Barça - Mallorca
Barcelona

Lamine Yamal señala el camino

Ante las bajas, un rival correoso y una noche fría apareció Lamine Yamal. El Barça, en otro partido espeso, se encomendó a su adolescente de oro para resolver un encuentro que desprendía un tufo agrío a empate. Como un peregrino en busca de fe, el Barcelona se encomendó al extremo, que es el único capaz de entender el mustio idioma que habla el equipo. Cogió el balón en el vértice derecho del área del Mallorca, entró unos metros ante la férrea defensa de Dani Rodríguez, cambió la pelota a su pierna izquierda y remató a la escuadra. Creación divina. Y eso que ya había avisado minutos antes de sus intenciones con una jugada muy parecida y que se estrelló en el larguero.

Lamine fue el que más generó, el que más lo intentó y el que acabó derribando el muro de Rajković, que detuvo en el primer tiempo un penalti lanzado por Gündoğan. La pena máxima se cobró a Raphinha como víctima tras un pisotón en el tobillo de Copete. Tiembla Xavi. El Mallorca planteó un partido aguerrido; fuerte como los whiskys que alardea tomarse su entrenador. Pero incomodó al Barça. Cubarsí, el mejor central de la plantilla a sus 17 años, estuvo impecable ante los cansones atacantes mallorquinistas. Pero el problema del Barça estaba arriba. João Félix volvió a naufragar, mientras que el resto tampoco tuvo la chispa necesaria. Todo lo contrario que Lamine. Ya sea por su juventud o por su talento, es el cáliz de fuego que ilumina las esperanzas de los culés, que avanzan, momentáneamente, al Girona en liga y que el próximo martes esperan disfrutan de una noche mágica en la Champions League ante el Nápoles. Seguro que se volverán a encomendar a su niño prodigio.

😓 El Barça cae en la trampa de Aguirre

El encuentro empezó con una tensa calma. El Barça intentaba habituarse a un esquema de urgencia por las bajas de Pedri y Frenkie de Jong. Xavi probó con Raphinha de interior y dio la titularidad a Marc Guiu por primera vez este curso, dejando en el banquillo descansando a Robert Lewandowski. El Mallorca esperaba con su clásico 1-5-3-2 a que el conjunto azulgrana asumiera responsabilidades y riesgos. La idea era generar oportunidades a través de la lucha arriba de Muriqi y Larin, dos de los atacantes más incómodos de defender de la competición.

El flamante finalista de la Copa del Rey obtiene su ventaja desde su trabajo sin balón. Que se lo digan a la Real Sociedad y al Girona, sus últimas víctimas. Con poco que hagan, los baleares son un rival incómodo. En eso es un experto el conjunto de Javier Aguirre. Los catalanes lo intentaron por fuera con Lamine Yamal, y por dentro con la participación de Gündoğan, buscando paredes y ritmo con Marc Guiu y João Félix. Aunque fue a la carrera cuando el Barça encontró el peligro. Lamine vio la avanzadilla de Raphinha y la internada del brasileño acabó en penalti de Copete, que le chafó en el pie en plena persecución.

Ter Stegen - Barça

Ter Stegen cumplió 400 partidos con la camiseta del Barça.

Aunque se generó una situación clara para los culés, el castigo fue para ellos mismos… y por partida doble. Gündoğan erró la pena máxima ante una estirada sensacional de Rajković. El Mallorca tiene a dos auténticos parapenaltis en el equipo con el serbio y con Dominik Greif, que ya se exhibió en la Copa del Rey. Pero lo peor fue la lesión de Raphinha, que se tuvo que retirar minutos después del pisotón de Copete. Otro problema para Xavi en la medular en un momento clave.

Rajković se erigió en el muro infranqueable del Mallorca. No pasó ni una, deteniendo también un lanzamiento de João Félix, poco reivindicativo con su futuro en el aire. Mientras que atrás, Cubarsí e Íñigo Martínez jugaron una partida de ajedrez con Larin y Muriqi en la que los azulgranas salieron victoriosos en casi todas las acciones. Destacable, sobre todo, la actuación del joven canterano, que ya se ha asentado como pieza clave en el eje de la zaga.

🤩 Lamine… lo que tú quieras

Es verdad que el Barça tuvo la posibilidad de anotar de penalti, que generó más ocasiones en el primer tiempo, 13 por 5, y que tuvo más el balón, pero el Mallorca no se veía muy agobiado ante todo esto. El plan fue el mismo en la segunda mitad, que empezó con una nueva estirada de Rajković a un disparo envenenado de João Félix y con un larguerazo desde dentro del área de Lamine, que fue creciendo en protagonismo. Xavi dio paso a los cambios introduciendo a Vitor Roque y a Lewandowski por el frío João Félix y el solitario Marc Guiu, al que sus compañeros no acabaron de encontrar.

El ‘Tigrinho’ azulgrana entró con ganas. Demostró más en sus primeros minutos pegados a la banda izquierda que João Félix hasta el cambio. Pero el feeling pasaba por Lamine. El extremo se notaba a gusto pese a las marcas casi individuales de sus rivales. Ya genera terror a los técnicos contrarios. Sin embargo, no se le pueden poner barreras al campo. El internacional español volvió a buscar la rosca con su pierna izquierda. La primera se fue al larguero, pero a la segunda cantó bingo. Detuvo el tiempo ante Dani Rodríguez, se perfiló y acompañó el balón a la escuadra derecha de Rajković que, pese a su partidazo, solo pudo acompañar con la mirada el tanto del adolescente culé. Tiene 16 años, un talento descomunal y un futuro brillante.

 

La realidad dice que el Barça depende en estos momentos de un jugador que va a cuarto de la ESO. Tanto él como Cubarsí, de 17 años, son las mejores noticias para el aficionado y la directiva. El central tenía también una prueba de fuego incómoda y sacó matrícula de honor. Hasta se coreó su nombre en Montjuic. Los minutos finales fueron de contención, aunque todo el mundo se llevó las manos a la cabeza con una entrada a destiempo de Raíllo que cazó el tobillo de Lamine. Parece que todo quedó en un susto. Aunque lo importante para el Barça vendrá el martes contra el Nápoles. Se juega mucho el club.

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