Atlético de Madrid

‘Better call Saúl’: ¿El nuevo plan de Simeone?

Ayer me topé con un meme que decía algo así como: «Saúl le marca un gol a Osasuna, otro al Rayo, ilusiona al Atlético de Madrid, le decepciona después, y vuelta a empezar». Realmente, eso tiene bastante de verdad, porque si bien el centrocampista, en crisis desde hace un lustro, ha tenido conatos de rebeldía puntuales, la realidad es que su resurrección no ha sido más que un deseo de los rojiblancos más fieles. Efímero y forzado. Ineficaz. Hay muchos motivos para pensar que esta será una más, aunque, en realidad, tampoco sé si ha transmitido tantas ganas de reivindicarse como esta vez. ¿Está el hijo pródigo de vuelta, de una vez por todas? 

💑 Mimado por Simeone

Por lejano que suene, hay que reconocer que la vitalidad de Saúl Ñíguez dio años de vida al Vicente Calderón. De hecho, fueron los mejores. Bueno, o tal vez no, para eso los atléticos son muy particulares y, tal vez, haya pequeños triunfos más valorados que lo que sucedió hace casi una década. Sea como fuere, aquél ‘8’, destronado, que ahora ha vuelto con el ’17’ a la espalda, no estuvo lejos de convertirse en el rey del mambo. En cada partido grande, si es que dentro de la filosofía Cholista hay espacio para eso, Saúl levantaba al respetable y sacudía rivales a zapatazos. Con conducciones y verticalidad pasadora, ensuciándose el mono de trabajo como el que más, con garra como para amansar a los tigres

Saúl Níguez fue un futbolista arrollador en lo que a personalidad se refiere: con desparpajo, un físico envidiable, amenaza latente en área rival, confianza en sí mismo como el que más y una puntualidad a la altura del mismísimo Antoine Griezmann. Una bendición para Diego Pablo Simeone, un tipo al que se tilda de conservador y defensivo, pero que no tuvo ni el más mínimo reparo en entregarle la titularidad al canterano. Algo que, salvando las distancias y los tiempos, podría suceder este curso con Pablo Barrios. A veces, Saúl Níguez partía desde el teórico doble pivote, con libertad para volar. Otras, como falso extremo de ese intocable 1-4-4-2, con libertad para interiorizar. Eso era casi lo de menos.

El ‘Dieguenazo’: ¿Simeone no era defensivo?

☠️ El divorcio con Simeone

El caso es que, a medida que el Atlético de Madrid se fue convirtiendo en un rival a batir y, por ende, tuvo que cambiar algunos patrones y perfiles de juego, Saúl perdió relevancia. Su preponderancia y confianza, eterna base de su fútbol, tampoco fue óptima en el momento que los talentos más pulcros, pero menos consistentes, como el de Lemar, tomaron la delantera en la mente de Simeone. Seguramente, no tanto en su corazón, que le pedía Saules. Pero sí en su cabeza, que demandaba Lemares.

El Atlético se blinda en defensa: ¿qué más refuerzos necesita Simeone?

Ñíguez nunca fue un creativo, su manera de marcar diferencias en ataque ha llegado siempre por aceleración, insistencia y determinación. Para un Atlético unocerista, de mínimos, que marcase la primera y gestionase los tiempos, funcionaba, siempre y cuando él estuviera bien. Sin embargo, para atacar más por pizarra, orden y finura, que por instinto, no era la pieza indicada.

De Paul, Kondogbia, Koke, Héctor Herrera, Marcos Llorente… La competencia hizo que Simeone se plantease un nuevo rumbo con él. Iba a ser su multiusos de emergencia. Que faltaba un interior (su mejor posición), era interior. Que faltaba un mediocentro, era mediocentro. Que se ausentaba un volante de banda, pues para allá que iba. Y, si lo que no había era un lateral o carrilero disponible, también era Saúl el elegido para cubrir esa vacante. Eso, por no hablar de la idea de alternar posiciones en un mismo partido o en función de si el Atlético de Madrid tenía el balón o corría detrás de él. Y, para colmo, lo que faltaban casi siempre eran carrileros de diferente tipología a la suya.

Hay futbolistas que, en ese rol, se crecen. Aunque sean minoría. Pero, aunque no se pueda decir nunca que Saúl Níguez no resulte un jugador de equipo, esa circunstancia táctica minó del todo su confianza. Saúl se volvió una pieza indefinida. Confusa. Residual, incluso. Perdió la idiosincrasia que le condujo a la élite y se vio forzado a salir, rumbo a un Chelsea que se veía a la legua que no le necesitaba, para posibilitar el retorno de Griezmann. Y así fue. Como buen jugador de equipo, dio un paso al lado y terminó de diluirse en Londres, hasta retornar al Metropolitano, ya ni siquiera al Calderón, como un juguete roto.

🔦 ¿Hay luz para Saúl al final del túnel?

El Atlético de Madrid 2022/2023 no pasará a la posteridad. Al menos, como ejemplo a seguir. Sin embargo, ya de vuelta al club de su vida, que se había quedado en pleno invierno sin la opción de luchar por ningún título, Saúl Níguez pidió paso. Sin presión. Tampoco tiró la puerta abajo, quien realmente hizo eso fue Antoine. Pero, a su manera, demostró que, potenciado y con continuidad, podía ser útil. La duda era, ¿suficiente como para darle un año más, a sabiendas de que los Pablo Barrios, Samu Lino o Rodrigo Riquelme, sin ser el mismo perfil, llegaban con carrerilla? Lo lógico era pensar que no, porque la competencia es aún mayor que hace dos veranos. Pero, entonces, Saúl Ñíguez sí se ha propuesto, con convicción, romper sus cadenas de una vez por todas.

Y, a decir verdad, cosas más raras se han visto. Su situación guarda bastantes paralelismos con Isco Alarcón, otro invitado sorpresa en este arranque liguero con el Betis. En un modelo combinativo, dinámico, agresivo con y sin balón, de ritmo elevado, transiciones verticales y necesidad de que los centrocampistas abarquen mucho campo para dar profundidad y compensar la ausencia de extremos y puntas al uso, Saúl Ñíguez puede ser una bendición. Más aún, si Marcos Llorente se termina marchando. ¿Puede ser que esto resulte un espejismo? Sin duda. Pero, por ahora, el destino le ha dado una segunda oportunidad, que no es poco. O, mejor dicho, se la ha dado Simeone. Su mentor. Su enterrador. ¿Su salvador?

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