de su marcha.
Giorgio Chiellini, la Torre de Pisa que protegió al rey de Italia
El nivel del central en aquel entonces seguramente le abrió las puertas de otros gigantes europeos fuera de Italia, si lo que quería era cambiar de aires. Así lo corrobora su compañero y fiel escudero, además de amigo, Giorgio Chiellini: «Con Leo lo hablé cuando ya estaba todo hecho y era algo sin lógica de principio a fin. Podría haber entendido que se hubiera ido al Madrid, pero, ¿en ese Milan…? una elección equivocada. No se quedó en paz consigo mismo y fue sacudido por mil razones», cuenta el excapitán de la Juve en su autobiografía. El propio Bonucci, en declaraciones para Rai Tree, reconoció que tuvo otra oferta millonaria de China. Y también que a medida que pasaba el tiempo, fue consciente de que no había estado lúcido en su decisión de fichar por el equipo lombardo.
Sin embargo, la historia tenía gato encerrado y Leonardo se debía quedar en Italia por motivos familiares. Su hijo Matteo, de apenas dos años, sufría una enfermedad crónica por la que tuvo que ser operado en dos ocasiones. De hecho, el futbolista reconoció que en 2016 se planteó su retirada por no sentirse con fuerzas para continuar. Por suerte, esa historia, que era la principal batalla en la vida de Bonucci, sí salió bien y Matteo superó sus problemas de salud. No es de extrañar que la leyenda italiana antepusiese su labor de padre a la de jugador, como luego demostraría en una anécdota cuanto menos curiosa con Lorenzo, su otro hijo, reconocido hincha del Torino, al que ha acompañado al estadio pese a ser el gran rival turinés de la Juventus.
🦓 Su paso aciago por la Juventus 2.0
Bonucci regresó por 35 millones, cifra muy similar a la de su salida solo un año antes, prueba de que todas las partes se habían arrepentido de la operación. Tenía fácil solución y así se hizo. Sin embargo, de vuelta a la ‘Vecchia Signora’ en 2018, ya nada fue lo mismo ni para el club, ni para sus aficionados, ni mucho menos para el jugador. Su rendimiento, con altos picos de forma, no fue lo mismo de forma sostenida. Y desde la pandemia, final de la Eurocopa perdida de por medio pese al gran rendimiento de Leo con la ‘Azzurra’, decayó de forma notable.
Recibió innumerables críticas desde diferentes estamentos de una Juventus que perdía su hegemonía después de ganar nueve ediciones consecutivas de la Serie A y de disputar dos finales de Champions. Es difícilmente discutible que Bonucci fue uno de los tres integrantes de la ‘BBC’, junto a Chiellini y Barzagli desde su llegada a Turín en 2011, para conformar juntos una zaga de ensueño a las órdenes de Antonio Conte primero y de Massimiliano Allegri después. Tal vez, la mejor Juve de la historia.
Su final allí no estuvo a la altura de la leyenda que representa, y viceversa por todo lo que le dio la Juventus al jugador. Su vínculo se estiró demasiado tiempo, la cuerda se tensó y ambos se hicieron daño, hasta que rescindieron su contrato de manera forzosa el último día del mercado estival de 2023. Todo parecía resuelto, pero Bonucci demandó a la Juventus y pidió una indemnización por daños y perjuicios. «He leído y oído cosas falsas tanto de la Juventus como del entrenador. Por ejemplo, es falso que en octubre y febrero me informaron de la intención de terminar la relación al final de la temporada. De hecho, a finales de mayo había dado mi disponibilidad para ser la quinta o sexta opción en defensa…«, alegó el defensor.
«Me enteré de algo leyendo los periódicos hasta que, el 13 de julio, Giuntoli y Manna vinieron a mi casa y me informaron de que ya no formaría parte del plantel de la Juventus. Me dijeron que mi presencia en el campo obstaculizaría el crecimiento del equipo… Esta fue la mayor humillación después de 500 partidos con la camiseta bianconera. Agradecí la solidaridad de muchos jugadores, incluidos los actuales, de la Juventus y de otros clubes. Todos expresaron su simpatía por el comportamiento irrespetuoso del club», sentenció. No obstante, tras varios tira y afloja, Bonucci reculó y en febrero de 2024 renunció a su procedimiento contra el club, que respaldó esta decisión y se este modo pusieron fin definitivamente al litigio, sin ninguna compensación económica de por medio, tal y como aclaró la Juve en un comunicado.
😞 La retirada pospuesta no le ha podido salir peor a Bonucci
Curiosamente, Leonardo Bonucci quiso zanjar todos los rumores sobre su retiro profesional en mayo de 2023, justo antes del convulso adiós de la Juventus. Lo hizo para anunciar que dejaría el fútbol a finales de la 2023/2024, por lo que aún le restaba un año para escribir el último capítulo de un libro futbolístico bastante exitoso a título personal. Todo se torció pronto y la trama que tenía el protagonista y escritor en mente se vino al traste con su salida de Turín y con los sucesivos bandazos que ha dado la leyenda italiana que, quizá, puso esa fecha pensando en representar a la ‘Azurra’ por última vez en la Eurocopa de Alemania.
Los entresijos del Union Berlin: la humildad llega a la Champions
Y para allá que se fue, para Berlín. La idea estaba francamente bien tirada, por mucho que sonase algo antinatural. Un proyecto romántico y ambicioso, sin presión, que afrontaba la temporada de mayores expectativas en su historia. Todo por ganar, nada que perder, en una Champions que el Union Berlin jamás había alcanzado. Ni siquiera se había acercado a ello. Un zaguero curtido en mil batallas, dentro de la línea de tres centrales de Urs Fisher, en un contexto de defensa en zona sin la línea muy adelantada, parecía ideal. Su debut en el Santiago Bernabéu ilusionó a mucha gente que pensó que la exhibición ante el Real Madrid sería replicable, pero nada más lejos de la realidad.
Leonardo Bonucci se marchó en invierno, sin pena ni gloria, como descarte para abaratar costes de un proyecto decepcionante tras varias temporadas como revelación. El italiano era suplente de un conjunto en problemas de descenso y, lógicamente, él no quería acabar así su carrera. Entonces apareció el Fenerbahçe, otro plantel que contaba con una plantilla increíble para su estatus actual y el de la Süper Lig. Con sed de títulos, aunque diferente al Union Berlin, ya que en Estambul la tensión es máxima en los campos de fútbol y la presión resulta desmesurada por parte de la afición, tras una década en la que solo ganaron la Copa de Turquía en 2023. Y supo a poco.
Todos los huevos estaban ahora en dos cestas: la presente Superliga y la Conference League. Sin embargo, en la primera todo es caos, ante otra firme temporada de un Galatasaray con menos jugadores de renombre, pero mejor rendimiento colectivo. El campeonato está encarrilado, con una ventaja de 4 puntos a falta de 15 en disputa, y con la crispación de un Fenerbahçe que le echa la culpa a los árbitros y a una federación supuestamente corrupta. Bonucci, mientras tanto, solo ha sido titular en un partido. Y para colmo, la Conference pasó en segundos de ser la esperanza a su peor pesadilla. Leonardo salió en el minuto 122 de la prórroga con el único cometido de lanzar el quinto penalti de la tanda de cuartos de final ante Olympiacos. El resto es historia. Piensen mal y acertarán. Efectivamente, Tzolakis lo paró y terminó de hundir a un tipo que parece tener un mal de ojo en el ocaso de su carrera profesional.