Disputar una final de local en tu estadio no es siempre sinónimo de éxito. Es más, parece que ese estatus acarree cierta maldición para los equipos que tienen la posibilidad de levantar un trofeo en su feudo. Es entonces cuando aparece una especie de ‘Ley de Murphy’ futbolística. Llámalo presión, maleficio, mal fario, parapsicología o simplemente X. Pero todo lo que puede ir mal acaba yendo extremadamente mal. Quizá el caso más sonado sea el ‘Maracanazo’, la vez que Uruguay ganó 1-2 a Brasil en la final del Mundial de 1950 en tierras brasileñas. Todo estaba preparado para que la ‘Canarinha’ alzara el trofeo en su estadio, pero el fútbol tiene estas cosas.
No obstante, 52 años después, el 6 de marzo de 2002, sucedió un episodio que ha quedado guardado en la memoria colectiva del aficionado al fútbol. El Real Madrid cumplía 100 años y consiguió colarse en la final de la Copa del Rey. Un partido que se disputó en el Santiago Bernabéu, gracias al reconocimiento de la RFEF, con el Deportivo de La Coruña de rival. Todo el mundo daba como claro favorito al cuadro blanco, ya con su equipo de los ‘Galácticos’ casi acabado, pero los gallegos echaron a perder la fiesta madridista ganando 1-2 esa final con los goles de Sergio González y Diego Tristán. Fue una rebelión ante el pronóstico y la lógica. De sparring por invitación a campeón. De ahí nació el término del ‘Centenariazo’, una demostración que la lógica está para desmontarla cuando hay un balón de por medio.
🏆 Una de las finales más sonadas de la Copa del Rey
Las quinielas marcaron un 1 casi generalizado. Solo algún despistado y creyente aficionado del Deportivo podía vaticinar un triunfo de los coruñeses en esa final de la Copa del Rey del año 2002. El Madrid, con Vicente del Bosque a la cabeza, contaba con futbolistas como Zidane, Raúl, Roberto Carlos, Figo o Hierro en el equipo. A eso había que sumarle que el partido se disputaba en el feudo blanco: el Santiago Bernabéu. Un estadio que ya había resultado talismán para los merengues en el camino hasta la final. El conjunto madridista solo venció en Fuerteventura y Lanzarote en las rondas preliminares. En cambio, perdió en Tarragona, Vallecas y Bilbao. En esa época la Copa todavía jugaba a doble partido a partir de los octavos de final y el espíritu del Bernabéu apareció para conducir al equipo hasta el último choque para conseguir el título.
El Real Madrid y una historia de amor-odio con la Copa del Rey
Por su parte, el Dépor también tuvo una trayectoria complicada. El conjunto de Javier Irureta contaba en su plantel con futbolistas como Molina, Mauro Silva, Fran, Sergio González, Makaay, Valerón o Tristán. Jugadores que dejaron un legado imborrable a orillas del Atlántico. Comenzó goleando al Marino de Luanco y a la Cultural Leonesa, y no tuvo ni que jugar contra el L’Hospitalet por incomparecencia de los catalanes. Los problemas llegaron a partir de los cuartos. Los gallegos sufrieron para imponerse al Valladolid, al que eliminaron en la prórroga, mientras que también superaron al sorprendente Figueres, que había sacado a Barça y Osasuna, en las semifinales. El hueso más duro, a priori, era el Real Madrid y el Santiago Bernabéu en la final.
«No vamos a ir con los dodotis», rezaba la portada del MARCA poniéndole voz a Irureta antes del duelo. Era un aviso a navegantes. El partido comenzó con un Dépor en ebullición y que dio en la diana muy pronto. Tristán prendió la mecha y fue Sergio el que hizo explotar la primera bomba a los seis minutos en un estadio, que pese a ser el Bernabéu, olía a pulpo y cantaba con acento gallego. Poco después, en una tángana, el conjunto coruñés demostró que no iba a regalar nada. El técnico de aquel Deportivo fue el artífice de todo. Irureta tenía un plan y estaba todo ajedrezado para ejecutarlo. Desde en qué campo tenían que empezar atacando su equipo, hasta el planteamiento del Real Madrid. «Fue importante llegar al Bernabéu en el autobús y ver a tanta gente nuestra. Ahí nos dijimos: no nos pueden ganar», reconocía el exentrenador en una entrevista a Marca en 2022.
