Hace unas semanas, durante el evento Business Sport Forum organizado por los periódicos Marca y Expansión, Gerard Piqué se refirió a la NFL como una liga modelo en cuanto a la competitividad y espectacularidad: «El deporte apunta a competiciones más cortas y únicas. La NFL es un ejemplo: 4 meses de competición y luego la Super Bowl, que paraliza el país«. En parte es una realidad que la NFL es una liga trepidante, pero en ella también predominan los partidos irrelevantes que parecen escapar del campo de visión del excentral azulgrana.
La victoria de los Dallas Cowboys sobre los Philadelphia Eagles (33-13) es un ejemplo casi perfecto. Uno de esos partidos donde la rivalidad existente eleva la competitividad y la calidad del choque, y por ende, la emoción de los aficionados neutrales. La NFL, al contrario que el resto de ligas norteamericanas, es un formato muy corto, de apenas 17 semanas. Sin embargo, esto se debe a la peligrosidad del deporte en sí, no a la espectacularidad.
Dentro del fútbol americano, los partidos infumables, según los estándares de Gerard Piqué, también existen. Sin ir más lejos, el que enfrentó a Minnesota Vikings y Las Vegas Raiders en la jornada 14 (3-0) fue choque con el resultado más corto de siempre, una marca que no se batía desde 1977. Ambos equipos estuvieron 58 minutos sin anotar. Y en el que los dos, espacialmente los Vikings, se jugaban mucho en términos clasificatorios.
Los Cowboys son el equipo más popular de Norteamérica, posiblemente del planeta, además de que son la franquicia más valiosa del deporte estadounidense. Las críticas no paran de llover sobre un equipo que lleva desde 1995 sin disputar la Super Bowl y que ha visto como sus rivales tradicionales, entre ellos los Eagles, les han arrebatado la hegemonía dentro de su división.
Para ellos, ese enfrentamiento valía casi tanto como una final. La victoria, y de manera tan contundente como se produjo, les ha catapultado hasta lo más alto de la Conferencia Nacional. Ahora los Cowboys son los nuevos mandamases y han tumbado sin miramientos a uno de los considerados máximos favoritos al título. Micah Parsons lo avisó: nadie aplaudía a la franquicia de Dallas, no les daban las mismas oportunidades de fallar que a los demás, pero a la hora de la verdad no fallarían.
Micah Parsons y la responsabilidad de jugar para Dallas Cowboys
Aun así, esta victoria, que ha sido un chute de moral para Dak Prescott y compañía, no vale un título. Es cierto que debido a las normas clasificatorias de la NFL, en las que los cuatro primeros puestos corresponden a los líderes de cada división, este duelo intercambiaba a Eagles y Cowboys entre la primera y la quinta plaza. Desde la franquicia de Philadelphia el choque se tomó como otro más, los playoff están asegurados y dan más importancia a llegar en un estado óptimo a la fase de eliminatorias.
Luego se une el factor competitivo y puramente deportivo. Con esto nos referimos a que los entrenadores preparan sus encuentros en función de los rivales, las características de sus propios jugadores y un largo etcétera. Los entrenadores, coordinadores, analistas y demás miembros del cuerpo técnico intentan controlar el juego y que en este ocurra lo menos posible. Quieren que todo se rija dentro de los márgenes que ellos establecen y que los riesgos para el marcador sean los mínimos. Esto, que suena mucho a fútbol, también ocurre en el resto de deportes y en ocasiones hace incompatible el disfrute que busca el espectador.
«El deporte va hacia las competiciones más cortas y únicas» es una declaración que no casa nada con la NFL, y tampoco con el deporte en general. De hecho, la mayor parte de las competiciones han alargado sus calendarios, como la Euroliga, la temporada de tenis, la Fórmula 1, la MotoGP e incluso la propia NFL, que desde hace tres años se disputa en 17 semanas en vez de en 16.
Los Cowboys siempre serán un equipo relevante, en las buenas y en las malas, y tendrán la atención del público y de los medios. Pasa lo mismo con Los Angeles Lakers y Boston Celtics en la NBA o con el Real Madrid y el Barcelona en el fútbol. Con este triunfo han dado un golpe sobre la mesa y demuestran que sí son un serio candidato a ganar la Super Bowl. Por lo tanto, el enfrentamiento tiene varios prismas diferentes para calificarlo como valioso o irrelevante, mucho más todavía con miras al futuro, ya que el formato de la competición dictará cuál de las dos franquicias terminará tocando la gloria.
En un formato como las ligas de fútbol europeas, un duelo entre los dos conjuntos punteros de la competición que termina con una victoria tan aplastante y que detrás cuenta con mucha historia y rivalidad puede ser definitiva para el campeonato, algo que para en la NFL nunca podrá ocurrir. Y por si fuera poco las posibilidades de vivir algo así son mucho mayores, ya que a lo largo de la tabla se lucha por diferentes objetivos como el descenso o la clasificación para Europa, algo que en Norteamérica no sucede.
Porque las competiciones deportivas están regidas por quién las juega, no por los aficionados, le duela a quién le duela. El deporte no nació para entretener, es un extra que va ligado a su práctica. Los que critican y buscan solo el entretenimiento no son los verdaderos fans, ni los que sienten unos colores o disfrutan puramente del juego. Y para esos que anhelan puro entretenimiento, lo tienen muy sencillo, ya que existen infinitas formas de ocio alternativas, entre ellas ese híbrido que ha creado Gerard Piqué y que nunca podrá competir con la verdadera esencia del deporte.