Parón - Vinícius
✍️​ Opinión

Los parones de selecciones no son culpables de las lesiones

Antes de meternos en harina, os regalo una confesión. Porque, sí, a veces la gente cambia. En mi niñez y adolescencia, cuando mi única relación con los medios de comunicación era en calidad de consumidor y cuando solo me aproximaba al fútbol para seguir a los equipos con los que empatizaba, yo también era uno de esos críticos acérrimos de los parones de selecciones. Detestaba todo lo que no fuese tener la oportunidad de ver un Alavés – ‘Recre’, aunque luego no me lo tragara, que a decir verdad solía pasar a menudo. Hasta se me hacían más largas esas semanas sin fútbol de clubes. Sin embargo, años después, mi percepción acerca de uno de los temas que más enfrentan a los aficionados al fútbol, ha cambiado bastante.

En España, la sentencia es clara. Si en tu grupo de amigos se te ocurre defender a los combinados nacionales o, incluso, simplemente dejar caer que te gustan las selecciones más allá de una Eurocopa o un Mundial, prepárate para el linchamiento dialéctico que te viene encima. Decir eso está tan mal visto como sostener que Giroud es mejor delantero para la Francia de Deschamps que Benzema. Cosas que solo pensarían quienes siguen de cerca las ventanas FIFA. Por contra, en otros países tienen uno de esos calendarios con chocolatinas, como los nuestros de Navidad, en los que cuentan los días para que haya parón.

La cartelera del parón de selecciones de noviembre

Mi yo del pasado creía que la Copa del Mundo o los torneos continentales de selecciones se jugaban en verano, salvo excepciones como la que justo hoy cumple un año. Me equivocaba, claramente. Me olvidaba de ese aficionado de Nueva Caledonia que soñaba, sueña y soñará con estar en un Mundial. De los iraníes que, en mitad del caos social, dejaron de lado sus diferencias por dos horas, mientras alentaban a su selección a clasificarse para las eliminatorias de 2022. O de una Costa de Marfil que aparcó una guerra civil gracias, en parte, a que Didier Drogba concilió a su nación cuando recibió el Balón de Oro africano después de guiar a su pueblo hasta Alemania 2006.

El fútbol de selecciones, en casi todos los países, por mucho que hagan menos ruido, es un motor de vida casi imprescindible para sus ciudadanos. Y, para qué engañarnos, los españoles somos los primeros que paralizamos el mundo cuando juega ‘La Roja’ un gran torneo. No se nos puede olvidar que, para que eso suceda, primero hay que disputar unos clasificatorios. Nos guste o no.

selecciones Gavi España

Gavi se lesionó de gravedad en el España 3-1 Georgia. Sufre una rotura del ligamento cruzado que afecta también al menisco y se perderá lo que resta de temporada.

La solución propuesta por algunos aficionados de a pie reside en juntar los partidos, preferiblemente en verano, pero entonces correremos el riesgo de desnaturalizar el fútbol de selecciones y hacer que pierda todavía más valor para los eurocentristas. Podría surgir la misma problemática que lleva a algunos tenistas a renunciar a la Copa Davis, cosa que tampoco nos parece bien. Además, el camino al Mundial no puede depender tanto del momento de forma, para eso ya está la propia Copa del Mundo. Debe ser un proceso; debe haber tiempo para probar; debe haber sitio y momentos también para que los grimaldos de turno puedan recibir su primera llamada y cumplir un sueño.

Es lícito que a los aficionados de Europa Occidental no les preocupe eso y sí las lesiones que sufren Gavi, Vinícius o Neymar. Ahora bien, culpar a los parones de selecciones hasta de que se te queme el gratinado de los macarrones, es indefendible cuando el fútbol de clubes es el primero que está saturado. El mismo que promueve pretemporadas transoceánicas, que va a aumentar cuatro jornadas con el nuevo formato de la Champions y que creará un Mundial de Clubes de 32 equipos. ¿Acaso Courtois, De Bruyne o Lemar no se han lesionado por el virus UEFA?

Los clubes son los que pagan a los futbolistas, eso es otra verdad como un templo. Bueno, no, realmente convendría matizar que quienes pagan de forma indirecta son sus aficionados. Es comprensible que se sientan estafados por sufrir las consecuencias del fútbol de selecciones y que les preocupe que un Egipto – Corea del Sur, amistoso, les corte el ritmo de competición a Liverpool y Tottenham. Todo cambia cuando vemos que Salah o Son Heung-min son los primeros que se emocionan por lo que pasa en algunos parones de selecciones más que en una final de Champions. No todo es dinero en el fútbol, y por eso el de selecciones nos reconcilia con los valores que han llevado a esta disciplina a ser el deporte rey.

Eso, por no hablar de que en las propias ventanas FIFA es cuando la mayor parte de los futbolistas de las primeras divisiones descansan, por mucho que las estrellas mundiales no lo hagan. Un cambio de aires, parando el frenético día a día, es necesario para los jugadores. Tener tiempo para que puedan regresar a sus países, convocados o no, más aún. Incluso, para que los aficionados puedan hacer balance sobre una temporada que va a toda mecha. Y, para qué engañarnos, el día que desaparezcan los parones de selecciones o se aglutinen, cosa que ya está pactada, será para meter con calzador una Nations League de clubes o algo por el estilo. Como dice Pep, the show must go on, pero no es el fútbol de selecciones el que se empeña en aumentar la carga de calendario hasta traspasar los límites.

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