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Arde Múnich: los problemas que atormentan al peor Bayern contemporáneo

Tiempos de recesión en Múnich. El Bayern atraviesa una de las mayores crisis que se le recuerden, con un Thomas Tuchel desnortado y sin soluciones para el equipo que ha ganado las últimas once ediciones de la Bundesliga. Esta campaña podría hacer historia, pero todo apunta a que el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso romperá su monopolio, a la vez que la Lazio pone en peligro su continuidad en la Champions. Para acceder a cuartos deberán remontar el 1-0 adverso de la ida. Y, para colmo, arrastran ya el lastre de la Supercopa, en la que fueron goleados (0-3) por el RB Leipzig; y de la Pokal, eliminados a manos del sorprendente Saarbrücken de la tercera división teutona. ¿Desde cuándo no cosecha el Bayern unos resultados tan malos? ¿Es una crisis pasajera o un fin de ciclo?

La paradoja de Tuchel reside en que no ha sido capaz de crear un Bayern reconocible, después de hacer campeón de Europa en 2021 a un Chelsea sin tantos recursos y hundido, al que cogió a mitad de curso y cuyas piezas no se conocían apenas por llevar poco tiempo en el mismo vestuario. Eso, por no hablar de que no contaba con verdaderos talentos generacionales como los que tiene en Múnich con las figuras de Harry Kane, Joshua Kimmich, lo que apunta Jamal Musiala, este Leroy Sané en modo líder o lo que todavía pueden dar dos viejos rockeros como Manuel Neuer o Thomas Müller. Entonces, ¿dónde está el problema de este equipo? ¿Tiene solución?

🔢 ¿Es el peor Bayern del siglo XXI?

El gigante muniqués no vivía una crisis de resultados comparable a la actual desde la 2010/2011, en la que terminó la temporada eliminado en octavos de la Champions por el mismo Inter que venía de ganarles en la final del Santiago Bernabéu, unos meses antes, con José Mourinho como estratega. Ese curso, los bávaros, dirigidos primero por Louis van Gaal y posteriormente por Andries Jonkers, cayeron en semifinales de Pokal frente al Schalke 04 y fueron terceros en Bundesliga.

No fue el último curso en blanco porque alzaron la DFL Supercup, aunque la sensación de fracaso rotundo es mayor que la 2011/2012, en la que, esta vez sí, no ganarían nada. Sin embargo, aquel año, dentro de lo agridulce, se recuerda como el inicio de su hegemonía contemporánea. Jupp Heynckes llegó para revitalizar a un equipo en ruinas y alcanzó las finales de Pokal, en la que sucumbió ante el Borussia Dortmund, y de la Champions League, en la que no pudo con el Chelsea de Di Matteo.

🥶 El Bayern ya no es abrasivo

Una de las particularidades del equipo bávaro siempre ha sido su presión alta. Innegociable, sin importar quién estuviese en el banquillo. Son rasgos comunes, con matices, entre Jupp Heynckes, Pep Guardiola, ‘Hansi’ Flick y Julian Nagelsmann; el Bayern que diseñaron todos ellos era capaz de imponerse en la máxima competición continental a base de una activación tras pérdida digna de elogio, por no hablar de que otra de sus especialidades estaba en diseñar presiones ordenadas y enérgicas ante los saques de puerta rivales. Al Bayern le podías ganar, pero no jugar cómodo contra ellos. Mucho menos en el Allianz Arena. Sin embargo, ahora defiende en un bloque más contemplativo, no asfixia tanto ni al poseedor, ni al posible receptor.

Al trabajo defensivo sin balón, se le unía el ofensivo a través de sus raudas permutas y un ritmo de circulación elevado. Bien por la capacidad de Kimmich o Xabi Alonso a lo largo de esta última década para girar el juego y hacer bascular al rival, o bien por las combinaciones en corto. Toco y me voy. Tiro un desmarque en profundidad para recibir o para arrastrar miradas y que mis compañeros tengan más espacio y tiempo para entrar en contacto con la pelota. Nadie paraba quieto en el cuadro muniqués.

