Opinión

Mendilibar y la crónica de una ruptura anunciada

El ser humano es inconformista por naturaleza. ¿A quién no le ha pasado alguna vez que, en mitad de una relación sentimental, se ve atraído por otras personas? La cuestión está en evaluar si es una llamada de atención repentina y pasajera, o una fascinación sin retorno al estado anterior. En el caso del Sevilla, parece que la destitución de José Luis Mendilibar no atiende ni a lo uno, ni a lo otro. Hay indicios de que, en su momento, aparecieron terceras personas y de que Iraola recibió algún que otro mensaje subido de tono por parte de ‘Monchi’. Lo que ocurre es que Andoni ha rehecho su vida, por mucho que no suba demasiadas fotos a Instagram viendo la puesta de sol junto a su nuevo idilio. Y, por ende, se deduce que a Mendilibar le han dicho la típica de «no es por ti, es por mí».

José Luis Mendilibar fue ese amor condicional de invierno, en el que las dos partes se necesitaban, pero dentro de una relación en la que claramente uno dio más que el otro. Para el técnico vasco era la oportunidad de su vida y no iba a dejar marchar ese tren. Para la dirección deportiva del Sevilla, uno más a su colección, con la meta de olvidar el vacío que dejó Unai Emery hace más de siete años. Desde entonces van ya diez cambios de entrenador. A Sampaoli le dieron hasta una segunda oportunidad, de las que dicen que siempre salen mal. La relación que más se acercó a ello fue la que mantuvo con Julen Lopetegui, aunque le hicieron finalmente algo parecido a lo de Mendilibar. Prolongar su agonía cuando el apego había desaparecido. Lo único que quedaba era afecto.

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Sobre todo porque Mendilibar apareció en el momento personal más difícil del Sevilla y le sacó del agujero llamado descenso en el que se encontraba. Había una deuda moral. Compartieron hasta una luna de miel en Budapest, el culmen de un viaje de novios que por mucho que fuese el séptimo, resultó casi tan especial como los dos primeros. Lo que ocurre es que el Sevilla siempre creyó estar por encima de ‘Mendi’, más aún a sabiendas de que José Luis llevaba tiempo sin estar con alguien que le quisiese de verdad, como lo hizo por última vez el Eibar.

La duda que asaltó a ‘Monchi’ estaba muy clara, lo que estaba oscuro era la resolución del dilema. Finalmente, la dirección deportiva escuchó más a su cabeza que a su corazón, tan lícito como la otra tesitura. Daba igual, hiciese lo que hiciese, iba a renunciar a algo bastante doloroso. Por traicionarse a sí mismo o por decepcionar a su familia, que acogió a Mendilibar como rara vez había pasado en el Ramón Sánchez Pizjuán, que precisamente no ha sido anfitrión de parejas cualquiera.

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‘Monchi’ forzó la relación con Mendilibar, algo que a veces sale bien, pero que habitualmente no funciona. Y esta vez no ha sido la excepción. ‘Mendi’ corrió el riesgo, se tragó su orgullo, puso buena cara y luchó por lo que quería. Lo que ha cambiado, solo ligeramente, es la percepción de José Luis como una pareja idílica para la familia hispalense, más allá de la pérdida de tiempo, con lo que eso conlleva en términos de planificación. Por no hablar de la nueva situación sentimental de las potenciales parejas, claro.

Todas las partes han salido perdiendo. Mendilibar, el que menos; porque sí, es más fácil encontrar pareja en verano que en invierno, pero él tampoco estaba muy por la labor de pensar en ningún plan B de estos que tanto se estilan hoy en día. El Sevilla, el que más, dado que se ha quedado con la duda de si lo suyo con Iraola habría funcionado. Todavía cabe la posibilidad de que esa unión se produzca algún día. Sin ‘Monchi’, eso sí, aunque con Víctor Orta, que no deja de ser su discípulo.

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El que tiene que dar el paso ahora es Andoni, que probablemente esté dolido y no puede abandonar su nueva casa a cualquier precio, por mucho que parezca un parche. Para el Bournemouth, Iraola, atractivo como pocos cuando estaba soltero, fue su plan A. Hasta dejó por él una relación más o menos estable, dentro de que ellos son propensos a los amores efímeros.

Tal vez porque todavía sientan algo por un Eddie Howe que ya hace planes de boda con el Newcastle. A Gary O’Neil también le rompieron el corazón cuando él planeaba un futuro con el Vitality Stadium. Casualidades de la vida, ahora lo intenta con el Wolverhampton, la ex del propio Lopetegui. Y, mientras tanto, Mendilibar pensará que se ha metido en un círculo en el que no estaba hace seis meses, donde todos rehacen su vida fácilmente. Eso sí, puede que ahora le miren de otra forma.

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