Esta primavera me encontré una encuesta de Twitter, cuando todavía se llamaba así y no parecía estar patrocinado por una marca especializada en zapatillas de fútbol sala, en la que planteaban dos preguntas: ¿quién es mejor a día de hoy entre Bellingham y Musiala? ¿Cuál será mejor en un futuro? Yo voté por Musiala. En ambas. El soberano, sin embargo, diferenció ambas cuestiones, y el del Bayern ganó la encuesta en lo que a la actualidad se referías, mientras que el entonces centrocampista del Borussia Dortmund se impuso en la de proyección.
🎮 Musiala tiene destellos de Messi
En el apartado estético es difícil hablar mal de Jude Bellingham. Muchos pecan de falta de ingenio y ya lo comparan con Zinedine Zidane. Seguramente, más por un deseo personal y por llevar el ‘5’, para qué engañarnos, que por lo visto sobre el verde. Aunque el símil tampoco está tan mal tirado. Es ese corte de centrocampista ofensivo con cierta plasticidad, ángel en los momentos de la verdad y personalidad a carretillas. Al Bernabéu se lo ha ganado en un santiamén y eso no es moco de pavo. Está claro que algo tiene.
Sin embargo, el que también tiene a la afición a sus pies, pese a ser menos carismático que Jude, es Jamal. Lógico. En 2020 se convirtió ya en el debutante más joven en la historia del Bayern, con 17 años y tres meses. «Se convirtió», en pasado, porque a estas alturas de la vida era utópico pensar en que no fuesen a aparecer los Paul Wanner, Arijon Ibrahimović y Mathys Tel de turno para descatalogar los libros de récords de precocidad. Como para llevar la cuenta en papel, acabaríamos por talar todos los bosques antes de lo que nos hemos propuesto.
Desde entonces, Musiala demostró estar hecho de otra pasta. A la hora de improvisar es, directamente, messiánico. Un elegido que no necesita anticipar lo que va a pasar, ni perfilarse como el jugador más académico del mundo, porque su tacto con el cuero y sus piernas de saltamontes le permiten paliarlo con naturalidad. Va sobrado. Recuerdo una conversación con Marc Mayola, quien apuntaba hace dos años una verdad como un templo: «No levanta la cabeza y, aun así, parece que percibe su entorno».
En eso es bastante diferente a Florian Wirtz, otro proyecto llamado a ser un fuera de serie, que no se si es o será mejor que Musiala, pero que desde luego resulta menos vistoso por ser más ortodoxo. El del Bayern carecerá de horas de PlayStation, o quizá no, porque de ojeras va bien servido. Pero, desde luego, lo que no le falta es calle. Da miedo pensar en lo que se puede convertir si perfecciona esos automatismos. Aunque también necesitará hacerlo porque su físico cambiará progresivamente y será menos capaz de generar ventajas gracias a esa faceta.
💪 Físicamente, Jamal tiene poco que envidiarle a Jude
Merece la pena detenerse en este aspecto, por tratarse de dos jugadores tan diferentes entre sí. La exuberancia contra el peso pluma. El canónico tranco largo contra el niño que parece que en uno de sus giros destartalados se va a partir. Leía a Javi Roldán decir que «el físico está en el uso del cuerpo y no en el cuerpo». Bellingham repite esfuerzos, presiona rivales y pinta mapas de calor mejor que ninguno de los nuevos talentos emergentes. Pero, por mucho que este ladillo esté encabezado con el emoji de un brazo musculado, el físico es mucho más que eso.
Ahora bien, tampoco vayamos a suponer que a Musiala no le gusta salpicar el verde de naranja o que es un jugador displicente. Si espera la pelota entre líneas o en zonas intermedias es porque sabe, o le han hecho saber, que ahí será más diferencial que si invadiese más zonas, que es lo que le pide su naturaleza. En todo caso, no es tal todocampista como el inglés. Ni este tiene la agilidad y la desaceleración del alemán. Son, simplemente, distintos. Y optimizados para centellear los partidos de acuerdo a sus respectivas carrocerías.
🎨 También es más completo
Otra de las cuestiones que más debate genera es cuál puede adaptarse a más posiciones y escenarios de partido diferentes. En este sentido, Enzo Fernández, que es otro de los centrocampistas (de diferente corte) más prometedores del planeta, tendría mucho que objetar en un juicio con careos entre el argentino y Musiala. A Bellingham, sin embargo, da la sensación de que Jamal le sortearía con la misma naturalidad que el miércoles pasado a los defensores del United. Es mediapunta, brilla también como extremo e, incluso, desde un doble pivote puede ofrecer soluciones a cascoporro.
Aquí reside una de sus grandes diferencias. De cara todos somos muy buenos. Bueno, todos no, pero Jude y Jamal sí. Bellingham protege francamente bien el cuero y mejora muchas jugadas. La diferencia está en que Musiala escapa mejor en espacios reducidos y de espaldas a la portería rival. Sin tiempo para pensar y sin necesidad de pisar más de una baldosa, se escabulle como tú soñabas con hacerlo de pequeño el día que te reñía tu madre. Él también es un poco caradura, por mucho que tenga cara de no haber roto un plato en su vida. Ha roto caderas, que es bastante más difícil.
🤔 ¿Quién gana a liderazgo?
El físico, la técnica y la táctica son fundamentales, pero la consistencia y capacidad para aparecer cuando vienen mal dadas marca más diferencias que nada en el fútbol. Eso explica que Bellingham haya sido una apuesta tan firme por parte del Real Madrid. Más o menos acertado, no suele esconderse y ya ha demostrado aura para ganar unos cuantos partidos con goles en el descuento. Musiala no ha celebrado tantas anotaciones en el descuento, aunque sí alguno que otro. Y uno de ellos le dio la liga al Bayern en el que, casualmente, era el partido de despedida de Bellingham en Dortmund. Puntualidad tampoco le falta al ’42’ muniqués.
El Bayern y su 11ª Bundesliga, ante una oportunidad histórica
Más allá del impacto en el marcador, el impacto en el juego de Musiala está, como mínimo, a la altura del de Bellingham. Su consistencia es mejorable, como la de Jude y la de toda la generación del 2003. Faltaría más. Quizá, Wirtz o Enzo hayan sido los más constantes hasta la fecha. Aunque, claro, ser capitán en plaza en Leverkusen, Lisboa o Buenos Aires no el lo mismo que en Múnich. El final de 2022 del canterano de Chelsea y Bayern, Mundial incluido en una Alemania ansiosa al borde del precipicio, fue de serio candidato al Balón de Oro. Pero, después, bajó sus prestaciones. Ahí está el reto definitivo de Jamal. Lo que marcará la diferencia entre ser el mejor o ser simplemente un jugador casi indefendible.