Ahora no sobran los movimientos encadenados, los pases de primeras y las paredes, ni los movimientos altruistas en momentos con balón. Al equipo de Tuchel le falta energía y convicción en este tramo de la temporada, aunque tiene jugadores y especialmente trequartistas como Musiala, Leroy Sané o Müller que, a tono, aseguran esta verticalidad e hiperactividad ofensiva. Parece más un bache puntual que un déficit endémico, pero esto ya ha generado un ambiente de crispación que se evidencia hasta en las palabras del propio Thomas Müller en sus declaraciones posteriores a la dura derrota ante el Bayer Leverkusen. «Para ser honesto, ¡estoy enojado! Como dice Oliver Kahn, ¡obviamente que nos faltan pelotas! ¡Jugamos mejor en los entrenamientos! Está bien sentir presión, pero necesitamos más libertad. En el Leverkusen no se planean todas las jugadas. Por ejemplo, Grimaldo aparece por la derecha. Ellos simplemente juegan al fútbol».

Fuertes palabras, respaldadas por la opinión de Lothar Matthäus, voz autorizada ajena al Bayern, quien cree que el Bayer 04 puede ganar la Bundesliga. «No tengo ninguna duda de que serán campeones si siguen jugando de esta manera. Y no hay razón para dudarlo. Tienen un gran entrenador, que lo controla todo. Son grandes favoritos al título y si alguien dice lo contrario, no tienen ni idea de fútbol», afirmó el mítico centrocampista. Tuchel, cuestionado y en el centro de la diana, con el agravante de la polémica decisión de sentar a Joshua Kimmich, no quiso echar más gasolina rebatiendo a Müller e hizo autocrítica: «Sí, asumo la responsabilidad del enfoque táctico. Naturalmente, después de este resultado y de los cambios que hicimos».

🧨 Escaso desborde para el Bayern

También parece cuestión de tiempo que el Bayern recupere la chispa individual. Va todo entrelazado, en realidad. Cuanto mejores sean las circulaciones por ritmo e intención, más futbolistas encontraran ventajas tácticas después para encarar en uno contra uno o en superioridad numérica. Si hay desplazamientos en largo hacia los extremos o jugadas que atraigan la atención por dentro para luego abrir a banda, más productivas serán las intervenciones de los extremos. En este momento, sin Kingsey Coman y Serge Gnabry, el Bayern pierde cambio de ritmo. De ahí que hayan recurrido a otro driblador como Bryan Zaragoza, capaz de acelerar. Sobre todo, sin la figura del francés, un extremo a la antigua, que se siente comodísimo a pie cambiado y puede desbordar en parado, ante repliegues intensivos del adversario. Leroy Sané y Jamal Musiala también tienen ese desparpajo y una habilidad suprema para improvisar, aunque tienden a ir mucho por dentro.

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Duele ver al Bayern, un equipo plagado de encaradores natos a lo largo de la última década, como Robben, Douglas Costa o Ribéry. Este Bayern ha perdido amplitud. Es como si el Allianz Arena ahora fuese más estrecho. No solo por el perfil de los mencionados extremos, también de los laterales, menos incisivos. Tal vez, con Coman por delante, sea más inteligente no acercarte mucho a su posición para permitir que pueda encarar a un solo defensor y que este no tenga ayudas cercanas para la cobertura. Sin embargo, Musiala, en la izquierda; y Sané, en la derecha, agradecen tener laterales que les doblen por fuera.

El fichaje de Sacha Boey es inteligente en ese sentido, dado que Noussair Mazraoui no es ese perfil de correcaminos en el flanco diestro, aunque sí uno para acelerar jugadas en conducción o en asociación. Inspirado en Phillip Lahm, pero lejos del nivel del antiguo capitán. El mejor Alphonso Davies, el de hace dos años, sería también muy útil para complementar a Musiala en la izquierda, por mucho que sus acciones sean más previsibles que las de Raphaël Guerreiro, otro lateral que prefiere recibir al pie antes que al espacio. E, incluso, meterse también por dentro.

El Bayern tiene que evitar el embudo. Porque al igual que hablábamos de que el juego interior repercute positivamente en el desborde por fuera, esto último provocará que también el rival se separe más y haya mayores espacios en los pasillos interiores. Para conducir y llegar a la frontal, o para esperar ahí y activar el disparo tras un giro dinámico como los que llevan Sané y Musiala en la sangre.