🔥 El Madrid no pudo con el ‘Súper Dépor’
Antes de llegar al descanso, Tristán hizo el 0-2. El de La Algaba había estado a un paso de fichar por el Madrid dos años antes cuando militaba en el Mallorca. Ni en sus mejores sueños los deportivistas pensaron que llegarían con esa gran ventaja a la media parte. La presión del equipo blanquiazul fue perfecta y sus golpes impactaron directamente en el mentón de un Madrid lleno de inseguridades. Pero aún quedaba mucha final. Los aficionados coruñeses animaban sin parar, sobre todo los hinchas que estaban en el gallinero del estadio. Mauro Silva dio una lección de cómo ocupar todo el ancho del campo y hasta Djalminha, normalmente suplente, se preparó a conciencia ese partido para brillar en el rato que jugó.
El Madrid entró con energías renovadas a la segunda parte. «Supimos jugar al Real Madrid, fue mágico. Mentalmente y futbolísticamente creo que fue uno de los tres mejores partidos de la historia del Deportivo», reconoce Fran, capitán de esa plantilla, en una entrevista recordando esa gesta. El Dépor era una ‘Caperucita’ con orejas de lobo. Un equipo que ya había ganado en el campo del Arsenal, el Manchester United y el Bayern de Múnich en la Champions League. Pero esa final era como el triple salto mortal. «Fue una buena primera parte y el 0-2 nos hizo sentirnos fuertes para aguantar porque el Madrid nos iba a atacar», explica Valerón, el generador de pases de ese equipo.
Y el Madrid atacó. Raúl hizo el 1-2 a falta de media hora de juego. Al Dépor le tocó resistir. «Fue fundamental la tranquilidad y la confianza que tuvimos todos ese día», remarca Naybet, uno de los centrales del equipo. «En el Madrid no había un único peligro, estaban Zidane, Raúl, Roberto Carlos, etc.», recuerda el marroquí. El conjunto merengue decantó el campo, pero los blanquiazules se defendieron como miuras para que el marcador no se alterara hasta el pitido final. El Dépor conquistó su segunda Copa del Rey en el mismo escenario en el que había levantado la primera en 1995, entonces con el Valencia como adversario. El milagro se había cumplido; fue el triunfo de la humildad sobre la soberbia.
El Madrid, que tenía toda la fiesta preparada para cuando finalizara el partido, se quedó con el molde puesto. Los blancos habían reservado el mítico Asador Donostiarra de la capital para celebrar el triunfo. Aquella noche, el restaurante tuvo a un equipo de fútbol, pero fue el Deportivo. La decoración también estaba preparada para los madridistas, pero los dueños del local estuvieron ágiles para añadir algunos globos azules para que combinaran con los blancos, los colores deportivistas.
Tras ganar la Copa, los de Irureta se convirtieron en el único equipo que podía optar al triplete esa temporada. Acabaron la liga segundos, por detrás del Valencia. En Champions, solo una semana después del ‘Centenariazo’, y con el mismo once inicial, los coruñeses conquistaron Highbury. Se impusieron al Arsenal por 0-2. El Dépor caería en cuartos ante el Manchester United de David Beckham. Por su parte, el Madrid se rehizo ganando la novena Copa de Europa al Bayer Leverkusen en Glasgow con el golazo de volea de Zidane. Pero nada ni nadie podrá borrar ese recuerdo de unos meses antes. La memoria de una gesta histórica que, aunque vaya engrosando su edad con el paso de los años, no envejece.