A su currículum futbolístico no le faltaban muchas excentricidades ya, pero, aun así, André Villas-Boas ha vuelto a sorprender a propios y extraños al presentarse como candidato a la presidencia del Oporto. Y para sorpresa de muchos, ha relevado como mandamás a un Pinto da Costa que apostó por él como entrenador hace una década. De este modo, el veterano presidente de los Dragões deja el club después de 42 años a los mandos, los mismos desde que nació su sustituto. Las dudas ahora están en qué rol tendrá el luso: ¿un presidente convencional o con poderes en el banquillo?
😯 El adolescente que llevaba dentro un entrenador
La historia de André es rocambolesca como pocas. Lejos de ser un mítico futbolista reciclado a entrenador, sus inicios en el fútbol se produjeron a raíz de una carta que le escribió al entrenador de su equipo. ¿Cuántos de vosotros habéis pensado que el entrenador de vuestro plantel se equivocaba o era injusto con alguno de vuestros ídolos? Bien, pues la diferencia es que Villas-Boas se atrevió a decírselo, mediante un escrito que depositó en el buzón a Bobby Robson, aprovechando que era su vecino: “¿Por qué no juega Domingos Paciencia?”, reclamaba aquel adolescente de 16 años.
Seguramente esa no fuese ni la primera ni la última queja que recibió el técnico del Oporto, que venía de triunfar en el Ipswich Town y PSV Eindhoven. Sin embargo, esa vez le picó la curiosidad y quiso saber los motivos de la petición de ese tal André Villas-Boas. Este se las dio, con todo tipo de detalles, y el entrenador inglés quedó tan impresionado que le propuso colaborar como ayudante de algunas tareas en el Oporto. Así se produjo su primer contacto con el fútbol profesional, hasta que a los 23 años se hizo cargo de su primer banquillo: nada más y nada menos, que como seleccionador de las Islas Vírgenes, antes de escribir su gran obra como técnico en Oporto.
Tras su exótico paso por el combinado oceánico, en el que apenas estuvo dos meses, regresó a su ciudad natal para convertirse en el analista de los rivales, durante la estancia de José Mourinho como entrenador del Oporto. Y lo que unió Robson no lo pudo separar nadie entre 2002 y 2009. ‘The Special One’ se convirtió en una referencia mundial en Do Dragão, antes de recalar en el Chelsea e Inter. Gracias, en parte, a la labor en la sombra de Villas-Boas. Siempre se dijo que una de las especialidades de ‘Mou’ estaba en minimizar oponentes, justo la tarea que tenía encomendada André. Este aprendió y retroalimentó a uno de los mejores en ese ámbito.
🕊️ André Villas-Boas voló libre
Una vez testado como analista en tres países diferentes, a André volvió a picarle el gusanillo de dirigir él mismo a un equipo, justo antes de que Mourinho ganase la Champions de 2010 con el Inter. Con la temporada en marcha, Villas-Boas se hizo cargo a sus 31 años de la Académica de Coimbra, el por entonces colista de la Primeira Liga portuguesa. Y su papel fue trascendental para salvar al equipo de la quema. Con holgura, incluso, dado que terminó la competición en la undécima posición. Eso sirvió para que el Oporto le llamase para relevar a Jesualdo Ferreira en la 2010/2011, André aceptó el cargo y se consagró como uno de los entrenadores más prometedores del panorama europeo.
Estuvo dos cursos en el Oporto, con el que ganó cuatro de los cinco títulos posibles en su primer curso, entre los que destacan la Primeira Liga y una Europa League en la que superó por el camino a Sevilla, CSKA y Spartak Moscú, Villarreal y al Sporting Clube de Braga en la final. Solo le faltó la Taça da Liga. En aquel plantel destacó sobremanera un joven Radamel Falcao que marcó un hat-trick en cuartos de final, un póker en semifinales al ‘Submarino Amarillo’ y pulverizó así el récord goleador en la segunda competición europea con 18 dianas en 16 partidos. Todo ello sin olvidarnos de João Moutinho, Fredy Guarín y Fernando Reges en la medular, de Hulk y Silvestre Valera como acompañantes del cafetero en ataque, de Nico Otamendi en el eje de la zaga, o de una perla naciente como James Rodríguez desde el banquillo. Un equipo muy físico y demoledor en transición, que no tuvo ningún tipo de piedad en el área rival.