🥅 Falsa pegada, cogida con pinzas

Otro de los intangibles que no está mostrando este Bayern es la amenaza en el área contraria. Y todo ello pese a que las cifras de Harry Kane tienen un promedio de gol cada 78 minutos en Bundesliga, cifra que Robert Lewandowski solo superó en la 2017/2018 (29 goles y ratio de anotación cada 75 minutos) y en la 2020/2021 (41 goles y promedio de 60 minutos). Con la particularidad de que, además, el inglés mejora ostensiblemente al polaco que brilló en el Bayern: a la hora de tirar apoyos de espaldas, descargar juego directo hacia él, aguantar el esférico para oxigenar e, incluso, lanzar a sus compañeros con pases para que corran al espacio. Es más completo, y puede ser igual de killer. Muy útil también para fijar a los centrales cerca del área y esperar centros laterales, que brillan por su ausencia respecto a épocas pretéritas, pero que pueden servir para desatascar partidos.

Harry Kane Bayern Munich

El promedio goleador de Harry Kane es comparable al del Lewandowski del Bayern.

El problema viene más bien alrededor de Harry Kane, quien ha generado una dependencia excesiva a raíz de sus goles. Thomas Müller no tiene ni la mitad de vitalidad que le caracterizó a su mayor nivel. Leon Goretzka ya no marca tantos goles llegando desde segunda línea. Y Kimmich tampoco, mediante su golpeo de la frontal. Incluso, Jamal Musiala ha vivido un retroceso goleador. El Bayern marca menos porque llega menos, llega peor y perdona más.

Realmente, anota 2,8 goles por partido, cifra bastante engañosa porque al igual que tiene goleadas por 7-0 ante el Bochum u 8-0 frente al Darmstadt, también son ya cinco partidos sin marcar. Pegada mal distribuida, más que pólvora mojada. El Bayern convierte el 14% de las ocasiones, que es el peor registro desde la 2015/2016, pero que está muy cerca de la media de las últimas campañas. El balón parado tampoco es un problema. De hecho, ha marcado 12 tantos por esa vía, que representan el 20% de las anotaciones de la 2023/2024.

🧱 ¿Y si se encomienda a los centrales?

Lo que sí ha ganado el Bayern, a pesar de que no le luzca siempre en los días marcados en rojo, es dominio en el eje de la zaga. No es para menos, dada la inversión en esa parcela, de más de 200 millones de euros pagados por los centrales actuales más un Lucas Hernández que salió en el verano de 2023 rumbo al PSG. La pareja titular que conforman Dayot Upamecano y Kim Min-Jae es ideal para instaurar la mencionada presión alta y que ellos resuelvan acciones de mano a mano a cambo abierto, a 40 o 50 metros de su portería. Más aún, a sabiendas de que Manuel Neuer es un portero expeditivo para salir de la portería y cortar ataques muy directos del rival. Puede haber perdido explosividad, pero no lectura.

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Para complementarles está Matthijs De Ligt, infrautilizado seguramente por Thomas Tuchel. No tan rápido de piernas como los titulares, pero sí igual de pegajoso en las persecuciones a los rivales para anticiparse a su recepción o no dejarles girar en caso de que entren en contacto con el cuero. Eric Dier, recién aterrizado como cedido desde el Tottenham, es el perfil menos Bayern, pero su veteranía puede ser un plus como fondo de armario.

Todos ellos, además, aseados con la pelota. Y en el caso de Upamecano, directamente sobresaliente en cuanto a técnica pasadora y conductora. El problema endémico del ex del RB Leipzig tiene que ver con sus excesos de confianza y con una mala medición de riesgos con y sin balón. Demasiado traumatizado a lo largo de su carrera, además, por lo que no resulta extraño que titubeé de más cuando los rivales huelen sangre. El antiguo central del Napoli, sin embargo, en lo que más destaca es en intensidad y concentración, por lo que puede hacerle mucho bien a su lado. Es una defensa, en general, sin plenas certezas competitivas, pero muchas posibilidades físico-técnicas para edificar de atrás hacia delante, de lo defensivo a lo ofensivo. Algo que no es tan propio del Bayern como sí de Thomas Tuchel.

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