Real Sociedad v Atletico de Madrid - Copa Del Rey
⚽ Atlético de Madrid

Radiografía de una crisis: las causas del bajón del Atlético

El Atlético de Madrid vive su momento más complicado en la era Diego Pablo Simeone. De resultados, sensaciones, ilusión e, incluso, de identidad. Cuanto menos, insospechado. Eso sí, con algún que otro oasis en mitad del desierto, como un Pablo Barrios que ha llegado para tapar los dos principales agujeros del ‘Cholo’ o el nivel de Antoine Griezmann, regularidad goleadora aparte, que, a su vez, cada día genera una mayor dependencia colchonera hacia el ‘Principito’. En cualquier caso, al técnico argentino se le acumulan los problemas colectivos, más allá del factor ansiedad, su peor enemigo.

46% de victorias (12 en 26 encuentros). Es la temporada con MENOR porcentaje de partidos ganados desde que Diego Pablo Simeone llegó al Atlético. (vía @franmartinez)

😵‍💫 Simeone ha vuelto loca a la plantilla

Al igual que sucede en Liverpool, el discurso de Klopp o de Simeone es capaz de lo mejor y lo peor; de sacar un compromiso máximo al jugador para desarrollar el fútbol pasional y de comunión con la grada que ambos promueven, pero también de agotar física y anímicamente a sus pupilos. Etapas de recesión, por tanto, siempre ha habido en sus equipos, y siempre las habrá, mientras mantengan este manual estilístico.

Agotamiento a un lado, el orden táctico es otro punto que es más problema que solución. 1-3-5-2, 1-4-4-2, 1-5-3-2, 1-4-3-3… Se podría seguir así hasta completar un código encriptado casi indescifrable. En sí, hay muchos entrenadores que esto lo utilizan para mejorar a su equipo al anticipar problemas y reaccionar, pero Simeone, de un tiempo a esta parte, los mueve hasta la saciedad dentro de un mismo encuentro para responder a las trabas que le plantea el rival. Y eso que el Atlético de Madrid 1.0 fue de conformar un 1-4-4-2 base hasta para dormir la siesta.

🥴 Indefinición por rutina

Deriva de lo anterior y Saúl Ñíguez es el mejor ejemplo. Una pieza angular en su primera etapa en el club, que ha perdido confianza porque ya no sabe cuál es su sitio. Literal y, consecuentemente, metafórico. Pero no ha sido el único, porque a Llorente le sucede exactamente lo mismo por la derecha, Correa cada día juega de una cosa, y a Carrasco o Reinildo Mandava, que parecía imposible de contagiar negativamente desde que llegó, les trae por la calle de la amargura con esta moda táctica de las asimetrías. La de defender en una línea de cinco y atacar en una de cuatro, o similares.


Saúl en el canal de Ibai Llanos, tras marcharse cedido al Chelsea: «Me sentía estancado, mi cabeza no aceptaba mi nuevo rol. Quiero encontrarme y ver el Saúl que quiero ser, no al que han visto estos dos años» (…) «Quiero entrenar en mi posición para encontrarme feliz». 


🤷 El ‘Cholo’ no acepta la realidad táctica

Más allá de números, las intenciones de comportamiento táctico son inversamente proporcionales al discurso sobre el que se escuda Simeone, para tratar de argumentar sus planes ultraconservadores, de mínimos. Para atacar y para defender. Antes, en el punto cumbre del proyecto, los momentos de cada encuentro estaban marcados a fuego: era una manada de lobos que iba junta al fin del mundo, a veces con una presión asfixiante y otras aparcando el autobús delante de Courtois, meta por aquella época. En la 2013/2014, concretamente. El equipo transmitía la sensación de divertirse sin el balón y ahora es todo lo contrario.

La teoría de la manta corta, en los tiempos de Godín, Miranda, Diego Costa o el antiguo Griezmann, indicaba que el equipo funcionaba mejor en planes de repliegue y contragolpe. Y, sin renunciar a esos tramos de asfixia en campo rival, antes era coherente con lo que tenía. Era hasta idolatrable. Ahora es todo lo contrario. Un equipo que cuanto más se aleja de la idea de hundirse en bloque bajo y atacar desde lejos, mejor le va. Son muchos los precedentes donde el bloque alto y la asociación ofensiva, saca una versión óptima de los Griezmann, Correa, Lemar, De Paul, Koke y compañía. Varios teóricos cabeza de proyecto, vaya.

Incoherente, por consiguiente, porque Simeone no para de intentar la antítesis de lo que mejor le ha funcionado. Dejó de abrazar esta idea desde finales de 2020, cuando logró dominar la liga española hasta conseguir una renta para ganarla, a pesar del declive que comenzó en 2021. Y, para colmo, la defensa del área y la frontal no es la fortaleza que ha caracterizado al Atlético de Madrid en la última década.

😓 Dirección deportiva… ¿sin rumbo?

Cuando se marchó Griezmann al Barça, la respuesta rojiblanca fue anteponer la llegada de un talento por explotar, al de un futbolista con características y momento similar al de Antoine. Y lo de João Félix, grosso modo, salió mal. Desde entonces, se apostó por confeccionar una plantilla cualitativa y cuantitativa, sin importar qué pensaba un Simeone que de vez en cuando dejaba caer su insatisfacción.

Club Atlético de Madrid · Web oficial - ¡Doble entrevista entre João Félix y Griezmann!

¿El resultado? Un plantel con muchos recursos en ataque, pero terriblemente descompensado por los parches que se tenía que inventar Diego Pablo atrás para paliar el nivel anticompetitivo de todos los centrales, en un momento u otro, y las frecuentes lesiones en dicha parcela. El no va más, fue que la rotación, larguísima, resultó un problema añadido: no tener a todos enchufados a la vez, no crear buenas sinergias al no repetir onces que antes se recitaban de memoria, escasos revulsivos si Correa, Antoine o Carrasco eran titulares, constante run-run con que si no juega Maroto o el de la moto…

El club, ahora que necesita implementar maniobras económicas austeras, ha asumido que de poco sirve aglutinar talento inconexo, a grandes rasgos: João a Londres, Cunha a Wolverhampton y, a cambio, lo que llegan son oportunidades para la cantera en lugar de jugadores precocinados. Sigue descompensada, solo que con menos calidad para resolver partidos que no dominan por inspiración individual.

🍅 El kétchup, fuera de stock

De los creadores de la teoría de la manta corta, la del bote de ketchup; que sostiene que los goles, al igual que la salsa, a veces no sale y otras cae a borbotones. Ahora, claramente, tiene un tapón preocupante, en un momento crítico. El equipo, que de por sí tiene problemas para generar ocasiones si los partidos no se alocan, necesita demasiadas ocasiones para hacer gol. Ni las claras, entran. Poco a lo que aferrarse en las áreas, porque si el gol es la mejor terapia para los futboleros, en el Metropolitano no ganan para psicólogos a día de hoy.

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