La inspiración en Mourinho era bastante evidente y André Villas-Boas no escondía su admiración por José: “Mi formación con él fue el mejor momento de mi carrera hasta entonces. Era capaz de aprender muchas cosas y trabajar con él te lleva a otro nivel. Se convierte en tu ídolo. Quería ser como él y absorber toda la información”. Sin embargo, la relación se rompió poco a poco hasta que se separaron de forma abrupta: “Mourinho tiene esa fascinante capacidad de sacar el mejor partido, lo cual tiene sus cosas buenas y malas para la persona. Tras una discusión que tuvimos decidí comenzar mi carrera en solitario. Yo tenía la ambición de aportar algo extra, quería involucrarme más en el trabajo y sentía que podía dar mucho más, pero él no sentía la necesidad de tener a nadie cerca, o en cualquier otro lugar, como asistente”.
🐉 De vuelta a Oporto como presidente tras varias decepciones
Villas-Boas salió del norte de Portugal en 2011, cuando el Chelsea pagó 15 millones de euros por él, su cláusula de rescisión. Algo cada vez más habitual en el fútbol, pero que por aquel entonces era un rara avis. Durante una década, hasta que Julian Nagelsmann fichó por el Bayern, fue cifra récord en el traspaso de un entrenador, de hecho. Sin embargo, en la Premier League no le esperaban años tan prósperos a André. En el Chelsea apenas duró ocho meses, después de que Mourinho le acusara de tratar de copiar sus pasos. Perdió el crédito hasta que fue despedido en marzo y, para colmo, Roberto Di Matteo le sustituyó para hacer campeón de la Champions League a los blues en una de las ediciones más extrañas que se recuerdan.
Tras el Chelsea asumió su segundo proyecto en Londres, de la mano del Tottenham. Con los spurs logró el récord de puntuación del club hasta aquel momento y estuvo cerca de meter al equipo en Champions, apenas se quedó a un punto del objetivo, por lo que se ganó su continuidad una temporada más. Aunque no la completaría, fue despedido en diciembre cuando marchaban séptimos, tras una dolorosa goleada (5-0) del Liverpool. Así finalizó su pasó por Inglaterra. A partir de entonces desapareció de las portadas, pese a ganar una Premier League rusa con el Zenit de San Petersburgo y a conseguir un subcampeonato con el Shanghai SIPG chino.
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En 2019 parecía volver a la élite para quedarse, pero nada más lejos de la realidad. Aquello era una despedida, por mucho que clasificase al Olympique de Marsella para la Champions en 2020. Fue la alternativa al PSG en el año de la pandemia, pero la mala imagen del equipo en la 2020/2021 y la presión que se respiraba en el Vélodrome le llevó a dimitir con el equipo en novena posición. Así terminó su extraño periodo como entrenador, pero no del fútbol profesional.
Su regreso al Oporto se ha producido este mes de abril en condición de presidente, un paso inesperado que algunos comparan con el del excéntrico Dmitri Piterman, el deportista y empresario estadounidense que compró el Alavés y el Racing de Santander. Este controvertido personaje dirigió ambos clubes desde distintos estamentos, como presidente y entrenador simultáneamente, algo que le resultaría muy difícil de emular ahora Villas-Boas, aunque con él nunca se sabe… Por lo pronto, Andoni Zubizarreta será su mano derecha en la dirección deportiva, mientras que Sérgio Conceição renovó con el Oporto a pocos días de las elecciones, todavía bajo el mandato de Pinto da Costa.
Por ahora, el entrenador del Oporto seguirá en su cargo, tal y como él mismo ha confirmado: «Estoy abierto a hablar con André Villas-Boas, no tengo ningún problema con él, será un placer». En todo caso, su ampliación de contrato es una evidente maniobra política del ya mítico expresidente, lo que falta por confirmar es si meramente sucedió para ganar enteros de cara a las elecciones o para dificultar que Villas-Boas pueda marcarse un Piterman. Pronto lo descubriremos. Para lo bueno y para lo malo, André no deja indiferente a nadie.